Moisés Sánchez Limón
El pasado domingo, Ricardo Monreal cerraba el desfile de oradores en la tribuna de la Cámara de Diputados, cuando molesto acalló protestas de la diputación federal del PAN y exigió respeto para Porfirio Muñoz Ledo y les dijo que muchos de ellos no habían nacido cuando Porfirio ya era Porfirio. ¡Respétenlo!, urgió.
Y Porfirio, apoltronado al centro del presídium, mantuvo clavada la mirada en ninguna parte sin demostrar emoción alguna ni agradecimiento a la bizarra defensa que de él hizo el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado y coordinador de la bancada senatorial de Morena.
Sin embargo, Porfirio está al centro de una discusión que borda en los linderos de un procedimiento legaloide impulsado por una tribu de Morena, identificada con Yeidckol Polevnsky, encargada de la Presidencia del partido de Andrés Manuel López Obrador, quien ya advirtió los riesgos de que Movimiento Regeneración Nacional se vuelva un partido más, atenazado por esa fiebre del poder por el poder mismo, e incluso advirtió que renunciaría a éste.
Y la renuncia de Andrés Manuel, si éste fuera un acto de plena congruencia, dejaría a Morena en la orfandad con una difícil cuesta para mantener su 37 por ciento de preferencia en el electorado y, por ende, la mayoría en la Cámara de Diputados, espacio fundamental en la construcción de la 4T pero que no superaría, por sí solo, la aduana de la elección intermedia de 2021.
Por eso, si a ese grupo en el que está Mario Delgado y juegan un papel preponderante las diputadas Tatiana Clouthier y Dolores Padierna, por citar a unas de las más visibles, junto con Yeidckol y media docena de senadores de Morena, al lado de Martí Batres Guadarrama, el mensaje de López Obrador fue exprofeso.
Y, sin duda, esos legisladores cuya influencia en Morena no está a discusión, no tienen el más mínimo interés de que el licenciado López Obrador los abandone cuando su carrera política prácticamente comienza con la asunción al poder, a las ligas mayores.
Por eso, ¿cuál es la validez que entraña la embestida iniciada por Dolores Padierna para instalar a Porfirio Muñoz Ledo en la Presidencia de tres años en la mesa directiva de la Cámara de Diputados, con una mala señal hacia Insurgentes y Reforma, donde Ricardo Monreal Ávila libró una cruenta batalla contra el grupo que tiene el poder en y sobre Morena?
Mire usted, ese grupo que consideró sencillo empoderar a Batres en la presidencia senatorial, es el mismo que ha endulzado el oído a Muñoz Ledo para que se quede. Porfirio está, enfermo, por más que haya reaparecido con genuina vitalidad merced a ese elíxir que se llama PODER.
Hace seis años, Porfirio le confesó a la colega Carole Simonnet que pensaba en el retiro, En un espacio de la larga entrevista publicada en el suplemento Enfoque, Carole resumió el sino de Muñoz Ledo: “(…) no entró a la política por palancas o herencia familiar. Pertenece a una estirpe de políticos intelectuales en extinción que veían en la educación el mejor vehículo para ascender”.
Por ello, en esos días previos al 23 de julio, cuando cumpliría 80 años, Porfirio no pensaba en el retiro. Forjado en esa pléyade de intelectuales, él fue y ha sido más un político culto decidido a no quedarse con las aspiraciones dormidas.
Así, quiso ser gobernador de Guanajuato por derecho de sangre y aspiró a la Presidencia de la República, por eso renunció al PRI, el partido que le posibilitó encumbrarse y al que prefirió combatir desde la oposición.
Por eso, no es raro que Muñoz Ledo haya sucumbido a la oferta de ser Presidente de la Cámara de Diputados en los próximos dos años e hilar al primero que lo ha visto desmadejarse vencido por la edad pero de pronto, salido de una operación de la vesícula, pareciera que como buen boxeador que es, tomó un aire a mitad de la pelea estelar y cumplió con el vaticinio de que no abandonaría la presidencia cameral.
