Una luz en el camino
Ana Celia Montes Vázquez
Sin duda alguna, uno de los factores para que la vida cotidiana, la industria, el sector público, la iniciativa privada, el campo, la ciudad y un largo etcétera se lleven a cabo es la energía eléctrica.
El sólo oprimir un interruptor inicia y concluye cada día, y ni qué decir de la noche. Al igual que el gas doméstico la luz, la energía eléctrica, es un servicio indispensable que al mismo tiempo es invisible, en el sentido de que es tan común que cada quien da como un hecho que la luz allí está.
Pues bien, uno de los temas que están en la discusión pública es precisamente el de la generación de la energía eléctrica, situación que, por cierto, fue puesto en la palestra por Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, por aquello de la reforma que está proponiendo en el sentido de que sea el Estado mexicano sea el productor principal de energía eléctrica dando revés a reformas eléctricas propuestas por anteriores regímenes privilegiando a la iniciativa privada.
Como era de esperarse, tanto por la relevancia del tema en cuestión como por ser una propuesta por López Obrador, de inmediato respingaron sectores variados. ¡Y cómo no, si entre esos están varios empresarios viendo afectados sus intereses e inversiones! Bueno, a tanto llega, que hasta empresarios norteamericanos han protestado alegando que con esta pretendida reforma eléctrica se violarían acuerdos derivados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hoy conocido como NAFTA por sus siglas en inglés, olvidando, tal vez, que la libre autodeterminación de las naciones está por encima de cualquier acuerdo comercial y que cualquier opinión o acción sobre la regulación de cada nación sobre sus recursos naturales se pueden considerar en las leyes internacionales como una injerencia, intervención o, incluso, invasión, pero bueno…
Y como era de esperarse, entre el coro de voces discordantes pero por supuesto que no podían faltar la de los panistas. Sí, esos mismos militantes y legisladores del partido político blanquiazul que ya se autoerigen como vigilantes de las mesas de discusión sobre este tema de la luz, alegando que constituye una forma de que el partido MORENA se apropie de la industria eléctrica provocando la pérdida de muchos empleos y un monopolio casi casi dictatorial. Bueno, incluso el autoexiliado Ricardo Anaya, el autodenominado perseguido político y autoexiliado para que no lo encarcelen, lanza la pulla al pueblo de México sobre si le creerá esta reforma al sector eléctrico al presidente López Obrador como le creyó que no habría gasolinazos…
En fin, lo cierto es que todos los actores políticos mencionados parecen pasar de alto que antes de concesiones privatizadoras la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro era una empresa paraestatal; es decir, que años fue el Estado mexicano era quien la dirigía convirtiéndose en el garante de dotar de energía eléctrica a lo largo y ancho de la República Mexicana, así como de generar fuentes de trabajo y de realizar los cobros a los usuarios.
Lo que sí es un hecho es que los mexicanos requerimos una respuesta clara y contundente en cuanto a que si con esta reforma eléctrica veremos en el recibo de luz bimestral un pago más justo en cuanto a que sea menor y una mejora en el servicio o, de plano, seguiremos estando a oscuras en cuanto a información oportuna.