Casa de espionaje en la era Encinas: historia jamás contada
Norberto Vázquez
Todos estos personajes lo supieron: Alejandro Encinas, Bernardo Bátiz, el israelí asesinado Benjamín Yeshurun Sutchi, Eduardo Margolis, Jorge Khoury, y el operador, Enrique Cruz “El Cobra”
La historia, simplemente es de película, pero real, y ocurrió en las entrañas administrativas del entonces gobierno del DF cuando Andrés Manuel López Obrador había cedido la gestión a Alejandro Encinas. Recibí una llamada. Era Cirilo Ocampo Verdugo, preso en el Reclusorio Sur por presunto lavado de dinero a través del mecanismo de cajas de ahorro popular.
Tenía mi número telefónico, porque estaba desarrollando algunos reportajes sobre su caso, incluso, lo había entrevistado en reclusión. En esta ocasión otro era el asunto. Ocampo Verdugo era “padrino” al interior de la cárcel, y me dijo: te voy a pasar a una persona que tiene información sobre un caso, “está aquí conmigo”. Accedí. El sujeto resultó ser Jorge Khoury Layón, alias “El Coqui”, dueño del bar Cronic Garden en Polanco y El Doby de Acapulco.
En esa comunicación, “El Coqui” me advirtió de un operativo que habría en una casa donde “espiaban” a políticos. Me dio santo y seña. Por cuestiones de trabajo, no pude asistir al operativo. Siendo sinceros, no le creí. Pero efectivamente, el hecho resultó cierto y diversos medios de comunicación días después reportaban la detención de Enrique Cruz alias “El Cobra”, –un agente judicial capitalino en servicio– como líder de una banda de espías profesionales que intervenían teléfonos. Ahí se encontraron cintas con conversaciones telefónicas ilegales del diputado Emilio Gamboa, y el entonces líder de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe.
Enrique Cruz fue detenido y sólo estuvo unas horas tras las rejas. Días después, gente de Khoury Layón me citó y me dio videos y datos del caso. Realicé un amplio reportaje sobre el asunto y los datos obtenidos arrojaban que esta casa de espionaje operaba presumiblemente con consentimiento del GDF, asesorada ni más ni menos que por Eduardo Margolis, ex miembro de los servicios de inteligencia de Israel, el Mossad.
El tema fue muy raro y sigiloso. En la procuraduría capitalina a cargo de Bernardo Batíz hubo un hermetismo total sobre el caso. Ni boletín ni declaraciones. Nada. Semanas después Khoury Layón, salió de prisión y me invitó a comer. La cita fue en el Cronic Garden, donde figuraban en el inmueble las actrices Fabiola Campomanes y Bárbara Mori.
Khoury me dijo que Enrique Cruz y Margolis lo querían ver en la cárcel porque lo ligaban con un sujeto –que por primera vez escuche su nombre– llamado Benjamín Yeshurun Sutchi. En 2004, las autoridades de la CDMX sabían que el israelí Sutchi había escapado de una prisión en su país, y que aquí presuntamente se dedicaba a secuestrar y extorsionar a miembros de la comunidad judía. “Sólo viene a comer aquí y ellos me quieren involucrar con él, porque entre ellos se espían”, me decía Jorge Khoury. Fue la última vez que vi en persona a Khoury, meses después, recibía una llamada de él muy abrupta y con tintes de desesperación, diciéndome que lo tenían arraigado en una casa de seguridad. Fue la última vez que tuve contacto con el personaje y que a la fecha sigue preso.
Cuando Joel Ortega Cuevas asumió el cargo como titular de Seguridad Pública en el DF, la trayectoria empresarial de “El Coqui” se fue en picada. El nombre de Benjamín Yeshurun Sutchi, me volvió a la mente cuando el 27 de julio de 2019 resultó ser uno de los dos hombres ejecutados en una acción coordinada en la Plaza Artz de la capital de país.
El caso de la casa de espionaje en la CDMX fue todo un suceso donde nadie dio respuestas. Todos lo sabían: Alejandro Encinas, Bernardo Bátiz, Eduardo Margolis, Enrique Cruz, y por supuesto, Jorge Khoury quién fue quien me advirtió de este centro de intervenciones telefónicas desde antes de que se hiciera el operativo. Es y fue tan importante este caso en la gestión de López Obrador en la capital del país, que no hay ningún rastro periodístico sobre el asunto. Todas las notas generadas en su momento en plataformas web, fueron borradas de los medios de comunicación que publicaron el hecho.
“El Coqui” se ha vuelto un personaje incómodo para muchos políticos y figuras públicas. El llamado “Junior de Polanco” se ha dicho perseguido del gobierno capitalino, por que sin duda, es uno de los pocos que sabe lo que realmente ocurrió en esa casa de espionaje, y si la gestión de López Obrador-Encinas, se dedicaba a esas prácticas ilegales para escudriñar a sus adversarios políticos. Un mal secreto para la historia de la llamada izquierda…que está en plena 4T.