Política Global

206
  • México se anota un triunfo en la ONU
  • Latinoamérica debe prepararse para una crisis devastadora
  • El mundo en busca de líderes que encabecen esfuerzos

Juan Barrera Barrera

Una buena noticia entre una vorágine de pandemias de toda naturaleza. El gobierno de la Cuarta Transformación logra un triunfo en el seno de las Naciones Unidas. Este lunes en el máximo organismo multilateral se aprobó la resolución sobre la cooperación internacional para garantizar en condiciones de igualdad el acceso mundial a medicamentos, vacunas y equipo médico para hacer frente al Covid-19.
 
Lo que el canciller Marcelo Ebrard Casaubon calificó como un hecho inédito de la participación de México en las Naciones Unidas, 179 países (93% del total de países de la ONU) apoyaron la postura externada por el presidente Andrés Manuel López Obrador ante la reciente Cumbre Extraordinaria de Líderes del G20, celebrada el 26 de marzo. Esto garantizará que todos los países tengan acceso a medicamentos, equipos y vacunas, y se evitará la concentración de material por algunos países.
 
Esta iniciativa habla bien del trabajo fino que Relaciones Exteriores procesa ante la ONU, a través de su representante Juan Ramón de la Fuente, quien ha demostrado su capacidad negociadora. La resolución constituye un mandato al secretario general, António Guterres, para que intervenga a través de otras instancias de las Naciones Unidas para garantizar el acceso justo y equitativo a medicamentos y equipo médico en todo el mundo.

Más de 160 países patrocinaron la propuesta del gobierno mexicano, salvo algunos países que siguieron el ejemplo de Estados Unidos: Brasil, Venezuela (sí, leyó bien), así como Rusia, Irán y Corea del Norte, los cuatro últimos enemigo de Donald Trump. A menos que tengan fuertes intereses en la industria farmacéutica, no se entiende su posición política contraria a la iniciativa azteca.

De Estados Unidos se puede entender su actitud por el reciente retiro de los fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que, según Trump, encubrió a China por presuntamente haber provocado el coronavirus. A potencia puede convertirse en el principal dique para que la resolución llegue a ser realidad.

Hoy más que nunca se requieren de políticas concertadas a nivel global para fortalecer el sistema sanitario para detener y erradicar el virus letal jamás visto en la historia de la humanidad. La solidaridad internacional para enfrentar el tamaño del problema es innegable y urgente.
En Latinoamérica los daños serán incalculables

LA OMS ha advertido que el coronavirus estará con nosotros durante mucho tiempo y por lo tanto debemos iniciar las estrategias globales para evitar repetir los errores de la primera crisis expansiva, pero con base en la solidaridad, la cooperación real. Los líderes mundiales deberán tener en mente las graves consecuencias que dejará para la humanidad la crisis pandémica en lo sanitario, económico y social, en especial entre los más débiles, los más desprotegidos.

En la región latinoamericana, adelanta la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la devastación y los daños serán incalculables, millones de personas sufrirán por el desempleo, la miseria y el hambre. El organismo mundial pronostica una contracción del 5.3% puntos porcentuales en este año en el Producto Interno Bruto de los países latinoamericanos lo que tendrá un efecto negativo en el mercado laboral y la tasa de desempleo podría crecer 3.4%.

“Con la productividad en vilo y el desempleo a todo lo que da, las poblaciones en situaciones de pobreza crecerán 4.4 y 2.5 por ciento, respectivamente. Ello implica que al final del 2020, América Latina tendrá casi 30 millones de nuevos pobres”, precisa la CEPAL en su diagnóstico sobre la actual crisis provocada por el coronavirus.

En busca de un liderazgo global

El debate entre los economistas y políticos son las estrategias y políticas viables para reactivar lo más pronto posible la economía mundial y regresar a la “normalidad”, a la devastadora nueva realidad.

Lo que debe quedar claro es que ya no es posible pensar en regresar a las recetas de rapiña que en el pasado hicieron los poderosos, empresarios y financieros amparados en el poder político, en sus respectivos países en donde dejaron una estela de desigualdad y pobreza, ya que de ser así se creará una crisis sobre la crisis que nos podría llevar a conflictos sociales de pronósticos inimaginables.

Ante una crisis humanitaria se necesita una respuesta humanitaria internacional. Los líderes mundiales tienen que reparar en varios temas que aquejan desde hace tiempo a grandes poblaciones. El problema de la deuda externa ya es insostenible para muchos países pobres, el asunto de los refugiados y los estragos que está causando el cambio climático y un largo etcétera.

Para enfrentar y coordinar esfuerzos globales para resolver estos y otros problemas que el mundo acumulara por la crisis del COVID-19 es necesario contar con verdaderos estadistas de gran visión humana. Es difícil encontrarlos en estos tiempos, pero seguramente habrá alguno que pueda encabezar los esfuerzos humanitarios de largo alcance. El mundo también atraviesa por una crisis de liderazgos y eso puede complicar la pronta recuperación internacional. Pero la crisis puede ser una oportunidad para el surgimiento resurgimiento de un líder carismático. Eso espero.