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El apoyo a los deudores en México y su nueva realidad

Mario Sandoval*

Un nuevo paquete de medidas de apoyo para personas y empresas, fue publicado el 23 de septiembre de 2020, por la SHCP.

Cerca de 9 millones de deudores han formalizado un plan de espera con las entidades financieras. No se aclara cuántos casos son créditos al consumo (tarjeta de crédito, personales y automotriz, aunque ahí debe estar mayormente el volumen de casos), cuántos son hipotecarios y cuántos empresariales. El citado plan, tiene condiciones en el pago de las deudas y una marca en el buró de crédito.

Las medidas permiten una reducción de 25% del pago que se venía realizando, lo anterior amplía el plazo original hasta en 50%, pudiendo bajar también la tasa de interés o que se hagan quitas de capital.

Cada entidad financiera debe buscar la manera de comunicar con claridad a sus clientes, por lo que primeramente deben entender bien el programa con su personal, adecuar sistemas, procesos contables y sus manuales internos. No es un tema sencillo de exponer a los deudores y eso puede generar confusión y dudas.

En especial en el mes de octubre, el plan tendrá que ejecutarse en el cierre del año a toda marcha, aunque la realidad es que se identifica que las entidades financieras aún no están preparadas.

En el caso del Buró de Crédito, señalan reportes con marcas suaves, pero no se aclara de qué manera y como se reportará en las entidades financieras. Sin embargo, falta mejorar la información al respecto.

Parece que hubo improvisación por presentar el programa, pero falta dar certeza del qué, el cómo y el cuándo. Se observa un documento plano y no es cualquier cosa reestructurar ese volumen de deudores, pues eso conlleva trámites adicionales, en especial en créditos hipotecarios y créditos con garantías reales del sector empresarial.

Cada Institución hará su interpretación de las reglas, pues al ser generales los lineamientos, sus áreas de normatividad y crédito, han de estar con los ojos abiertos y sin dormir para presentar en sus comités de dirección respectivos y a su vez informar a los consejos de administración. Sólo de pensar en cómo van a hacer el plan para bajarlo con la línea de negocios y los deudores no esperan. En especial los que quieren resolver su problema de liquidez y solvencia con un programa de apoyo de esta naturaleza.

El problema actual para los 9 millones de deudores que firmaron un plan de espera hace seis meses, sólo difirieron sus adeudos. Pero nadie pronosticó con acierto cómo sería el tema global, nacional y local de la pandemia del Covid y el efecto en la economía.

Es decir, hubo espera a los deudores, pero no tenían un plan de acción para el siguiente paso, así que ahora no hay total claridad para los deudores y tampoco se ve que la información haya bajado correctamente al personal de negocios de las entidades financieras.

Para los bancos en especial, se les dio apoyo con criterios de registro contable, lo cual les otorga menos presión a las reservas, a sus resultados y su índice de capitalización. El problema es que, al ser las entidades financieras las que determinen sus criterios, puede generar diferencias de valuación por ser diferentes perfiles de entidades financieras y de clientes por tamaño económico y actividad.

25 años después

Diversos analistas, ya hacen su reflexión y crítica. Sin embargo, vale la pena analizar de manera resumida lo que hicimos los banqueros de 1995 en la verdadera peor crisis financiera de México en su historia moderna con el ADE (Apoyo a Deudores).

El programa se dio a conocer el 24 de agosto de 1995. Igual que hace 25 años, el programa manera tuvo deficiencias al arranque, el error de diciembre de 1994, generó 8 meses sin programa de apoyo, lo culpa deterioró la cartera de todas los bancos, al inicio sólo contemplaba a deudores pequeños, pero no a grandes deudores, por lo que en breve habría temas legales.

Aparecieron los UDIS, en especial para reestructura hipotecas, en aquella época lo que se pretendía era que la cartera morosa no se convirtiera en vencida. Se desarrollaron equipos de trabajo a nivel nacional, alguna forma de decirlo era con la estrategia de banco bueno y banco malo, la idea era que los portafolios del Banco Malo pasarán al Banco Bueno.

Ese año en especial les costó a los dueños de los bancos mexicanos sus capitales y para 1996 y en adelante el mapa cambiaría con nuevos socios en especial extranjeros. Así que el tema de resultados del ADE no lo vivieron, los que lo implementaron como dueños de los bancos.

En 1995 Banco de México reportaba reservas del orden de los 15 mil millones de dólares, hoy andamos sobre niveles de 195 mil millones de dólares. No había Covid y el TLC fue la clave para salir más rápido del hoyo negro del efecto tequila. Con datos de Banco de México en 1995, la banca registraba cartera vencida (más de 90 días de atrasos en pagos) 15 mil 200 millones de dólares; en cartera morosa ( de 1 a 90 días de mora en pago) 32 mil 100 millones de dólares y la cartera irrecuperable era de 2 mil 300 millones de dólares. La suma era de 49 mil 600 millones de dólares, es decir 3.3 veces las reservas totales del país.

La reestructuras alcanzadas con créditos con garantías reales, fueron del orden de los 500 mil casos, el 70% liquidó su adeudo reestructurando, la diferencia fue de un 30% que siguió sin reestructura y liquidó con descuentos importantes de capital e intereses.

Cóctel peligroso

Una parte del apoyo económico de las reestructuras venia de los Bancos y otra con recursos públicos que eran financiados por los bancos, por lo que el gobierno de aquella época, rescataba deudores y a la vez se endeudaba (México en las crisis de los 80s y 90s tuvo sus causas por malas decisiones internas, que provocaron altas tasas de inflación, altas tasas de interés en los créditos y alta especulación cambiaría. Un cóctel peligroso, que acabó con los bancos de capital nacional).

