Moisés Sánchez Limón
Érase una vez, un Presidente aprendiz de historiador e intelectual de solapas de libros que se apanicó cuando mujeres despojadas de siglas e intereses políticos tomaron las calles y volcaron ira e impotencia contenida por la inacción oficial que soslayaba la escalada de feminicidios y volvió exponencial a este delito.
Érase una vez un Presidente que luego de más de trece meses de gobernar, asumiéndose adalid de la justicia y prócer anticorrupción con la vista puesta en el retrovisor, éste que endilga responsabilidad de todos los males del país a sus antecesores, nunca imaginó que las mujeres lo arrinconarían desnudándolo dueño de un machismo que lo evidenció falto de argumentos para enfrentar al problema que en su gobierno se agravó.
Érase una vez un Presidente que no supo responder a mujeres agraviadas por un rampante machismo que las acosa, estigmatiza y mata, mujeres que protestaron frente a Palacio Nacional y sólo atinó a pedirles que no le pinten las puertas.
Y, como si se tratara de la truculenta historia del perverso y machista neoliberalismo que, del brazo de los también perversos y machistas conservadores, echó mano de retazos de la decimonónica historia patria para rescatar a Lucas Alamán –al que asume machista–, a doña Leona Vicario y a su alteza serenísima Antonio López de Santa Anna, y colgarse de ellos para esquivar la pregunta de una reportera que simplemente le pidió identificar a los conservadores que están detrás del 9M.
¿Por qué el temor al 9M? ¿Por qué la embestida para descalificar a ese paro nacional de mujeres convocado para el 9 de marzo, un día después de celebrarse el Día Internacional de la Mujer? ¿Por qué atizar a la polarización social, una vez más, para amortiguar los daños políticos de este movimiento?
Acaso será porque ese paro se significa, de alguna forma, en una especie de plebiscito en un sector que ha crecido en derechos y espacios, y cuyo voto es definitorio e implicaría una prueba de lo que ocurrirá en el proceso electoral intermedio de 2021.
Quizá por ello la infiltración de mujeres violentas en las marchas, de esas adolescentes que patean escaparates y destrozan mobiliario público y pintan fachadas y se enfrentan a tímida fuerza pública que acata órdenes y evita responder, reprimir.
Y mientras, con sus bemoles, el sector masculino –políticos, académicos, analistas, políticos, legisladores y et al– se declara en público respetuoso de la convocatoria femenina y de las protestas de organizaciones feministas, porque amén de sus convicciones las mujeres sacuden al aparato de justicia y, sobre todo, a la conciencia social que aún no ha perdido la capacidad de asombro y voltea a ver a un Presidente que balbucea respuestas a la pregunta recurrente de qué opina de estas movilizaciones y, en específico, cuál es su postura como jefe del Poder Ejecutivo Federal frente a una crisis de seguridad que tiene una severa e insultante cuanto horrenda arista de crímenes contra ellas.
Así, el licenciado López Obrador escurre el bulto y, desde el púlpito en el Salón Tesorería de Palacio Nacional pontifica:
“Los mexicanos somos buenos, no nacemos malos, son las circunstancias y lo tengo probado”.
Y la reportera Shaila Rosagel, corresponsal de Grupo Healy, El Imparcial, de Sonora; La Crónica, de Mexicali; y Frontera, de Tijuana, alza la mano y micrófono en ristre pregunta:
–Presidente, tengo una pregunta sobre feminismo. Ante las manifestaciones de mujeres, ¿qué acciones puntuales para frenar los feminicidios y la impunidad ha considerado, además de una posible campaña en contra del machismo que mencionó ayer (…)?
Y el señorpresidente afoca la mirada y responde:
–Bueno, nosotros estamos atendiendo el problema de la inseguridad y de la violencia de manera integral. Y no queremos violencia, no queremos que se agreda, que pierdan la vida niñas, niños, mujeres, ancianos, jóvenes, no queremos que haya asesinatos, no queremos que haya violaciones a derechos humanos en general y se cuida a la población vulnerable, ayer lo comentaba, desde luego niñas, niños, mujeres, adultos mayores.
(…) Muchos, por ejemplo, alegan o argumentan, dicen: ‘Sí está bien atender las causas, sí está bien que no haya pobreza, sí está bien lo social, pero concretamente ¿qué se va a hacer?’. Y son muy dados, porque eso fue lo que prevaleció durante mucho tiempo, a crear leyes más severas o a proponer leyes más severas, fiscalías, medidas coercitivas. Nosotros pensamos que hay que atender las causas, que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia.
Entonces el licenciado López Obrador descalifica a diputados y senadores y al propio fiscal General de la República que han atendido a la exigencia de las mujeres de más seguridad y cero impunidad contra delincuentes que violan y asesinan. ¿No importa que diputados eleven a 85 años la pena de prisión contra funcionarios públicos que incurran en feminicidio?
Y el señorpresidente se va por la salida fácil, por aquella que no melle a su popularidad ni arranque una pluma al ganso y, salomónico a modo, desliza:
“Nos pueden decir: ‘gobierno blandengue, no hay orden’. No, libre manifestación de las ideas. Y que cada quien asuma su responsabilidad, porque la gente no ve bien la violencia, la violencia está mal vista”.
Pero luego, sin responder a la pregunta de cómo frenar los feminicidios, se va a la historia personal con abiertas mentiras, en insulto a la memoria de la historia reciente y no tanto, como cuando encabezó la toma de pozos petroleros o secuestró al Paseo de la Reforma en 2006 y se autoproclamó “presidente legítimo”:
–Entonces, un movimiento… Pues yo fui opositor muchos años, muchísimos y sabemos muy bien, además nunca usamos la violencia, nunca rompimos un vidrio, nunca tomamos un palacio municipal, nunca quemamos una instalación, siempre fue pacífico nuestro movimiento, porque el que actúa con violencia no tiene apoyo ciudadano. Es la no violencia el camino.
Pero, la colega insiste:
–Presidente. Durante el fin de semana hubo una serie de descalificativos hacia el paro Un día sin nosotras.
Usted ha dicho que los conservadores están detrás de este movimiento. Muchos colectivos y mujeres se han sumado, incluso los mismos colectivos de mujeres han dicho en redes sociales, han aclarado que el paro no es contra usted y que sí hay políticos que se quieren colgar del movimiento, lo han reconocido, pero la esencia no tiene nada que ver con algún partido político, sino se trata de visibilizar la violencia en contra de las mujeres.
¿Tiene usted, presidente, alguna evidencia que le lleve a expresar que hay manos ajenas a los movimientos de mujeres detrás de este paro convocado para el 9 de marzo?
El licenciado no se despeina y echa mano de sus apuntes de historia patria y responde con una conclusión ¿histórica?:
–Es que lo dije, no es por antonomasia, sino por la historia, los conservadores siempre han sido machistas.
Y, bueno, en esta disertación el señorpresidente escurre el bulto, esquiva la respuesta, evita identificar a los conservadores machistas de este momento y año, pero le da un raspón a Lucas Alamán y lo califica machista y concluye que “hay como una especie de amnesia en algunos, es hasta ahora que se está descubriendo el que se abusaba de las mujeres o se abusa de las mujeres, que hay estos crímenes que deben ser enfrentados, combatidos”.
Entonces, la colega y los colegas convidados de piedra, ayunos de posibilidad de refutar al señorpresidente, se quedan con la versión de que los conservadores son machistas. ¿Y qué de los feminicidios, Andrés Manuel? ¡Conteste, Presidente! Conste.
@msanchezlimon