Ciudad de México.- Después de que el Banco Mundial (BM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo señalaron, ahora es la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) quienes advirtieron que en la región el empleo se ha recuperado, tras el fuerte impacto que sufrió por la pandemia del covid-19, pero es de menor calidad.
Ayer, el BM y el PNUD señalaron que tras la pandemia, en América Latina y el Caribe el empleo formal cayó 5.3 por ciento, el trabajo independiente creció 5.7 por ciento y la proporción de trabajadores ocupados en negocios pequeños, de hasta cuatro trabajadores, aumentó 8 por ciento, lo cual muestra un deterioro en la calidad del empleo disponible.
En el informe “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe: Políticas de protección de la relación laboral y de subsidios a la contratación durante la pandemia de covid-19”, publicado hoy, la Cepal y la OIT señalaron que en el primer trimestre de 2021, la recuperación del empleo se ha evidenciado principalmente entre los trabajadores por cuenta propia (categoría que al comienzo de la crisis acusó un impacto extremadamente fuerte), mientras que el empleo asalariado aún se encuentra rezagado, lo que sugiere que las mejoras laborales están asociadas a una menor calidad del empleo.
“Las tendencias mencionadas muestran que, si bien ha aumentado el número de personas ocupadas, la recuperación ha sido mayor en el empleo de menor calidad y es importante que se comience a generar empleo asalariado de calidad. A su vez, la dinámica inflacionaria observada en los primeros seis meses del año podría tener un impacto negativo en la remuneración real de los trabajadores y, por lo tanto, en el consumo de los hogares”, refirió el informe.
La Cepal y la OIT resaltaron que en la región, las brechas de inserción laboral entre hombres y mujeres se profundizaron, y las mujeres se vieron más afectadas debido al retorno sólo parcial de las actividades escolares y a la lenta recuperación de actividades en sectores como el comercio y los servicios, y categorías feminizadas como el trabajo doméstico remunerado, donde además existe una alta incidencia de la informalidad.
Los indicadores laborales por sexo siguieron mostrando una recuperación dispar entre hombres y mujeres durante los primeros meses de 2021. En el promedio de 14 países con información disponible, la tasa de participación de las mujeres en el segundo trimestre de 2021 fue del 49.1 por ciento, es decir, 3 puntos porcentuales por debajo de la del mismo trimestre de 2019 (52.1 por ciento), mientras que la tasa de participación de los hombres alcanzaba 71.8 por ciento, una cifra 2.4 puntos porcentuales por debajo de la del mismo período en 2019 (74.2 por ciento.
Además, una de las características de la pandemia fue que afectó en mayor medida a los sectores más intensivos en mano de obra menos calificada. Dadas las características de la crisis, estos trabajadores tuvieron más dificultades para continuar realizando su trabajo de manera remota.
En particular, las mujeres con menor nivel educativo se vieron más afectadas por la pérdida de empleo que los hombres con igual nivel educativo y que otras mujeres con mayor nivel de formación. Para el promedio de ocho países de la región, en el segundo trimestre de 2021 aún había 16.2 por ciento menos de mujeres de menor nivel educativo ocupadas que en el mismo trimestre de 2019 y las de nivel medio se ubicaban 4.3 por ciento por debajo. Por su parte, las mujeres ocupadas de mayor nivel educativo habían superado 6.1 por ciento los niveles de ocupación previos a la pandemia.
En este contexto, la Cepal y la OIT estimaron que en los próximos años, la dinámica del crecimiento sea lenta y esté sujeta a grandes incertidumbres, por lo que los gobiernos enfrentan el desafío de apoyar el ingreso y la reinserción laboral de los segmentos más vulnerables de la sociedad y, al mismo tiempo, favorecer las condiciones para la creación de empleo decente, especialmente entre las microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes).
A mediano plazo, abundaron, será necesario implementar reformas que permitan avanzar hacia mercados laborales más resilientes, acompañando las medidas de reactivación con programas para favorecer el paso de la informalidad a la formalidad laboral, junto con un rediseño de la protección social.