De refranes y cantares…
Ana Celia Montes Vázquez
“Quien nada teme, nada teme”, reza el viejo y conocido refrán, mismo que, al parecer, el panista Ricardo Anaya Cortés desconoce o pasa por alto al vociferar a los cuatro vientos que es inocente y por esa razón debe ausentarse de México lindo y querido. Y bueno, a estas alturas de la semana en curso ya es más que sabido que desde el sábado 21 de agosto de este segundo año pandémico se autoproclama perseguido político por parte del presidente “gandalla” López Obrador, quien, malévolamente, está haciendo todo lo posible para que no llegue a la contienda presidencial del 2024 que, según Anaya, ganará para contrarrestar todo el gandallismo de la 4T.
Sí, ese mismo López Obrador quien en el segundo debate durante la campaña presidencial de 2018 se guardó la cartera cuando se le acercó a increparlo, dándole a entender que de ratero no la bajaba entonces como ahora. Por cierto, durante esos debates el susodicho panista le exigió renunciar a la candidatura morenista como si fuera un jefe de recursos humanos en ¡empresa ajena!
“Explicación no pedida, culpabilidad manifiesta”. Así lo mostró cuando días después reiteró que de ingresar a la cárcel de seguro pasará 30 años ahí y todo a causa de la llegada a su domicilio de una orden de comparecencia que ni siquiera requería de su presencia física en ningún Ministerio Público, porque sería vía remota. En otras palabras, se adelantó a los hechos y lo hizo público, quizá dando ideas a sus perseguidores por aquello de la treintena tras las rejas, pues ya se manifestó la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) por presenciar la audiencia de Ricardo Anaya.
“Cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde”. Y eso debería tenerlo muy en cuenta el hoy autoexiliado Anaya cuando argumenta persecución política en su contra, siendo que fueron los mismos panistas Ernesto Cordero y Javier Lozano quienes lo culpan de haber recibido jugoso soborno para aprobar la Reforma Energética peñanietista cuando fue diputado, complementando lo declarado por Emilio Lozoya, ex director de PEMEX y hoy testigo colaborador con la Fiscalía General de la República (FGR), cargo muy honorable después de su aprehensión y posterior extradición.
“Ten cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir”. Tanto que se ha autoflagelado y exhibido en los medios, Ricardo Anaya está por hacer realidad lo que se denomina en sociología y psicología profesías autocumplidas; es decir, que de tanto decir que lo encarcelarán terminará a la sombra, cual si fuera un deseo porque el solo hecho de exhibir su propio autoexilio a un lugar desconocido y armar tremendo argüende cuando apenas hubo un citatorio, situación bien aprovechada por el Prianismoperredismo para presentarse con indignación política frente a la opinión pública.
“Mal de muchos, consuelo de pen…”. Ah, pero resulta que el imputado le grita al presidente López Obrador que sus hermanos Pío y Martín Jesús estén en la misma audiencia, por aquello de que los han acusado de negocios ilícitos. Sin embargo, en este punto el abogado Anaya Cortés demuestra que por algo la hace mejor de estrella mediática que de leguleyo: Un mismo juez no puede juzgar al mismo tiempo dos casos y menos si son distintos, lo cual también constituye muestra que soberbia porque no es quien para exigir la presencia de alguien a menos que sean testigos o estén involucrados, y hasta donde se sabe nadie de la familia López Obrador lo obligó a nada. En cambio, con lo que sí cuenta para tal efecto es con los panistas, quienes ya manifestaron que si lo tocan a él, los tocan a todos.