Política Global

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  • Cienfuegos enciende Palacio Nacional
  • Intromisión abierta de la DEA en asuntos de México
  • Nuevo Tratado de Aguas mantiene amistad AMLO-Trump

Juan Barrera Barrera

Sí, un fuerte golpe al Estado mexicano la detención del general Salvador Cienfuegos Zepeda, ex secretario de la Defensa Nacional, sin haber informado previamente al gobierno mexicano, lo que afecta directamente la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador y la institucionalidad militar, por ser pilar central en el éxito del proyecto de la 4ª Transformación.

La acción unilateral de la DEA contra el alto mando militar afecta igualmente la vida interna al país en el tema sensible de la seguridad nacional y a sus instituciones garantes: las Fuerzas Armadas, la Marina y demás organismos encargados de combatir a las organizaciones criminales. En esto, todos los mexicanos perdemos.

El golpe fue certero. Las autoridades judiciales estadounidenses llevaban meses investigando a Cienfuegos Zepeda. El gobierno de Washington no le informó al presidente López Obrador, muy mal. ¿Tampoco sabía el Departamento de Estado de la operación que llevaría a cabo la Agencia para el Control de las Drogas?

¿Por qué no le informaron previamente al gobierno de AMLO? ¿Acaso porque el Departamento de Justicia de Estado Unidos no le tiene confianza a las instituciones judiciales mexicanas? ¿Qué hubiera hecho el gobierno mexicano de haber sido enterado de las investigaciones contra el general Salvador Cienfuegos? ¿La fiscalía se hubiera atrevido de detenerlo? Y ¿por qué le informaron al canciller Marcelo Ebrard de la detención y no al presidente López Obrador?

La DEA sin control para sus operaciones

El caso Cienfuegos, detenido el jueves de la semana pasada por presuntos nexos con el narcotráfico, ha encendido la luz roja en Palacio Nacional. La Operación Padrino de la DEA para la detención del ex titular de la Defensa Nacional con Enrique Peña Nieto, mancha la imagen de una institución nacional que era intocable, a pesar de que el mando militar estaba señalado de encubrir acciones militares que habrían cometido delitos contra los derechos humanos como en los casos Tlatlaya y los 43 estudiantes desaparecidos.

La operación tomó por sorpresa a López Obrador y a su gabinete. Su reacción fue torpe y confusa. Primero dijo que no tenían conocimiento de la investigación. Pero al día siguiente se desmintió al asegurar que: “A mí me informó hace 15 días la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, de que se hablaba de una investigación que se estaba llevando a cabo y que involucraba al general Cienfuegos”. Bueno, entonces sí sabía.

Con la Operación Padrino se evidenció la crisis del Estado mexicano, la capacidad del crimen organizado para penetrar hasta las Fuerza Armadas y que los mecanismos de cooperación sobre seguridad entre México y Estados Unidos están fracturados. Y algo más grave, que la Agencia para el Control de Drogas de Estados Unidos puede operar en nuestro territorio, ya lo ha hecho muchas veces, sin el consentimiento del Departamento de Justicia, ni del Pentágono, ni del Departamento de Estado, ni de la Casa Blanca.

El gobierno tiene toda la autoridad para poner freno a las operaciones ocultas de la DEA en territorio nacional, pero requiere de acciones tangibles y firmes, pero con la certeza de no lesionar la relación que desde hace años mantienen ambos países en la cuestión de inteligencia y seguridad, temas que los gobiernos de los dos lados no pueden cancelar por los intereses comunes que comparten.

El gobierno mexicano tiene la tarea ingente de crear mecanismos eficaces y creíbles de rendición de cuentas de los uniformados, su cadena de mando principalmente, puntos necesarios para la reconstrucción de la credibilidad muy golpeada de las Fuerzas Armadas.

Un caso que se llegara a detectar en esta administración sería desastroso para el gobierno de López Obrador, que de paso debería reconsiderar las tareas que le ha encomendado al ejército.

En cuanto a la relación bilateral, el gobierno de AMLO se ha visto muy agachón con su homólogo Donald Trump con el argumento de no confrontación para evitar rudeza innecesaria contra nuestro país, pero esa posición el ocupante de la Casa Blanca la interpreta como un punto de debilidad.

El presidente AMLO condenó en una de sus conferencias la intromisión descarada de Estados Unidos en asuntos exclusivos de México. Pero eso no sirve si solamente queda en su retórica mañanera. El mensaje no es para sus bases, sino que el destinatario debe ser Washington, pero tiene que hacerlo con seriedad, de lo contrario será la burla tanto de aquí como de allá.

Ni modo de pedirle al presidente López Obrador que le exija perdón a Donald Trump por los agravios de su país cometidos contra México.

Ya van dos tiburones que caen en las redes de la justicia estadounidense (el general Cienfuegos y el ex jefe de la policía nacional, Genaro García Luna) tarea que le correspondía a la Fiscalía General de la República a cargo de Alejandro Gertz Manero ¿qué tiburón más grande sigue?

Agua por operaciones de la DEA

La intromisión de los agentes antinarcóticos de la DEA en nuestro territorio, sin embargo no ha alterado, por lo menos hasta ahora, las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, como se auguraba en algunos medios, que ya estaban debilitadas por la presión del norte contra nuestro país por el tema migratorio, las amenazas arancelarias, la construcción del muro en la frontera común, temas de campaña de Trump.

Agua por la operación de la DEA. Hoy en la conferencia de prensa matutina, el canciller Marcelo Ebrard anunció que se llegó a un muy favorable acuerdo para México con el gobierno estadounidense con la firma del Acta 325 por parte de las secciones mexicana y estadounidense de la Comisión Internacional de Límite de Aguas (CILA) en la frontera entre ambos países, documento que sienta las bases del nuevo acuerdo entre México y Estados Unidos con respecto al Tratado de Aguas de 1944.

Con este acuerdo el gobierno de EEUU se compromete a proporcionar agua necesaria para consumo humano suficiente a México en 13 ciudades fronterizas: Guerrero, Mier, Gustavo Díaz Ordaz, Valle Hermoso, Camargo, Río Bravo, Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo, Acuña, Piedras Negras e Hidalgo, en caso de enfrentar una sequía severa en la región.

Ebrard Casaubon calificó el acuerdo como uno de los grandes logros de la diplomacia mexicana y porque se logró mantener el Tratado de Aguas de 1944, cuya renegociación hubiera sido muy perjudicial para México, informó Relaciones Exteriores.

Con esta acción diplomática el conflicto entre el gobierno federal y el gobierno de Chihuahua queda superado, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Javier Corral Jurado, escenificaron otro altercado verbal acusándose mutuamente de la confrontación generada por el suministro de agua a los Estados Unidos.

Buenas relaciones con el país vecino del norte, malas con estados fronterizos donde gobierna la oposición. Más gasolina a los enconos.