Sector industrial en su tercera recesión del siglo XXI

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En 2020, por segundo año consecutivo, el Gobierno de México centrará su inversión en pocos proyectos, esencialmente en Pemex; por lo que el resto del sector público, incluyendo el industrial, deberá ajustar su ejercicio de inversión física a la baja

Agustín Vargas *

La aprobación del Presupuesto de Egresos para el 2020 permite confirmar las directrices fundamentales que desea ejecutar el presidente Andrés Manuel López Obrador: Bienestar, Energía y Seguridad.

Hacia allá se ha orientado una parte relevante de los 6.1 billones de pesos con los que contará el presupuesto aprobado por el Congreso de la Unión, por lo que el PEF se convierte en el brazo social del gobierno lopezobradorista.

Para México es fundamental que el presupuesto sea ejercido en forma eficaz y oportuna. El 2020 permitirá observar los efectos positivos y áreas de oportunidad que tendrá la estrategia de política económica delineada a través del Presupuesto de Egresos.

La herencia del modelo neoliberal fue el bajo crecimiento y ello generó una deuda social que debe saldarse, pero en donde el presupuesto público no alcanzará para hacerlo. Por ello sorprende que el crecimiento económico no sea una prioridad.

Bajo dicho contexto, ampliar el letargo productivo, es decir, sacrificar el crecimiento económico, puede conducir a un mayor daño al tejido social, básicamente porque el presupuesto público no tendrá la capacidad de solucionar lo que la falta de empleo deja de hacer.

Algunos analistas y economistas del sector privado han calificado al presupuesto del próximo año como sobrio, en el que destaca que el sector público federal y las participaciones a las entidades federativas, no contarán con recursos adicionales a lo estipulado para el 2019, salvo en casos excepcionales como Pemex.

Lo anterior significa que, por segundo año consecutivo, el Gobierno de México centrará su inversión en pocos proyectos, esencialmente en Pemex; por lo que el resto del sector público (incluyendo el sector industrial) deberá ajustar su ejercicio de inversión física a la baja.

El bajo crecimiento económico del 2019 y las restricciones sociales que ello implica deberán paliarse con una ejecución del presupuesto eficiente y orientada a resultados, algo particularmente necesario ante la desaceleración económica que se observa en Estados Unidos y la prolongada recesión que se observa en el sector industrial de México.

Las más recientes cifras oficiales detallan que el sector industrial acumula 12 meses de caídas consecutivas. Por ello, es innegable que la industria nacional se encuentra en su tercera recesión del siglo XXI.

Son ya más de más de 40 años donde el Estado mexicano no ha logrado establecer una estrategia de política económica que genere crecimiento económico vigoroso y sostenido que a la vez propicie mayor desarrollo social.

Se sigue confiando en la “mano invisible” del libre mercado y se confunde la política comercial de firma de tratados con una verdadera política industrial integral y de apoyo al desarrollo de la manufactura mexicana, comentó Francisco Cervantes Díaz, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

Más aún, en el nuevo milenio se ha exacerbado la desaparición de empleo bien remunerado, ahora más mexicanos deben competir por un número menor de ocupación y empleo que les otorgue un buen ingreso económico.

En función de lo anterior se puede considerar que este es el menor ritmo de crecimiento de la actividad industrial desde 1995, y en particular la industria de la construcción presenta los signos más graves de deterioro, según los reportes oficiales.

De acuerdo con datos del Inegi, los ingresos de la industria de la construcción cayeron 10% a tasa anual durante septiembre pasado, con lo cual sumaron 15 meses de descensos consecutivos.

El valor de la producción de las empresas de ese ramo descendió 0.9% durante el noveno mes del año en comparación con agosto.

Más aún, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), advirtió que la falta de obra pública del actual gobierno ha provocado el deterioro económico de 2,400 constructoras en el país, mismas que están a punto de cerrar al final del año.