Y conste que no es un secreto que al inicio de la actual LXIV Legislatura hubo discrepancias entre Porfirio y Mario Delgado, porque el itamita consideró que la Presidencia cameral estaba hecha para él, porque Muñoz Ledo acusaba severos problemas de salud. Vaya, hubo apuestas de que Dolores Padierna, primera vicepresidenta de la mesa directiva, asumiría el cargo por prelación. Pero Porfirio reapareció con tanta vitalidad, suficiente vitalidad como para aspirar a seguir en la Presidencia.
Si así fuera, es una aspiración válida de un hombre que a los 86 años puso orden el pasado domingo en una incivilizada asamblea legislativa que se repartía insultos y descalificaciones, aunque él estuvo en el ojo de la crisis dominical porque, pasar por encima del ordenamiento del artículo 17 de la Ley Orgánica del Congreso General, respecto de la rotación de la Presidencia, implica en Porfirio complicidad y beneficio montado en la ilegal y, ésta sí evidente, espuria presidencia.
Sí, molesta y ofendida la bancada del PAN llama espurio a Muñoz Ledo porque, además, permitió que la bancada de Morena operara con una estrategia legaloide para permitir la propuesta de la mesa directiva del panismo y echarla a tierra con el mayoriteo que impidió la votación calificada y llevó a asumir la disposición de cinco días como plazo para que la Junta de Coordinación Política decida cómo llenar la ausencia de una mesa directiva en el segundo año de la LXIV Legislatura.
Pareciera un galimatías. No lo es. El caso es sencillo: un problema legal creado por un aspiración ilegal, sueños de poder, aspiraciones bastardas que han implicado a Muñoz Ledo en una asonada, la que él acuso había ocurrido en el Senado, pero ahí hubo una negociación, la operación de Ricardo Monreal.
Negociación y operación política de Monreal que apenas al inicio de semana ha derrotado legalmente, mediante fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a Martí Batres Guadarrama; enterró las pocas esperanzas legales que aún tenía Batres en esa pretensión de reelegirse como presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
El hecho es que, ocurra lo que ocurra en Cámara de Diputados para definir a la mesa directiva y mantener en la Presidencia a Porfirio Muñoz Ledo, ese grupo golpista ha sentado un pésimo precedente que, por ambicioso y gadalla, supera al golpe que en diciembre de 1997 dieron precisamente Porfirio, Dolores Padierna, Pablo Gómez, Carlos Medina Plascencia y la maestra Ifigenia Martínez, entre otros prohombres del Legislativo, al entonces coordinador de la bancada del PRI y presidente de la Gran Comisión, Arturo Núñez Jiménez.
¡Ay, Porfirio!
Y, mientras en el Palacio Legislativo de San Lázaro habrá de buscarse como desfacer entuertos, en el Senado hay sonrisas en el equipo de Ricardo Monreal, legítimas sonrisas porque, por unanimidad, la Sala Superior del órgano judicial revocó la resolución de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, que anulaba y ordenaba reponer la votación interna de la bancada en la Cámara Alta en la cual fue electa Mónica Fernández Balboa como presidenta del Senado.
Ricardo Monreal, coordinador de los senadores morenistas, presentó ante la instancia judicial una impugnación a la determinación de dicha Comisión de su partido.
Notificado del fallo a su favor, Monreal evitó echar cohetones pero celebró que le haya asistido la razón jurídica y moral. “Nos asistió la razón”, comentó Monreal.
Lo cierto es que éste fue otro golpe para Batres Guadarrama, quien estaba aferrado a la silla de la Mesa Directiva de la Cámara Alta, pero también para Yeidckol Polevnsky, quien se empeñó y manipuló a la Comisión Nacional de Honor y Justicia para que se apresurara a dictaminar la queja en favor de Martí. Esa mano es la que mueve la cuna en San Lázaro y utiliza a Porfirio.
Veamos de qué tamaño es el golpe a Polevsnky. El resolutivo del Tribunal Electoral Federal explicó que la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena carece de competencia formal y material para conocer y resolver de aquellos asuntos relacionados con el derecho ejercido por los grupos parlamentarios en relación con el procedimiento de elección para integrar la Mesa Directiva del Senado de la República.
No hay duda. Martí Batres queda mal parado ante sus compañeros de bancada, a quienes acusó de recibir cañonazos (de dinero) para votar en su contra; queda mal con López Obrador, los electores que votaron por él y, la cereza del pastel: Ricardo Monreal será su jefe directo en la bancada de Morena. Conste.
@msanchezlimon