Mercados financieros esperan vacuna de estímulos monetarios de los bancos centrales

En los mercados financieros, el COVID-19 ha provocado caídas significativas. Tan solo la semana pasada, las principales bolsas en el mundo se hundieron (en promedio) más del 10.0%, bajas no vistas desde la gran crisis económica de 2008-2009

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Ciudad de México.- Para los mercados financieros, el coronavirus Covid-19 que apareció a finales de 2019 en China ha sido inesperado y arrollador.

Las contundentes medidas adoptadas por el gobierno de Pekín, como la imposición de la cuarentena a millones de personas o la espectacular construcción de un hospital en apenas 10 días, no han evitado la propagación del virus a lo largo y ancho del mundo. La economía china se detuvo durante semanas a causa del virus y, una vez detectado en múltiples rincones del planeta, el gran temor ahora es que la prevención ante su alta capacidad de contagio termine por paralizar la economía mundial.

A pesar de su tasa baja de letalidad (alrededor del 3.0%), su aparición ya está provocando el descenso en la actividad industrial, en las ventas empresariales, la revisión a la baja de las previsiones de beneficios de muchas empresas y amenazando con el cierre de fronteras.

En los mercados financieros, el COVID-19 ha provocado caídas significativas. Tan solo la semana pasada, las principales bolsas en el mundo se hundieron (en promedio) más del 10.0%, bajas no vistas desde la gran crisis económica de 2008-2009.

Por su parte, algunos de los bonos del Tesoro de EUA han marcado nuevos mínimos históricos en su rentabilidad, prueba de la oleada inversora en busca de activos considerados como refugio.

En el caso específico de la moneda mexicana, en una semana se depreció más de un peso, borrando todas las ganancias del año y teniendo su peor semana desde los resultados de las elecciones en EUA cuando ganó el presidente Trump.

Exagerados o no, los inversionistas se han anticipado al peor escenario, que sería una recesión económica global. Los primeros datos en China muestran ya una fuerte contracción de la industria manufacturera (el PMI del sector bajó a un mínimo histórico); la OCDE recortó en cinco décimas su estimación de crecimiento mundial para 2020.

La impresión generalizada hace unas semanas era que, pese al innegable impacto inicial sobre la economía china, lo siguiente sería una rápida recuperación, similar a lo sucedido en otras ocasiones con epidemias como la del virus SARS en 2003.

Pero con el virus ya circulando abiertamente por Europa y Estados Unidos, los inversionistas han puesto de nuevo la posibilidad de una recesión en la ecuación. Incluso si se logra contener el virus en unos meses, es probable que el impacto económico adverso persista durante el segundo trimestre. La incertidumbre ante la propagación global del coronavirus está haciendo más probable ese supuesto.

Ante el imprevisible impacto económico que pueda tener la epidemia, los mercados le están apostando a que entrará en juego el gran comodín que ha salvado a la economía en repetidas ocasiones: la acción de los bancos centrales (sobre todo en EUA).

Sin embargo, el espacio con el que cuentan los Bancos Centrales de países desarrollados, en su política monetaria, para hacerle frente a una posible depresión económica por el COVID-19 es muy limitado. No sólo eso, sino que además generará un mínimo estímulo económico, ya que las afectaciones provienen de un shock de oferta. Los principales bancos centrales están al límite de sus herramientas de política monetaria, pero para el inversionista que se ha vuelto adicto a los estímulos monetarios, sería la solución ideal para contener su incertidumbre y revertir su aversión al riesgo.

Así, en los últimos días, se han presentado pronunciamientos de los bancos centrales en el sentido de que están al pendiente del impacto del COVID-19, en los mercados y en el desempeño económico. Estas recientes declaraciones han sido consideradas inusuales en los mercados, y ha avivado las especulaciones de que las autoridades monetarias puedan estar preparándose para una acción concertada, como la que se llevó a cabo en 2007, en 2008 y en 2011 entre el BCE, la FED, el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, para respaldar los mercados ante aumento de las presiones en los mercados de fondos a corto plazo.

En un breve comunicado que no estaba previsto, el presidente de la FED, Jerome Powell, comentó la semana pasada que los fundamentos de la economía estadounidense siguen siendo fuertes, sin embargo, el coronavirus plantea riesgos en evolución para la actividad económica.

De acuerdo a Powell, la FED está monitorizando de cerca los desarrollos y sus implicaciones ara el panorama económico y reiteró que utilizará todas las herramientas disponibles según sea apropiado para apoyar la economía. La siguiente reunión del banco central estadounidense es el 17 y 18 de marzo. El mercado anticipa que desde esa reunión, la FED recortaría su tasa de interés en 25 puntos base.

Además, el Banco de Japón (BoJ) se ha comprometido a aportar amplia liquidez a través de compras de activos ante las señales de incertidumbre en los mercados financieros globales. El Banco Central Europeo (se reúne el 12 de marzo) y el Banco de Inglaterra (26 de marzo es la siguiente reunión) también declararon que están trabajando para asegurar que se tomen medidas para reducir las tensiones existentes en los mercados monetario e interbancario.

Con ello, pese a las caídas experimentadas por los mercados financieros en los últimos días, lo que les ha llevado incluso a entrar en fase de corrección, los inversionistas ven luz al final del túnel y poco a poco podría irá permeando cierto grado de optimismo.

Las medidas que podrían empezar en adoptarse a lo largo de marzo para contener los efectos negativos del brote de coronavirus y su extensión por todo el mundo, ayudarían a las activos de mayor riesgo a por lo menos ponerle un piso a sus caídas y en determinado momento revertir las pérdidas alcanzadas en febrero.

Lo anterior no implica que desaparezca la volatilidad. Los vaivenes seguirán siendo característicos de las jornadas financieras, en medio de noticias sobre el avance de contagio del COVID-19 (que es probable que continúe subiendo exponencialmente fuera de China) y de noticias sobre esperanzas de que los bancos centrales tomen acciones para reducir el impacto económico.