El riesgo más grande son las pequeñas y micro empresas que hoy no tienen financiamiento y que con menos recursos de los municipios también han generado que estas empresas no tengan trabajo, afirmó Eduardo Ramírez Leal, presidente de la CMIC.

Los constructores coinciden en que se debe establecer un plan transexenal que aminore el riesgo que causa a la economía el relevo de gobierno que se tienen cada seis años. Situación que difícilmente va a cambiar, pues Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, en la Reunión

Anual de Industriales, dijo que no habrá un plan transexenal de infraestructura.

Mercado interno

El consumo privado ya refleja la pérdida de fuerza del mercado interno, esencialmente por la precarización del mercado laboral, una situación que se exacerbará si se mantiene la recesión de la industria nacional.

En ese sentido, en los últimos 15 años, todos los estados de la República registraron un retroceso en el número de personas ocupadas con un empleo que genera un ingreso superior a 5 salarios mínimos: se perdieron más de 2.5 millones de empleos.

A partir de enero se encontrarán en riesgo miles de empleos gracias a la entrada en vigor del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP).

La competencia desleal y la triangulación buscarán utilizar ese acuerdo como plataforma para llegar a una de las economías que confió en un libre comercio que no existe.

La pérdida de fuerza en las manufacturas vinculadas con la exportación muestra que el comercio exterior dejará ser fuente de crecimiento vigoroso, la ralentización de la economía de Estados Unidos está frenando el ritmo de industrias como la automotriz, la fabricación de maquinaria y equipo o la fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica.

Una fuente para revertir la situación es la inversión, principal insumo para detonar y ejecutar proyectos productivos que estimulen al mercado nacional, consumo y empleo. Sin embargo, con el último dato registrado por el Inegi la inversión exhibe una caída de (-) 9.1% en julio en comparación con el mismo mes del 2018, el sexto retroceso consecutivo en lo que va del año.

La estabilidad socioeconómica y política de México depende de que se rompa el círculo vicioso de precarización laboral y productiva vigente durante las últimas cuatro décadas.

En el caso de México, mejorar la equidad en la distribución de la riqueza no debe disociarse de elevar el crecimiento económico: se debe trabajar en ambas vertientes.

La consecuencia directa es la precarización de las capacidades de consumo y del bienestar de la sociedad mexicana: se ha gestado un círculo vicioso de pobreza que solamente se puede romper con empleo formal bien remunerado.

Política industrial

Ante este adverso contexto, el sector industrial del país, concentrado en la Concamin, considera que la reactivación de la economía requerirá un esfuerzo de inversión considerable, particularmente en la construcción, la cual generará condiciones para encadenar a otros sectores clave para impulsar el crecimiento paulatino.

Para generar crecimiento se requiere la conformación de una estrategia integral que modifique el estado actual de un sistema productivo que durante los últimos años no ha logrado superar un aumento promedio de 2.5%.

El organismo empresarial considera que elevar dicha cifra requiere elevados montos de inversión, una táctica de financiamiento a sectores y regiones estratégicos y una visión de mediano y largo plazo que de momento no conforman parte de las prioridades.

Advierte que la ausencia de crecimiento económico daña el tejido social: merma los factores de estabilidad y genera una deuda con la población que solamente se puede saldar propiciando un mayor aumento del PIB.

“Satisfacer todas las necesidades del ser humano es algo imprescindible, forma parte del desarrollo de la persona y de la sociedad para generar bienestar”, destaca en un documento.

Considera que “una política industrial definida y construida con la participación de la industria, del gobierno, de la academia y de la sociedad; nos permitirá fortalecer el aparato productivo, ofrecer empleos con condiciones de bienestar para la gente y generar crecimiento económico para hacer frente a los retos que hoy debemos atender”.

Sin lugar a duda es momento de reconstruir la arquitectura de política industrial para que México cierre el capítulo de “la mejor política industrial es la que no existe”. Por ello sigue vigente la necesidad de contar con una Política Industrial de Nueva Generación, concluyó.