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Outsourcing, nuevo escenario laboral en México

Norberto Vázquez

De acuerdo con estimaciones de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), al menos 500 mil personas laboran para el sector público mediante el esquema de outsourcing

Los cálculos no han sido los correctos. Los cambios a la reglamentación al outsourcing traería consigo que la mayoría de los trabajadores subcontratados en el país poco más de 4.6 millones de personas serían contratados en nómina y no despedidos, según la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS).

Sin embargo, lejos de compartir este optimismo, los profesionales de la gestión del talento humano proyectan que la prohibición a los que es el outsourcing agravará la informalidad laboral en el país.

Contra la expectativa oficial, la reforma no acabará con las malas prácticas de lo que es el outsourcing ni fomentará el empleo formal, pues deja sin atender esquemas y modus operandi de sindicatos y cooperativas.

Por el contrario, la reforma deja la puerta abierta para uno de los mayores problemas del outsourcing en México: que las grandes empresas sigan creando compañías pequeñas, dedicadas a ser contratistas y proveerles del servicio de tercerización de personal.

“Vamos a presentar una iniciativa de ley para poner orden en todo lo relacionado con el outsourcing. Este se ha utilizado como una forma de defraudación fiscal y afecta a los trabajadores”. De esta forma, el presidente Manuel López Obrador anunciaba su intención de reformar la ley para regular el outsourcing en México.

El objetivo de esta iniciativa era combatir las malas prácticas vinculadas a la subcontratación. Este esquema laboral ha servido, en ciertos casos, para vulnerar derechos de los trabajadores establecidos en la Ley Federal del Trabajo.

Y es que mediante el outsourcing, se trata de una modalidad de trabajo donde las empresas tercerizan algunas de sus actividades a través de la subcontratación, y aunque pueda parecer una definición incompleta, lo cierto es que la actividad principal que se desarrolla con el outsourcing es precisamente subcontratar.

Este es un proceso mediante el cual las compañías subcontratan o externalizan una o varias de sus actividades, las empresas externas son las que se ocupan de proveer los recursos para el área específica que lo requiera.

En este último punto reside una de las principales contras al outsourcing en México, ya que, dentro de esos recursos, los más utilizados son los humanos, es decir, el talento.

El outsourcing de servicios permite que una empresa pueda proporcionar su propio equipo a otra compañía: en otras palabras, un colaborador tiene una relación laboral con una organización, pero sus servicios benefician a otra.

Bajo el esquema de trabajo tradicional, existe un patrón y un trabajador. Mientras que en el régimen de subcontratación hay tres sujetos: el patrón o contratista, el colaborador, y el contratante. El patrón tiene una relación laboral con su trabajador. Es dentro de esa relación laboral que pone a su empleado al servicio del contratante. Por su parte, este último no tiene ninguna obligación con el trabajador que el contratista le proporciona.

Este es uno de los puntos más polémicos dentro de este modelo de trabajo, y por ello, ha suscitado la reforma del outsourcing México.

Aquí el problema es que el outsourcing deja de existir, pero estarán permitidas las empresas de servicios especializados. ¿Qué quiere decir esto? Que las empresas sí podrán subcontratar servicios y personal de otras, siempre y cuando, el objeto social y actividad económica preponderante sea distinta a la suya, y estas estén registradas en un padrón público y reguladas ante la STPS.

Aquí la pregunta, ¿por qué incluso dentro del Gobierno Federal han negado el outsourcing cuando miles de burócratas laboran bajo este esquema? De acuerdo con estimaciones de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), al menos 500 mil personas laboran para el sector público mediante el esquema de outsourcing.

Dichas personas realizan funciones de limpieza, seguridad, comedores y servicios de tecnología, y con la prohibición del outsourcing deberían ser contratadas por el Gobierno, lo que aun no ha quedado claro por parte de las autoridades laborales. Simplemente, en obras magnas como el Aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya han negado la subcontratación. En México que sea bienvenido el trabajo, y más, en estos momentos que la crisis sanitaria ha golpeado de manera sustantiva al empleo.