Entresemana

¿Y los periodistas Presidente?

127

Moisés Sánchez Limón

¿Ahora los intelectuales pagados por los conservadores, señor Presidente? ¡Caray! Descubrió el hilo negro y, de pasadita, generalizó la estigmatización con ese discurso de odio hacia quienes no le son afines.

Adjetivos que mucho denigran y exponen a intelectuales, escritores, poetas, luchadores sociales, periodistas y opinadores ante oficiosos criminales que aprovechan el escenario para cobrarse afrentas muy personales o del crimen organizado. ¡Total!, el gobierno expone a la intemperie del linchamiento a aquellos que no le tapizan el camino con pétalos de frases elogiosas.

Hace algunas legislaturas, cuando vio venir a un grupo de periodistas el abogado y entonces diputado federal panista Juan José Rodríguez Pratts exclamó: “Ahí vienen esos muertos de hambre”.

El calificativo expresado por quien luego se sumó a páginas editoriales como sedicente columnista y hasta colaborador en el programa dirigido por Brozo, es uno de tantos despectivos con los que suelen referirse los políticos, de todos colores y siglas, a los periodistas, a quienes en público halagan pero han regateado el respaldo mediante legislación específica sin medianías ni eufemismos que nada tienen de defensa física y menos salarial.

Pero, mire usted, en realidad los problemas que enfrentamos en el gremio obedecen a cuestiones propias de quienes solemos asumirnos únicos e indivisibles.

El gremio está lleno de oportunistas, sedicentes periodistas, hampones de a cuanto la plana, personajes folclóricos que editan páginas pasquines y páginas católicas –salen cuando Dios quiere-con las que sorprenden a políticos que, con tal de aparecer en un comentario de alguna columna desconocida editada en una hoja volante, suelen pagar.

Y son dádivas miserables porque, en el medio periodístico se conoce bien a ese tipo de mercenarios que por unos cuantos pesos venden y desprestigian al gremio. Merced a esa pléyade mercenaria nos tratan como nos trata el licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Entre esos personajes están aquellos que se asumen periodistas y que, casualmente, han pasado el filtro montado con al visto bueno de Jesús Ramírez, el vocero presidencial, que es ejemplo de la estrategia para fichar periodistas y admitir a los que no sean incómodos fifís para el señorpresidente.

Si usted observa bien a quienes se llaman reporteros y reporteras y preguntan ñoñerías o se tienden cual alfombra para que el señorpresidente se luzca con vaguedades y no responda puntualmente a la pregunta que le plantean, esos sí, reporteros y reporteras que son conocidos en el gremio.

Porque, como le digo, los periodistas somos lobos que cazamos en jauría pero disfrutamos la pieza que nos toca en privado. Cada quien sabe quién es el vecino de al lado que celular en ristre o grabadora de lujo estira la mano para hacer como que trabaja, porque nadie sabe dónde publica y mucho menos en dónde redacta tal cúmulo de información de chile de dulce y de manteca, pero que acosa al diputado, a la legisladora, al político de medio pelo para extorsionarlo asumiéndose representante de reporteros.

Ese es uno de los flancos que en el gremio periodístico tenemos abierto quienes nos hemos ganado la vida en el ejercicio de esta profesión-oficio y que estamos expuestos, hoy más que nunca, ante la maledicencia de quienes creen que con asesinar a un periodista intimidan a los miles que ejercemos en el país, lo mismo en trincheras modestas que en aquellas de miles y miles de lectores y cientos de miles de visitas en las páginas web.

Porque, además de que el gobierno del licenciado López Obrador ha metido en severos aprietos económicos a importantes medios impresos y electrónicos que han derivado en una perversa autocensura que, de la mano, ha arrastrado al desempleo a cientos de periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, también dio una especie de banderazo para que los ofendidos hagan justicia por propia mano y asesinen a periodistas porque les son incómodos.

Veamos un ejemplo de suyo grave y alarmante. El miércoles de la semana pasada, en Chetumal, Quintana Roo, Rubén Guillermo Vizcaíno Aguilar, hermano del colega Roberto Vizcaíno, fue víctima de un atentado con balazos que impactaron en su casa; se trató, sin duda, de un aviso, como refiere Roberto, porque los criminales pudieron haber ido directamente a matar a su hermano.

Como ocurrió la noche del viernes pasado, cuando frente a su domicilio en San Luis Río Colorado, Sonora, el colega Santiago Barroso fue asesinado a balazos. Con el suman cuatro periodistas ultimados en nuestro país en el primer trimestre de este año. Y, de acuerdo con la negra estadística, 145 han sido asesinados desde el año 2000.

¿Cuál ha sido la reacción del licenciado López Obrador? Enunciativa, simple y llanamente enunciativa, como la de diputados y senadores que en la actual LXIV Legislatura federal desaparecieron a ese elefante blanco que se presumía defensor de los periodistas y que consumía millones de pesos en presupuesto sólo para lamentar y condenar cada atentado contra comunicadores.

Pero, el caso va más allá de un protocolo nacional de protección a periodistas. Porque no se trata de dotar de guardaespaldas a los colegas amenazados, que los hace más blanco de mentes y manos criminales.

Hoy, con esa austeridad republicana que aplicó tabla rasa, sin política de comunicación bien pensada, a los medios de comunicación y oferta apoyos publicitarios con tarifas castigadas a los grandes consorcios impresos y electrónicos, ha metido en el tobogán de la muerte por inanición al resto, a los medianos y los pequeños dirigidos por periodistas y alimentados con contenidos informativos por periodistas, no mercenarios ni estos opinadores que hicieron pingües negocios con millonarios directores de comunicación social que cobraron jugosas participaciones.

Hay una tendencia a la organización de los colegas para atender esta grave situación de indefensión física y económica en la que, en nombre de la 4T, el señorpresidente López Obrador y su inexperto vocero han metido a medios de comunicación que son empresas sociales y cuya razón de ser no es de vendeplanas ni el cobro por mención.

¿Volteará Andrés Manuel a atender este tema? Porque, insisto, sin política de comunicación ni mecanismos de respaldo a las empresas sociales que son las de comunicación, con el cotidiano descalificar a periodistas y medios y ahora a los intelectuales en general, sólo alimenta a las gruesas facturas que manos criminales han comenzado a cobrar a periodistas, periódicos, estaciones de radio y televisión de carácter casi marginal por el nivel de sobrevivencia en todo el país. Digo.

[email protected]

www.entresemana.mx

@msanchezlimon