Política Global

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  • ¿Nueva luna de miel AMLO-SLIM?
  • El factor Carso está de regreso
  • Empresarios dialoguistas y ultras

Juan Barrera Barrera

El martes el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y un sector del empresariado, el dialoguista, el colaboracionista, encabezado por el hombre más rico del país, Carlos Slim Helú, dieron una demostración de acercamiento real que podría sentar las bases para un nuevo entendimiento entre el poder político y el económico.

El Gobierno de México y Carso, IEnova y TC Energy, empresas constructoras de gasoductos para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) llegaron a un acuerdo por el cual la administración federal ahorrará 4 mil 500 millones de dólares, aseguró el Ejecutivo federal y el país podrá acceder al gas de Texas, el más barato del mundo.

El gobierno renegoció con tres empresas (queda pendiente la negociación con Fermaca) por el precio del transporte del gas de más de 2 mil 600 kilómetros en siete nuevos ductos que abastecerán a por lo menos un tercio del consumo del combustible, lo cual fue posible gracias a la disposición al diálogo de los empresarios, reconoció López.

En una relación de ganar-ganar el gobierno se ahorrará algunos millones de dólares, los especialistas aseguran que no es la cantidad que dijo el presidente, pero gana en imagen y tras el anuncio, las acciones de Grupo Carso, vieron un aumento de 2.11 por ciento, las de IEnova y TC Energía avanzaron en 1.66 y 0.94 por ciento, respectivamente, incluso las acciones de Fibra CFE subieron 3.64 por ciento.

El factor Slim vuelve al escenario

Slim había tenido un importante protagonismo previo a la renegocian y se había entrevistado con el presidente para sentar las bases del acuerdo del martes y de esta manera evitar que el litigio llegará a los tribunales internacionales en donde el gobierno, según especialistas, tiene todas las de perder tanto en recursos como en imagen.

Desde el inicio del nuevo gobierno las relaciones entre poder político y económico han sido muy ríspidas. Ha habido reuniones y encuentros entre AMLO y los empresarios en las que se han anunciado cuantiosos recursos en inversión privada, pero sin concretarse, debido a las señales encontradas del gobernante tabasqueño.

La ausencia de un ambiente de confianza no deja de ser una mala señal para los inversionistas extranjeros que a falta de confianza no arriesgan sus capitales en la participación de proyectos productivos en territorio nacional y prefieren llevárselos a otros países emergentes. Se espera ahora que López Obrador le baje una rayita a sus agrias críticas a los dueños del dinero o por lo menos que los focalice, porque no es lo mismo Slim que el dirigente nacional de los patrones, Gustavo de Hoyos.

Los empresarios mexicanos, los grandes empresarios, los que han hecho sus fortunas en buena medida amparados por el poder político, por el Estado mexicano, que durante muchos años fungió como su verdadero administrador, por lo menos desde la época de Miguel Alemán, les cuesta mucho trabajo adecuarse a la nueva realidad y a construir una nueva relación con el gobierno de la transformación.

Empresarios dialoguistas y los ultras

Hay unos dueños del capital que tienen mucho más capacidad de adaptación, dispuestos al diálogo (además de Carlos Slim, Carlos Salazar Lomelí, presidente del Consejo Coordinador Empresarial). Otra minoría, eso creo, son los más ideologizados con posiciones ultraderechistas, como el dirigente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos Walther y Claudio X. González hijo.

Estos dos personajes no conciben que un gobernante de las izquierdas haya llegado al poder y romper con la ominosa tradición de ser un subordinado del empresariado, y que les haya truncado (lo mismo que al Grupo Atlacomulco y al mismo Slim) el gran negocio que representaba la construcción del aeropuerto de Texcoco. Ambos empresarios encabezan la verdadera oposición política a la 4-T y son los que han promovido el alto número de demandas y amparos contra la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.

Ya no es la lucha por los proyectos de nación lo que los mueve, sino la lucha por retomar la vía de los privilegios, de los negocios. Añoran los tiempos del cambio estructural, del Estado mínimo.

Se desagarran las vestiduras y siguen creyendo que la conducción de la nación hasta antes de 2018, la manejaban los hombres letrados, formados en las universidades extranjeras más prestigiadas, y por lo tanto ellos si sabían gobernar.

Uno de los aciertos del presidente Andrés Manuel López Obrador fue haber separado, espero que definitivamente, al Estado de la iniciativa privada, aunque no del todo, ya que López Obrador se ha apoyado en dos poderes facticos: Televisa y TV Azteca, tradicionales soldados del antiguo régimen, dirán algunos que es por mera estrategia.

Nadie esperaba que la relación del nuevo gobierno con el sector empresarial fuera tersa. El sector siempre ha sido enemigo del tabasqueño, pero ambos se necesitan. El país requiere necesariamente de la inversión privada para crecer económicamente y generar empleos y el gobierno crear las condiciones para la inversión local y foránea.

En principio creemos que habrá una nueva relación entre el gobierno de la 4-T y los hombres del por económico, pero tal vez sea muy prematuro echar las campanas al vuelo.