Los bancos reprivatizados en los 90s quisieron actuar muy activos y agresivos para colocar crédito en general, se generó una oferta muy abierta en consumo, hipotecario y empresarial. Y así les fue. Mal.

El tema de la crisis del 95, entre otras causas fueron la especulación sobre el tipo de cambio y la deuda gubernamental, la inflación se desató a la alza en un periodo muy corto y las altísimas tasas de interés, que hicieron impagables las deudas. El programa de apoyo a deudores funcionó, porque la economía no paró.

Hoy la diferencia es que la macroeconomía es estable (baja inflación, tipo de cambio bajo control de flotación y hasta ahora bajas tasas de interés), pese a las malas vibras de los especuladores y los negativos de siempre.

El tema es que la economía está anestesiada, por el poco crecimiento económico de los últimos 14 años y por el Covid, los negocios no están generando flujos de efectivo relevantes, varios negocios pequeños y medianos cerrando y hay un tema de inestabilidad en el empleo en general, por lo que las carteras de todo tamaño se pueden dañar y en consecuencia la posición y salud financiera de las entidades financieras también, los bancos extranjeros, también la están pasando difícil a nivel global.

Sin duda apalancar el crecimiento al TMEC es fundamental con una integración vertical de economía de escala en el sector automotriz, industria aeroespacial, industria médica y la infraestructura y construcción.

Para atender el volumen de deudores actual, se debe aprovechar la tecnología al máximo, firmas electrónicas, registros electrónicos con notarios y corredores públicos, registros públicos y del comercio electrónico, trámites en línea con autoridades y sistemas de justicia a nivel local y federal.

Los millenial que ya están en el mercado laboral pueden aportar sus ideas en sus áreas de trabajo para reducir tiempos en procesos operativos y sistematizar los procesos productivos del sector privado y de la burocracia nacional. De hecho, Brasil, Chile, Colombia e incluso Argentina, están más decididos al tema. Así que más vale que aceleramos el paso y nos pongamos las pilas todos en México.

Graves fallas
Hay que generar legiones de funcionarios y ejecutivos bancarios por región de grupos de reestructura y hacerlos competir por resultados de manera inteligente y no con aceleres y tonteras de amenazas de jefes autoritarios en zonas de confort, que ni razonan y no convencen. Los resultados positivos son porque se hace una buena estrategia de liderazgo y de comunicación, se implementa operativamente e informa bien en beneficio de deudores y de las entidades financieras.

Sobre el tema, recibí un correo de una persona del interior del país que identifica que el Programa de Apoyo a Deudores tiene graves fallas.

Reporta que Santander incumple los compromisos con el plan de espera y apoyo a deudores con motivo del Covid-19. Con origen de un crédito hipotecario contratado con estatus de pago vigente y con un saldo al mes de marzo de 362 mil pesos. El cliente se acercó a adherirse al programa de apoyo que la banca presentó como alternativa a sus clientes.

Con fecha del 22 de abril de 2020, el cliente firma con el banco un convenio modificatorio al contrato de apertura de crédito simple con interés y garantía hipotecaria, en el citado convenio se pactó un plazo de espera respecto al pago de capital, intereses ordinarios y comisiones en los meses de abril, mayo, junio y julio de 2020.

Sin embargo, en el estado de cuenta de julio de 2020 se identificó que el esquema acordado en el convenio modificatorio, se incumple de manera grave, pues el citado estado de cuenta del mes de julio de 2020, reporta un saldo de 393 mil pesos, lo que refleja una situación injusta y que no corresponde a lo acordado en el convenio modificatorio acordado entre las partes en abril del 2020.

Toda vez que las mensualidades de capital del contrato original eran de 3 mil pesos, ahora en el estado de cuenta correspondiente a agosto su adeudo total es mayor a 31 mil pesos (en tan solo 4 meses). Esto es casi 20 mil pesos de intereses, por lo que la tasa de interés no es la pactada en el contrato y no se estableció en el convenio modificatorio cambio alguno con relación a la tasa de interés.

Es decir, en el estado de cuenta se identifica un incremento del saldo del crédito, sin recalendarización de pagos o soporte valido y legal para ello. Se ha intentado por parte del cliente un proceso de arreglo con el banco para aclarar la situación y simplemente no hay respuesta, lo cual genera incertidumbre y esto es generalizado para los clientes que se adhirieron a los modelos de convenio modificatorio, pues no se trata de que al concluir el tiempo de espera se haga exigible un monto mayor de intereses y sin explicación clara por parte del banco.

El cliente ha buscado sin éxito contacto con un nivel facultado que explique y de solución al tema. De hecho, ya ha integrado su reclamo ante Condusef para llevar a cabo la mediación y de ser necesario las acciones que correspondan.

Lo delicado del asunto es que el convenio modificatorio para este cliente se incumple y en el caso de Santander, puede ser un efecto similar para otros clientes, que tendrán la misma desilusión y sorpresa, que al pensar que, en vez de llegar a un arreglo, solo se les genera un problema más a la situación general ya complicada por la pandemia del Covid-19.

Es muy probable que este tema, tenga que ver con los sistemas y que estos no estén al ritmo de la problemática con la oferta y lo que reciben los deudores en los estados de cuenta.

*Ceo Fisan Sofom ENR / Ex Presidente Nacional AMFE
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