El efecto se replicó en diferentes escalas en las economías de América Latina, afectando principalmente a pequeñas y medianas empresas; el pánico fue mundial
José Ma. Gijón
En medio de una de las mayores crisis de imagen que haya tenido en su historia, Facebook abrió el mes de octubre con una prolongada caída en los servicios de su conglomerado de redes sociales, la cual desencadenó fuertes pérdidas económicas a nivel global y cuestionamientos en torno al uso de dichas plataformas digitales.
La red social homónima, junto con su servicio de mensajería Messenger, Whatsapp e Instagram, comenzaron a presentar fallas en su funcionamiento durante mediodía, impidiendo a los usuarios actualizar sus perfiles e imposibilitando el envío y recepción de mensajes.
La situación se prolongó durante más de 6 horas, afectando a los aproximadamente 3 mil 500 millones de personas que utilizan dichas herramientas, incluidos los propios trabajadores de la empresa, cuyos pases electrónicos quedaron inhabilitados producto de la caída.
“Nuestros equipos de ingeniería han constatado que los cambios de configuración en los enrutadores troncales que coordinan el tráfico de red entre nuestros centros de datos generaron problemas que interrumpieron esta comunicación. Esta interrupción del tráfico de la red tuvo un efecto en cascada debido a la forma en que se comunican nuestros centros de datos”, indicó la firma tecnológica tras el restablecimiento de sus redes, descartando la posibilidad de que los datos de los usuarios pudieran haberse visto comprometidos durante el periodo de inactividad.
“Efecto mariposa”
La tecnológica vio reflejados los efectos del corte con una caída del 4.89% a 326.23 dólares por acción en Wall Street al cierre del día, lo que representa su peor retroceso desde noviembre del año pasado e implicó una pérdida de valor de mercado de 47 mil 311 millones de dólares.
Estas pérdidas se suman al recorte de 13% visto durante el mes previo, producto de las discusiones públicas en torno al uso de la información y las prácticas de negocios efectuadas por parte de la empresa, temas cuestionados tanto por los medios como por organismos reguladores.
Aunado a ello, el desempeño de la compañía incidió directamente en el patrimonio de su fundador y consejero delegado, Mark Zuckerberg.
De acuerdo con datos del Bloomberg Billionaires Index, las polémicas recientes provocaron que la fortuna del empresario se redujera hasta los 122 mil millones de dólares, sufriendo una reducción de aproximadamente 6 mil 110 millones de dólares.
Por otro lado, los efectos de la interrupción del uso de las plataformas también repercutieron en distintas economías a nivel mundial. Mediante la herramienta “Cost of Shutdown Tool”, el grupo de monitoreo de Internet NetBlocks, estimó multillonarias pérdidas a los principales países afectados, entre ellos México, con una afectación que ronda los 14 millones de dólares (cerca de 280 millones de pesos) y una caída en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) de 4.63%, con títulos valorados en 6 mil 686 pesos.
Al respecto, el director general de la Bolsa Mexicana de Valores, José Oriol Bosch, destacó que Facebook opera como un holding al administrar un conjunto de firmas con un valor global de un millón de millones de dólares, por lo que al caer su valor de capitalización cerca de 5% se puede hablar de un aproximado de 50 mil millones de dólares de minusvalía.
De forma semejante, varios países de América Latina figuraron en el listado creado por NetBlocks, destacando los casos de Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Puerto Rico y Ecuador, que habrían registrado pérdidas que van de poco más de un millón dólares hasta los 24 mil millones.
Juan José Sánchez Sosa, profesor emérito de la Facultad de Psicología de la UNAM, explicó que factores como la dependencia a las plataformas para labores de venta o promoción, el tiempo de uso y grado de familiaridad incidieron en cómo se recibió la interrupción de los servicios de redes sociales.
El académico de la Universidad Autónoma Nacional de México indicó que las afectaciones pudieron concentrarse en los usuarios que mantienen relaciones interpersonales, profesionales, escolares y académicas dependientes de estos sistemas.
En este sentido, señaló que en el extremo de la curva se encontrarían aquellas personas que no cuentan con las destrezas normales de autorregulación emocional, donde se presentarían reacciones como ansiedad, enojo o tristeza más allá de lo normalmente observado. El mundo literalmente se apanicó.
