Política Global

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  • Morena primeras asambleas conflictivas
  • Carencia de identidad ideológica
  • Evitar el desmoronamiento democrático interno

Juan Barrera Barrera

Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Inició sus asambleas distritales en una docena de estados para elegir a los delegados al Congreso con rumbo a la renovación de la dirigencia nacional del partido en el poder en noviembre. La realización de estas asambleas terminaron, no todas, como se pronosticaba: en medio del conflicto, ya sea por la falta de organización, impugnaciones al padrón y por la infiltración de provocadores que violentaron las reuniones.

Ayer por la noche la dirigente nacional de Morena, Yeidkcol Polevnsky, informó que pedirá al Comité Ejecutivo Nacional de Morena que suspenda las asambleas distritales que se realizarán este fin de semana porque un primer informe de los hechos violentos del fin de semana en Jalisco y otros estados muestra irregularidades en 25%. Polenvsky convocó a reunión del CEN para que hoy viernes solicite la suspensión de las asambleas que se realizarán este fin de semana y advirtió que exhibirá públicamente quienes no voten a favor de la suspensión para que se responsabilicen en caso de haya violencia.

Aparte de lo sucedido este fin de semana, el escenario político interno de Morena no le era nada favorable, lo que exhibe al instrumento político que llevó al poder al presidente Andrés Manuel López Obrador, en un ente al borde de la ingobernabilidad, con el amago del máximo líder morenista de abandonar sus filas si su movimiento “se pudre” por la incapacidad de llevar una renovación ordenada, transparente y creíble.

La Ley Bonilla que está a punto de ser un hecho, es un asunto que afectará terriblemente la credibilidad democrática de Morena y rebotará en la imagen del presidente, Andrés Manuel López Obrador. Las pugnas entre los aspirantes a la dirigencia nacional han rebasado a los órganos internos del movimiento. No hay coincidencia en el método: elección directa o encuesta. Polevnsky y el diputado Mario Delgado quieren encuesta; Bertha Luján y Alejandro Rojas Díaz Durán, están por la directa.

La disputa entre moderados y radicales. Los dos primeros se ciñen a la propuesta de López Obrador porque son más confiables que el padrón y pueden evitar rupturas. Los otros dos no quieren que se excluya a nadie, argumentan. Una encuesta del periódico El Financiero da un empate técnico entre los moderados (15% Delgado Carrillo contra un 12% de Polevnsky) muy abajo los radicales (Rojas con un 5%, mientras que un 3 % sería para la sindicalista Luján).

¿Cómo organizar internamente a Morena? Muy difícil organizar internamente un movimiento de las dimensiones de Morena. Como sabemos es un vasto movimiento heterogéneo en donde convergen muchas organizaciones, corrientes, tribus, grupos, grupúsculos, algunos de derecha y hasta de la ultraderecha religiosa.

Morena carece de identidad y cohesión ideológica

En parte la situación interna de Morena se debe a que carece de una identidad político ideológica propio por la falta de educación política. Morena desde el 2018 aprobó la creación de su escuela de cuadros, pero no ha podido avanzar como sus organizadores quisieran (Rafael Barajas El Fisgón, principal responsable) porque la dirigente nacional, Yeidkcol Polensvky, no libera los recursos (se habla de 500 millones de pesos) para llegar a todos los estados y municipios.

La falta de cohesión ideológica y de estructura de Morena son dos puntos esenciales en cualquier organización política que aspire a convertirse en partido político y poder identificarse con sus bases, simpatizantes y sociedad en general que la diferencie de los demás partidos. Ser de izquierda se ha convertido en un modismo porque en realidad la mayoría de los militantes desconocen qué diablos significa ser de izquierda.

Muchos se subieron al tren de Morena porque lo vieron como otra oportunidad de continuar sus carreras políticas personales cuando creyeron que en sus antiguos partidos su época había llegado a su fin, otros abandonaron sus partidos porque nunca les dieron la oportunidad de crecer y buscaron cobijo en la izquierda.

A poco más de un año del triunfo electoral histórico de la izquierda partidista, los conflictos internos han ido creciendo por la feroz disputa del liderazgo nacional. De nada ha servido el amago del presidente López Obrador de abandonar sus filas, pero en el hipotético caso de que así fuera, no tenemos que quebrarnos la cabeza para saber el impacto negativo que tendría en Morena su salida y en millones de mexicanos.

Sin duda sería el principio del fin de un gran movimiento que tuvo sus bases en el cambio social profundo de un México desigual e injusto y empobrecido, proyecto que se pondría en serio peligro por la pobreza política-ideológica y de principios de una parte de sus dirigentes. A cinco años de su fundación Morena enfrenta su primera gran crisis interna.

¿Crisis de crecimiento?

¿Crisis de crecimiento de Morena? Muchos militantes y dirigentes locales impugnaron el padrón de su partido y al encargado de integrarlo inicialmente, Gabriel García, ex secretario de organización de Morena, ahora coordinador de los llamados superdelegados estatales y uno de los personajes de la mayor confianza de AMLO, cuyo protagonismo ha sido muy discreto, alejado de los reflectores que a otros de sus correligionarios gustan de hacer uso constante.

Nadie sabe, o se hacen que no saben, cuántos afiliados realmente tiene Morena y ese es un mal de muchos partidos. En el PAN las sospechas sobre el padrón y los métodos antidemocráticos de elección del candidato a la presidencia de la República el año pasado, abrieron las puertas para la salida de muchos panistas.

Morena está ante su primera prueba de fuego ante su militancia, a la que tiene que dar buenos resultados, pero también a sus simpatizantes y ciudadanos sin partido que siguen los acontecimientos de la formación política en el poder porque realmente tienen esperanza en el cambio que difundió AMLO en su retórica de campaña que caló hondo en gran parte del pueblo mexicano.

Morena tiene una deuda con sus votantes, como partido y como gobierno. Morena tiene que pensar en objetivos de mediano y largo plazo y no quedarse enfrascados en la meta inmediatista de las elecciones del 2021. El proyecto de nación de la izquierda es de largo aliento, un cambio de régimen no se construye en un sexenio sobre un país totalmente devastado por décadas. Morena realmente es la esperanza de millones de excluidos y eso debería darles vuelta en las cabezas de quienes aspiran a dirigir al movimiento y también en las cabezas de sus militantes.

Una elección desaseada de la nueva dirigencia nacional del principal partido de izquierda sería una pésima señal para los mexicanos y para la izquierda latinoamericana que está urgida de liderazgos fuertes (el caso Bonilla está a punto de sentar un mal precedente para Morena). Y si Morena no es capaz de superarse democráticamente en esta parada de su incipiente historia entonces sí, sería igual que los partidos que ha cuestionado.

Se esperan con especial expectativa las asambleas en el estado de México a finales de mes, pero ese es un tema aparte.