Política Global

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  • La 5-T contra la 4-T o satélite de Morena
  • Relevo en el PRI, en sus horas más bajas
  • La imposibilidad de reformar al tricolor

Juan Barrera Barrera

Alejandro Moreno Cárdenas (Alito para sus amigos, Amlito para sus críticos), el precandidato más posicionado a presidir al PRI por los próximos cuatro años, ha lanzado, el miércoles, su proyecto de partido, “el mejor de todos los tiempos” en una sola frase: “Vamos por la quinta etapa del PRI”.

La primera atapa es su fundación como PNR; la segunda su transformación en PRM; la tercera la entrada a la vida de las instituciones, el PRI; la cuarta etapa la XIV Asamblea Nacional que le correspondió impulsar a Luis Donaldo Colosio en 1990. Moreno Se comprometió a impulsar la quinta etapa del PRI. En el arranque de la campaña por la presidencia de su partido dijo que tras la cuarta etapa es necesario iniciar una nueva historia.

Habría que hacer un poco de memoria de aquella fallida XIV Asamblea. En su discurso de toma de protesta ante la Asamblea Nacional del PRI, el 1ª de septiembre de 1991, Colosio expuso: “Vamos juntos a poner punto final a la perversión política de las decisiones cupulares y centralizadas; vamos a poner punto final a la imposición y a la antidemocracia”.

El sonorense tenía como objetivo la democratización interna de lo que sería el “nuevo PRI” para enfrentar los nuevos reclamos sociales y los retos de una nueva realidad política que el electorado le había impuesto en las controvertidas elecciones presidenciales de 1988 que llevaron al poder a la tecnocracia encabezada por Carlos Salinas de Gortari.
PRI, irreformable

Luis Donaldo Colosio no logró su cometido de democratizar al PRI, aunque fuera bien intencionado, pues nadaba entre un mar infestado de tiburones que se resistían a cualquier cambio. En realidad, la dichosa Asamblea sirvió para ratificar como dirigente nacional al malogrado candidato presidencial (era presidente del PRI por mandato del Consejo Nacional), pues siempre tuvo el camino pavimentado, sin oposición interna y contaba, sobre todo, con el respaldo de su amigo, Carlos Salinas.

Don Rodolfo González Guevara, dirigente de la disidente Corriente Crítica y fundador e ideólogo de la Corriente Democratizadora, advertía de la simulación que representaba esa Asamblea, decidió, junto con su organización, no participar por el riesgo de ser expulsados.

Posteriormente tomó la decisión de renunciar al PRI por la imposibilidad de democratizarlo.

La XIV Asamblea Nacional del PRI no cumplió con los objetivos trazados por su dirigente y la perversión política, y decisiones cupulares centralizadas siguen vigentes como antaño. Alejandro Moreno, que va por la quinta etapa del PRI, es el aspirante más cuestionado por ser el “preferido de la cúpula priista”. Los otros dos, avalados por la Comisión Interna, son la yucateca Ivonne Ortega y Lorena Piñón, sin posibilidades.

Por la perversión interna y las decisiones cupulares de la dirigencia del tricolor, uno de los aspirantes, José Narro Robles, renunció a sus aspiraciones y a sus 46 años de militancia, después siguieron otras defecciones. “Quise ayudar a rescatar al partido de las garras de la simulación, nunca me he prestado a ella y este no será el caso”, dijo el ex rector de la UNAM en un video difundido en las redes.

La 5-T contra la 4-T o satélite de Morena

Mal y de malas el antiguo partido único. Hay voces que han afirmado que el PRI está tan viciado que es imposible democratizarlo, que es un partido que no tiene remedio, incluso se han aventurado a predecir su desaparición, pero ha sabido recuperar el poder. El anciano partido viene de perder una elección de forma dramática, la peor de su historia y ahora parece no encontrar el rumbo político inmediato, siempre dependiente de la mano presidencial.

Después de cada asamblea sus ideólogos anunciaban que el PRI salía unido, renovado y fortalecido. Pero en los hechos no hay renovación ni en la retórica. Actualmente el PRI es el partido con mayor rechazo entre la ciudadanía y con una credibilidad en su proceso interno de renovación por los suelos. El CEN encabezado por Claudia Ruiz Massieu no fue capaz de mandar un mensaje creíble de transparencia y de equidad en la contienda interna.

Los errores y la inclinación velada hacia el ex gobernador de Campeche pervirtieron el proceso interno, y el liderazgo de su próximo dirigente nacional llegará a Insurgentes Norte muy cuestionado y carente de credibilidad ante la militancia y falta de confianza entre la sociedad, con el riesgo de sufrir fracturas.

Por si fuera poco, sobre Moreno Cárdenas pesan las acusaciones de sus contrincantes priistas de que entre él, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el ex presidente Enrique Peña Nieto hay un pacto para llevarlo a cómo dé lugar a la presidencia del PRI y convertirlo en un satélite de Morena, ¿será? Lo anterior porque de un tiempo a la fecha Alito le ha bajado a sus cuestionamientos contra AMLO y Morena, lo que ha llamado a “sospechosismos” políticos.

Morena igualmente está por entrar en su proceso interno de renovación de su dirigencia nacional y al igual que el PRI los conflictos internos lo acechan. La confrontación entre el senador Ricardo Monreal, a través de su suplente, Alejandro Rojas, y Yeidckol Polevnsky es un anuncio de alerta y el estado de México puede convertirse en una auténtica bomba política.

A la vista solo hay dos aspirantes a tomar las riendas de Morena: la propia Yeidckol que buscará reelegirse y Bertha Luján, pero no descartemos sorpresas. El diputado Mario Delgado puede ser el guardadito.