Discursos desde el púlpito
Francisco J. Siller
Que se necesita para que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador actúe ante la escalada de violencia que se vive en diversas regiones del país. El lunes fue la población de Aguililla en Michoacán, donde fueron asesinados 14 policías estatales. El martes, en Tepochica, municipio de Iguala, murieron otros 15, solo que esta vez, delincuentes armados enfrentaron al Ejército. 14 fueron abatidos y un soldado perdió la vida.
Horas antes de la artera emboscada a los policías michoacanos, el lunes en Palacio Nacional se presentaba un informe sobre seguridad pública del Gabinete de Seguridad. Asegurar que con su llegada la 4T y con sus programas sociales, la inseguridad en el país se ha reducido, cuando en los números crudos, va en aumento, así como la percepción de la población de que poco o nada se esta haciendo.
Alfonso Durazo –quien encabezó el informe– se sumó a la política de “tengo otras cifras” que ha acompañado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador desde el inicio de su mandato. Habló de un “punto de inflexión” sobre homicidios dolosos, según él hoy menores a los registrados entre 2015 y 2018. Para él hay un quiebre real en la tendencia de crecimiento en el número de muertes. Habló de una herencia violenta por décadas, como disculpando lo que en realidad ocurre.
López Obrador no esta dispuesto a ceder un ápice en la lucha contra el crimen organizado, pero no para combatirlo abiertamente. Para él las estrategias de los últimos gobiernos fueron equivocadas. Enfrentar la violencia con violencia, que error. Hoy hay un nuevo paradigma en seguridad, dijo en la matutina del martes. Por la tarde se dio el enfrentamiento en Iguala. Criminales agredieron al Ejército, que ahora si se defendió.
Para una homilía desde el púlpito de una iglesia, el discurso retórico del presidente, queda muy bien. “El mal hay que enfrentarlo haciendo el bien”, porque ese es el espíritu de la nueva estrategia de seguridad. Se le olvida que hoy es el jefe de un estado violento a más no poder, y que debe actuar en consecuencia. Con regaños y buenos consejos no va a conseguir nada.
Para el programa de seguridad del gobierno López Obradorista, el uso de la fuerza para combatir al crimen organizado no debe usarse de manera prioritaria. Hace dos o tres semanas, las fuerzas armadas y la flamante Guardia Nacional recibieron instrucciones de defenderse, les desataron las manos. La muestra hoy está en Iguala, donde criminales atacaron un destacamento militar.
“No queremos enfrentamientos, no queremos la violencia”, dice. Pero quien la quiere. No es con su constante llamado a que se abandonen las armas como se encontrará la paz. Como Presidente de la República debe poner los pies en la tierra y abandonar su mundo celestial y responder con toda la fuerza del estado para pacificar al país. Entoncer quizá podrá cumplir su sueño de la 4T.
La reacción de las redes sociales no se hizo esperar, tras la matanza de policías en Aguililla y la muerte de los delincuentes en Temochica. Y López Obrador debería ponerles atención. La interacción con estos dos hechos fue de cinco a uno. Pero no para aplaudir esa política superficial, sino para exigir que se actúe en consecuencia para impedir que hechos como estos se multipliquen en detrimento de una población temerosa.
Regresando a la presentación de Durazo y su famoso punto de inflexión –fórmula matemática que significa igual a cero; mayor a cero o menor a cero– dijo que el 41.5 por ciento de los homidios dolosos se concentran en Guanajuato, Baja California, Estado de México, Jalisco y Chihuahua, pero dejó fuera a los estados clave: Michoacán y Guerrero, donde en dos días han muerto 29 de forma violenta, entre delincuentes y fuerzas del orden.
Durazo evitó dar datos duros, se limitó a presentar porcentajes y más porcentajes, que en realidad nada aclaran, porque son contradictorios a la realidad, sobre todo porque buscó regionalizarlos y así asegurar que, la focalización de los delitos en el país se dan solo en una sexta parte del territorio nacional. Así que si le hacemos caso, pues debemos estar tranquilos, aunque el miedo nos invada, cada vez ue salimos a la calle.
Francisco J. Siller
CEO y Editor de Infórmate