Entresemana

Desprestigios y ocurrencias

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Moisés Sánchez Limón

En la paráfrasis de la conseja de que quien sufra de espantos, que no salga de noche a la calle, los (pre) candidatos de esta singular izquierda-derecha-centro-ultra deben estar plenamente convencidos de que las campañas políticas son eso, campañas no días de campo y, si aspiran al poder, el camino está lleno de conceptos escatológicos, ruta en la que ellos abonan pero se asumen prístinos, decentes y civilizados.

Molesta e incomoda a estos prohombres y mujeres de sacrificada vocación rumbo a los estancos del poder público, que sus nombres vayan de la mano con adjetivos variopintos, a los que acusan parte de eso que llaman guerra sucia, cuando en realidad se trata de una batalla de lodo que hunde y levanta prestigios, famas públicas que, al final de la contienda, se pierden por rumbos de los archivos de la desmemoria, desempolvada cuando se requiere cobrar facturas personales y de grupo.

Por eso, es una ofensa al sentido común del potencial elector que personajes como Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya Cortés asuman el papel de víctimas de campañas y guerras sucias, cuando desde sus espacios de estrategia proselitista han salido mensajes de similar tendencia para atacar y desprestigiar al contrincante.

Además, en consonancia con estos personajes transitan en (pre) campañas aquellos que quieren ser candidatos al gobierno de la Ciudad de México, e incluso los independientes que buscan el registro para ir en pos de la Presidencia de la República, con similares mensajes de descalificación al de enfrente, en el mejor de los casos, cuando no de plena calumnia y difamación.

Lo grave, para la salud de la democracia mexicana, es que los espacios de propaganda se nutren de ese mensaje que deja plantada la idea de que quien llegue a la Presidencia de la República y aquellos que asuman gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales y federales, senadores y, en fin, quienes ganan cargos de elección popular no pueden presumir de honestidad y pulcro desarrollo político, social y profesional, porque ahí están sus expedientes, en los medios de comunicación que registran cada paso y cada ofensa.

Y se acusa con tanta libertad, como si las pruebas estuvieran atadas al dicho, al mensaje de descalificación para sustentarlo.

Son, las difamaciones dichas de forma tal que, incluso quien las pronuncia, llega a tener la convicción de que lo dicho es una verdad absoluta.

Desprestigia y calumnia, que algo queda, es la recomendación muy al modo de mátalos en caliente y después averiguas.

Por ejemplo, Ricardo Anaya Cortés asegura –asegura—que para el PRI y el sistema era más importante tener a un incondicional en la Fiscalía General de la República, controlando las Fiscalías Anticorrupción y de Delitos Electorales, que ganar la Presidencia de la República.

¿Es creíble lo dicho por el precandidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya?

En la primera e inédita reunión plenaria conjunta de diputados federales del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano, Anaya presumió que, gracias al trabajo de los legisladores del Frente se pudo frenar esa intentona. O sea que frenaron al que llamaron fiscal carnal, el entonces procurador General de la República, Raúl Cervantes Andrade, desprestigiándolo y calumniándolo.

Y, mire usted, no es ésta, en forma alguna, defensa oficiosa del abogado Cervantes, porque no es una hermana de la caridad. Pero, entonces, ¿de qué se espanta el joven presidenciable Ricardo Anaya?

“No es una exageración –acotó el joven Anaya–cuando decimos que, en ese momento, para el sistema era más importante, en la lógica del pacto de impunidad, controlar la Fiscalía General y las Fiscalías Especiales, inclusive más importante que ganar la Presidencia de la República. Quien evitó que ese atraco se lograra fueron ustedes, las y los diputados del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano”.

Y, bueno, después sostuvo que el precandidato del PRI, José Antonio Meade Kuribreña, “ya se desfondó en las preferencias electorales”.

Don Pepe Toño puede emplazar a Anaya Cortés a que le demuestre y sustente su dicho. ¿Es guerra sucia o puntada lo expuesto por Anaya? Y es que, bueno, informó que su equipo presentó quejas ante el Instituto Nacional Electoral (INE), porque sus adversarios realizan campañas sucias, y aseguró que tiene evidencia de que se han pagado videos en Youtube y en Facebook para desprestigiarlos.

También el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador pidió al INE investigue quién paga las campañas de desprestigio enderezadas en su contra. ¿Y qué de lo que él usa en desprestigio de sus contrincantes? O por qué se queja el ahora Morenista Miguel Barbosa Huerta, de que igual hay una guerra sucia en su contra, porque se divulgó un video en el que opera el acarreo, en el estado de Puebla, para los mítines de quién ya saben quién.

¿Meade ya se desplomó?, como acusa Anaya. ¿Nuño suplirá a Meade?, tal cual fue el vaticinio de López Obrador. Ocurrencias de campaña, políticos con la piel sensible a lo selectivo. ¿Y las propuestas de verdad?

Dice el coordinador de los diputados federales del PRD, Francisco Martínez Neri, que la coalición Por México al Frente, es la opción más viable para cambiar el destino del país. Algo similar pregonan desde Morena. ¿Y el PRI? Bueno, bueno, afina la caballería. Digo.

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