Además de cumplir con sus propias promesas de campaña, el Presidente Andrés Manuel López Obrador deberá enfrentarse a serios retos dejados por la administración anterior, como elevar el crecimiento económico y el empleo; disminuir el nivel de endeudamiento del país y detonar la infraestructura a nivel nacional. Ejercerá un presupuesto de 5.5 billones de pesos en 2019
José M. Gijón Anaya
El pasado primero de julio, tras un largo periodo de campañas, debates y spots, se vino a confirmar formalmente algo que en la opinión pública fue evidente desde el principio: la rotunda victoria de Andrés Manuel López Obrador para asumir el cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con muchas promesas bajo el brazo.
El sexagésimo quinto Presidente constitucional en la historia de México llega al poder con muchas promesas bajo el brazo, pero en paralelo deberá lidiar con algunos lastres dejados por la administración peñanietista, marcada por sus enormes actos de corrupción.
Desde la óptica de su antecesor, Enrique Peña Nieto, el país alcanzó durante su administración un círculo virtuoso de crecimiento, estabilidad y desarrollo, logrando así una de sus principales metas durante el sexenio: reducir la pobreza y abrir un panorama de mayor desarrollo y oportunidades para los mexicanos.
En la opinión de Peña Nieto, entregó a la administración entrante “buenas cuentas en la estabilidad económica, en el crecimiento y en el desarrollo social de nuestro país”, dando énfasis en la estabilidad como una condición necesaria para lograr objetivos mediante una política fiscal prudente, inflación baja y entornos propicios para los negocios.
Pese a los datos ofrecidos por Peña Nieto, la realidad es que en materia económica el gobierno anterior tendió más a los claroscuros que a la espectacularidad, dejando pendientes en temas como la inflación, la deuda y la calidad del empleo.
El crecimiento económico anual promedio del gobierno peñanietista fue del 2.4%; número superior al 1.7% de Felipe Calderón Hinojosa y del 2 % de Vicente Fox Quesada, pero que sigue siendo inferior al 3.3% de Ernesto Zedillo.
Respecto a la inflación, 2015 puede caracterizarse como un año donde se registró como una de las más bajas de la historia, al ser sólo del 2.1%; sin embargo, la cifra escaló vertiginosamente para colocarse en el 6.7% en tan sólo dos años.
El peso de la deuda
Uno de los lastres más importantes que deja el gobierno recién finalizado es el nivel de endeudamiento del país, pues en los seis años del anterior gobierno el débito público casi se duplicó por la forma descontrolada de su manejo, pues al término del sexenio de Peña Nieto la deuda total del sector público representó el 57% del Producto Interno Bruto, lo que contrastó con el 33% del PIB en que ubicó seis años antes.
La cifra, ahora astronómica, rondaba los 5 billones 943 millones 288 mil de pesos a un año de que asumiera EPN la Presidencia de la República, incrementando a 6 billones 947 millones 446 mil 400 pesos en 2014 y a 8 billones 160 millones 589 mil 900 pesos el año siguiente, 17 % más.
El débito siguió en aumento. Pasó de 9 billones 693 millones 217 mil 500 pesos en 2016 a 10 billones 088 millones 979 mil 700 pesos netos durante el año pasado, lo que representó un incremento 4% entre ambos periodos.
Ahora una deuda histórica de 10 billones 427 mil 506.1 pesos recibe a López Obrador, de acuerdo con datos oficiales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Durante el segundo trimestre de 2018 aumentaron 12% los requerimientos financieros del sector público, acrecentando la deuda un billón 123 mil 394.3 millones de pesos respecto al año pasado, con un aumento de tres mil 77.7 millones de pesos por día.
El destino de los cuantiosos recursos en el sexenio fue el pago de intereses, comisiones y amortizaciones de la deuda, representando el rubro 533 millones 351 mil pesos (monto más alto registrado desde 1990). En porcentajes se destinó el 70 % para el pago de intereses del gobierno, el 23% para el pago de intereses de las empresas paraestatales y el 7% restante para el saneamiento financiero del Gobierno Federal.
