Epistolario

489

Neandertales

Armando Rojas Arévalo

OLGA: Nos conocemos tú y yo hace 45 años, desde que eras aspirante a periodista y cargabas la pesada mochila con cámaras y lentes fotográficos. Como todos los jóvenes, eras arrojada y no te importaban el sol, las protestas callejeras ruidosas y hasta violentas; no medías el tiempo, si era noche o era día, para cubrir un evento, y tampoco si era domingo o día festivo para recabar la información.

Cuando nos reencontramos hace dos, tres años, me convencí que tu carácter férreo y bravo no había cambiado. Purépecha al fin. Pero el apretado pantalón de mezclilla, la blusa y los tenis los habías cambiado, por la blusa bordada por manos indígenas y falda teñida de azul por flores y hojas naturales.

Un día, me contaste, te dio por levantar tu cabaña en medio del bosque y te llevaste a vivir en esa montaña fría y húmeda a tu marido y a tus dos hijos que, luego supe, les heredaste tu pasión por los árboles y la tierra.

Si cuando jóvenes admiré tu arrojo y tus ganas de descubrir la verdad y divulgarla, ahora que sé de tus noches en vela cuidando el bosque, más.

Tu marido, macho de pavimento, tuvo que aceptar la mudanza de la gran ciudad a una cabaña que se levantó fuera del pueblo con madera y adobe y una chimenea que sirve para paliar el intenso frío que entra como puñalada en los huesos, en las noches de otoño e invierno.

Cuando supe esto te dije “mujer, vuelve a la realidad; te pueden hacer daño los talamontes, a los que persigues de noche con tu manada de perros bravos”

Me hablas de “El Señor Amarillo”, de la “Madre Tierra”, de los árboles dioses y los alushes, y quiero entenderte, pero también quiero que entiendas que tu labor en favor del bosque y el ambiente sano, sin polución, sin humo y sin tala no le importan al gobierno, porque éste está metido en otras cosas muy lejanas a tu bosque, o bien es cómplice de todos esos males.

Cuando vi una foto que te publicaron en algún periódico, rezándole, me supongo en náhuatl, a un árbol caído en Tepoztlán, me convencí que tu amor o mejor dicho tu pasión por la naturaleza es real. Cuando sé de tus luchas por el indigenismo, su historia y sus costumbres quisiera formar un grupo ciudadano para ir a apoyarte, pero resulta que nuestros ecologistas son de palabra, pocos son los auténticos. Uno de ellos se llama FROYLÁN ESQUINCA, a quien no conoces pero un día lo llevaré a tu bosque para presentártelo. Otra es PATRICIA GUEVARA, periodista, fundadora de un movimiento social que se llama “La meta del planeta”. Otra es LEOVA MORALES, activista morelense, ex dirigente ejidal, ex diputada local. De carácter intransigente cuando se trata de defender a las abejas y luchar contra el uso de pesticidas.

Aparentemente estás sola lidiando de cerca con los que están acabando con el bosque. Que no solamente talan árboles, sino que los convierten en carbón para las parrilladas en las casas de campo, o en sus aserraderos hacen tablas para la construcción.

Te dije un día que me mortifica que tú, tu esposo y tus hijos estén solos en medio de la nada, luchando contra la depredación. Te pregunté por qué esa pasión. Quiero, dijiste, un ambiente con aire limpio, donde se perciba el olor del pino, el oyamel o el eucalipto.

Tu ambiente es bucólico. Igual la laguna que queda cerca de tu cabaña y que ves en las mañanas claras desde la ventana de tu recámara. Has hecho todo un estilo de vida. Captas agua de la lluvia y la almacenas para el resto del año, recoges árboles muertos para hacerlos leña para encender la chimenea. Impartes cursos de cómo cuidar los recursos naturales entre las indígenas, y ellas, a su vez, te enseñan a bordar los textiles que luego, los días de plaza, bajan a vender en el mercado.

Me mortifica, OLGA, que gente auténtica como tú crea en los planes ecologistas del gobierno. Ya ves, vamos para atrás. Mientras los presidentes de distintos países firmaron en París un acuerdo para hacer a un lado el combustóleo y otros materiales sucios para generar energía eléctrica, el de México acaba de proponer –e imponer- una ley para la industria eléctrica que permita el uso de fósiles y energías sucias. Va para atrás.

Y todavía, cínico, hoy en la mañana dice que la reforma a la ley de la Industria Eléctrica resistirá el escrutinio de la Suprema Corte, por si hay gobiernos locales o grupos ciudadanos que demandaran echar abajo la susodicha ley.

Reconoció –de dientes para afuera- el derecho de la oposición a impugnar la nueva ley, que prioriza la energía de la CFE por la de las empresas privadas, pero aseguró que los ministros no encontrarán violaciones flagrantes a la Constitución. “No hay (en la reforma) nada que viole derechos constitucionales, nada. De todas maneras hay que esperar la decisión del Poder Judicial, todo mundo tiene derecho a acudir al amparo, no hay problema”.

¿Sabes quién es el legislador morenista que es el zar de la producción de carbón en este país? Cuando lo sepas, te vas a desilusionar de este gobierno que tanto admiras.

Por favor, ya sal del bosque. Toda lucha por un ambiente sano es en vano en estos momentos. Al menos en este gobierno Neandertal.

[email protected]
[email protected]