Juan Barrera Barrera
Andrés Manuel López Obrador sigue como si estuviera en campaña, imponiendo agenda de discusión con su clásica retórica que levanta ámpula en ciertos sectores, preocupación en otros, críticas en algunos más y discusión en los medios de comunicación.
Sus discursos a veces son muy confusos y contradictorios que integrantes de su equipo o analistas que coinciden con su ideario y proyecto de nación salen a tratar de interpretar o explicar al público el contenido de sus afirmaciones, como sucedía con Vicente Fox por su incontinencia verbal.
En un par de semanas declaraciones sobre la situación financiera, la corrupción y la prensa han provocado fuerte polémica. La más reciente fue la aseveración en torno a que recibirá un país en bancarrota, cuando una semana antes había dicho lo contrario destacando la estabilidad económica y financiera del país, en concordancia con el discurso del presidente Enrique Peña Nieto con motivo de su último informe de gobierno.
En bancarrota no, crisis social y moral
El sector empresarial fue el primero en salir a responder y aclarar que el país no está en bancarrota, pues tiene solvencia para cumplir con sus compromisos de deuda externa. López Obrador sorprendió a los empresarios y todo mundo, ya que hacía una semana había afirmado que recibiría un país estable y sin crisis económica.
Para algunos de sus críticos lo dicho por el político tabasqueño es un intento por justificar que sus propuestas de campaña son irrealizables porque no hay dinero suficiente en las arcas públicas y por lo tanto la nueva administración estará atada de manos.
Y si de culpables se trata, López Obrador encontró al Banco de México al señalar que sería el responsable de que sus promesas no se puedan cumplir por sus políticas financieras, cuando se sabe que las finanzas no son responsabilidad del BdeM, sino la política monetaria, de mantener baja la inflación. Cuando se entrevistó con el presidente del organismo, Alejandro Díaz de León, el diálogo fue terso, no hubo queja de AMLO, dijo que fue una reunión muy positiva.
El presidente electo se echó muchos compromisos a cuestas con los millones de mexicanos que lo siguen, que son básicamente los olvidados del sistema, y que realmente creen en él, ya que durante años ha recorrido el país con las banderas de que Morena es la esperanza de México y eso es lo que muchos ya han perdido.
Efectivamente muchos mexicanos tienen fincadas sus esperanzas en Morena para mejorar su condición económica y social. Ya han sido varias generaciones pérdidas porque las políticas neoliberales han hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Hay desesperación en la población que percibe que la clase política y el modelo económico los ha explotado, los expulsado del proyecto de desarrollo o que sólo sirven para alimentar las ambiciones desmedidas de los gobernantes y de la cúpula empresarial.
Pobreza y desigualdad: quiebra social y moral
Coincido en que la pobreza y las desigualdades sociales son la verdadera razón de que el país esté en bancarrota, esa es una verdad escandalosa. El martes el presidente electo sostuvo su afirmación que hace alusión a que el país enfrenta una situación de bancarrota, pero explicó que se refería a las décadas de nulo crecimiento económico que predominaron durante el periodo neoliberal, el incremento en la violencia y la inseguridad, así como los millones de pobres que se generaron durante estos años.
Durante su campaña electoral, AMLO cuestionó duramente a la administración del presidente Peña Nieto por sus políticas neoliberales que, según él, nos han llevado al despeñadero. Después contuvo sus críticas lo que despertó sospechas de que había acuerdos ocultos para apoyar al candidato de Morena, de ahí la nueva alianza PRIMOR que difundieron los de la coalición Por México al Frente (PAN-PRD-MC) que promovieron la candidatura de Ricardo Anaya.
La sospecha creció cuando el dirigente de Morena declaró que, de llegar a la presidencia, no perseguiría ni metería a la cárcel al presidente Peña Nieto, como sí lo había prometido Ricardo Anaya en caso de encontrarlo culpable de corrupción y en caso de ganar la elección, lo que no sucedió.
Han sido tres décadas sino pérdidas, por lo menos los resultados del modelo económico que nos han impuesto los organismos financieros internacionales, han sido desastrosos para por lo menos la mitad de la población mexicana que sufre desde pobreza moderada hasta pobreza extrema, pasando por la pobreza alimentaria. A ello tenemos que sumarle la violencia incontrolable, la corrupción y la impunidad que hacen de México un país en quiebra social y moral.
Liderazgo, pero con responsabilidad
Los problemas están ahí, los diagnósticos también. La mayoría de los mexicanos están urgidos de que se les haga caso, de que alguien no solo se preocupe, sino que se ocupe de ellos, que el nuevo gobierno les dé certidumbre, oportunidades reales de mejorar su precaria situación.
La gente ya no quiere discursos o más de lo mismo. Las masas empobrecidas quieren resultados ya. Esperan con impaciencia el cambio de gobierno, de un presidente que ahora sí les cumpla y que cumpla su palabra. Eso fue lo que reafirmó el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, al enfatizar que pese a la situación que vive el país cumplirá todo lo prometido en campaña, por lo menos.
La falta de claridad en las declaraciones de López Obrador no deja de causar confusión y preocupación. El presidente electo no puede estar continuamente declarando una cosa y después rectificar o cambiar de opinión. El país requiere de un liderazgo responsable, de un Ejecutivo que le dé rumbo al país.
La gente o las audiencias de AMLO, por su parte, tienen que estar conscientes de que el próximo presidente no es un mago que va a resolver todos los problemas. Son muchos los compromisos de campaña y los recursos escasos, pero los millones de mexicanos que votaron por AMLO no saben de finanzas públicas, sólo quieren resultados que les beneficien y el próximo gobernante tiene un 2019 muy complicado por lo que se requerirá de paciencia y no sabemos si los gobernados le tendrán un poco de paciencia.