Respecto a la deuda externa los datos se muestran igualmente poco alentadores, al haber aumentado a niveles no vistos desde el año 2000. El promedio de este rubro como porcentaje del PIB rondó el 14.72% durante los primeros años del gobierno de Peña Nieto, cifra que duplica el 7.2 % de deuda de Felipe Calderón y supera al 9.3 % de Vicente Fox.
El año que más se resintió en este aspecto fue 2016, al ver cómo llegaba al 18.3 % del PIB, el más alto de los últimos 15 años, destacando por el endeudamiento de Petróleos Mexicanos (Pemex).
“Ya traía un deterioro desde sexenios anteriores, sumando el mal manejo que hubo los tres primeros años del sexenio, cuando cayeron los precios del petróleo, esto ocasionó que Pemex dependiera más de endeudamiento externo”, explicó Marco Oviedo, jefe de Research para América Latina de la compañía de servicios financieros Barclays.
Planes inmediatos
Ahora, la administración de López Obrador tiene por tarea resarcir parte de los problemas inconclusos y llevar a cabo sus propias iniciativas, como lo son la construcción del Tren Maya, la edificación de 100 universidades públicas, implementar un Plan de Bienestar para las entidades, la continuidad de programas sociales como los de Prospera, el incremento a las pensiones, becas para estudiantes e incluso destinar recursos para el Plan de Mejoramiento Urbano y para la construcción y modernización de refinerías.
De acuerdo con el político tabasqueño, el presupuesto del próximo año alcanzará para cumplir con sus promesas de campaña, con los compromisos de los pagos obligatorios y el gasto fijo, como los 725 mil millones de pesos de intereses de la deuda pública, las participaciones federales a estados y municipios, las pensiones y las jubilaciones.
El mandatario plantea que se concretarán los planes del nuevo gobierno al ahorrar eliminando la corrupción, reduciendo los salarios de los altos funcionarios e implementando una ley de austeridad republicana.
Parte fundamental en los planes del mandatario es el presupuesto que se ejercerá en 2019, el cual será de 5 billones 300 mil millones de pesos, el cual podría crecer a 5.5 billones con incremento en producción petrolera y crecimiento económico. La economía mexicana ha crecido a un promedio del 2% y AMLO prometió impulsarla al 4% al cierre de su gobierno.
En entrevista radiofónica, previo a su toma de posesión el Presidente López Obrador negó “estar atado de manos” por los egresos comprometidos en administraciones anteriores.
Pagos ineludibles
El mandatario detalló que de lo que “no se puede evitar” o el presupuesto comprometido, 800 mil millones de pesos son para el pago de servicio de deuda, o sea los intereses del débito que, según indicó, pasó de 1.7 billones con Vicente Fox, a 10 billones con Enrique Peña.
Indicó que del presupuesto general, lo que se puede destinar a inversión en obras públicas son sólo 600 mil millones, por lo que propone cambios en la política económica sin dejar de considerar lo que “no se puede cambiar.”
“No puedes dejar de entregar recursos a estados y municipios, son transferencias federales. Un estado integra su presupuesto con el 90% de las transferencias federales que es más de 1 billón de pesos.
“El pago de nómina, que tampoco se puede eliminar, implica al Gobierno Federal un gasto de 1 billón 200 mil mdp (…) La partida de pensiones y jubilaciones 800 mil millones,” explicó el Jefe del Ejecutivo.
De este modo, el gobierno de López Obrador se queda con tres partidas para mover su presupuesto: gasto de operación del gobierno (800 mil millones de pesos) – del cual dijo que se realizará un ajuste de hasta del 30% que significa reducir número de oficinas, comprar bien, sin corrupción en contratos y compras -, subsidios (de entre 400 y 500 mil millones ) y la inversión pública.
“Se hace el ajuste, esto cuesta alrededor de 400 mil millones de pesos más otros compromisos que vamos a cumplir, de modo que vamos a liberar alrededor de 500 mil millones de pesos para financiar estos programas.”