Moisés Sánchez Limón
Dicen el presidente López Obrador y su vocero y su director de Pemex que no hay desabasto de gasolina. Presumen y se ríen de sus detractores porque no aumentó el precio de la gasolina. Pero la ausencia del combustible en por lo menos nueve estados del país derivó en mercado negro y compras de pánico. ¿Cómo se llama la historia?
El que ocurre sin duda es un gasolinazo que ha beneficiado, además de los huachicoleros, a vivales que aprovecharon esta perla en la forma de gobernar del señorpresidente, de evidente inexperiencia en la estrategia para combatir un grave y ofensivo problema de corrupción en Petróleos Mexicanos.
¿Y los pillos de cuello blanco? ¿Quiénes son estos corruptos del piso de la torre de Pemex que han operado esta ordeña multimillonaria? ¿Por qué no ha procedido el naciente gobierno con la aplicación de la ley y se ha empecinado en acusar por acusar en la idea efectista?
No cabe duda de que en el equipo de Andrés Manuel López Obrador hay un abierto desprecio al sentido común de los ciudadanos que cotidianamente resienten las consecuencias de la palabrería que adorna y pretende fundamentar medidas que, en otros tiempos, habrían implicado movilizaciones sociales, cierres de carreteras, violencia extrema en demanda de solución a problemas atribuibles a cualquiera de los tres niveles de gobierno.
Pero, vaya, ese desprecio tiene como fuente de inspiración a la forma de gobernar del presidente López Obrador, sustentada en el voluntarismo y una singular mecánica populachera que no puede ser, de ninguna manera, la praxis de quien tiene la responsabilidad de gobernar a más de cien millones de mexicanos, incluidos quienes no votaron por él.
De los políticos mexicanos suele decirse que son todólogos, vaya, que saben todo y lo que no lo inventan o, lo peor, lo imponen contra la voluntad social en un acto dictatorial porque, como asume su máxima López Obrador, “me canso ganso”.
En esa praxis incurren integrantes de su equipo, digamos los del primer círculo que, sin rubor alguno, asumen posturas ensalzadas en la soberbia y el desprecio, decía, al sentido común de los mexicanos todos, incluidos aquellos que defienden a rabiar irreflexivamente decisiones cupulares, signo de esta democracia vertical porque “me canso ganso”.
Lo peor es que, ayunos de humildad para admitir yerros, los socios integrantes del gabinete declaran lo que se esperaba como consecuencia de malas, pésimas decisiones que tienen elemental nacencia en el rencor y la venganza, como ocurrió con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, de cuyas consecuencias de cierre pagaremos de aquí y hasta 2040 los mexicanos con nuestros impuestos.
Una deuda que el sentido común avistó desde el mismo momento en que López Obrador lo determinó unilateralmente y luego aplaudieron sus socios de gabinete, en especial el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, quien ha trascendido ahora es beneficiario de la decisión que encareció las gasolinas, provocó mercado negro de éstas y generó irritación social.
El caso es que la oferta de campaña se ha convertido en un lastre para la naciente administración. El presidente López Obrador determinó –su consulta ciudadana fue una tomadura de pelo y ofensa al sentido común—que el NAIM sería cancelado y le importó un pito que serias opiniones le indicaran el error en que incurría, de la mano de un severo problema a las finanzas nacionales.
Los secretarios de Comunicaciones y de Turismo, incluso, han jugado el papel oficioso en defensa de esa decisión cuestionada documentalmente por el ex candidato presidencial José Antonio Meade; incurrieron en el papel de bravucones de barrio en apoyo de su jefe.
¡Ah!, pero el licenciado López Obrador sustenta su decisión en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y del desabasto de gasolinas, en el combate a la corrupción. En el primer caso, incluso, se aludió a una investigación de la Policía Federal que determinó la existencia de corrupción en costos de materiales, inflados en un alto porcentaje.
En el segundo caso, el Presidente asegura que desde el gobierno de Vicente Fox había contubernio en Pemex y la Secretaría de Hacienda para ordeñar los ductos y, por ende, lo de los huachicoles era pura pantalla, aunque quizá ignora esas imágenes de huachicoleros enfrentando a militares o protegidos por habitantes de las poblaciones bajo su control.
Empero, en todo caso por qué no se ha procedido contra esos funcionarios y empresarios involucrados en actos de corrupción, enriquecidos con ese tráfico de influencias. Nombres, nombres, señorpresidente. No salga usted con excusas pueriles y su amor y paz.
Por favor, deje usted de tomar el pelo a los mexicanos. No se burle del sentido común de los ciudadanos. Déjese usted de voluntarismos y, con la ley en la mano y las evidencias que dice tener, dé el paso que, sin duda, todo el mundo le aplaudiría. O ¿será que le tiembla la mano para aplicar la ley? Digo.
@msanchezlimon