Altos precios de energía y alimentos se mantendrán hasta fines de 2024: BM

"En conjunto, esto representa la mayor crisis de productos básicos que hemos experimentado desde la década de 1970": Indermit Gill

465

Washington.- Los precios de energía y alimentos se mantendrán en niveles «históricamente altos» hasta fines de 2024 debido a las perturbaciones provocadas por la guerra en Ucrania, señaló el Banco Mundial (BM) en un informe publicado el martes.

Según las últimas «Perspectivas de los mercados de productos básicos» (Commodity Markets Outlook), los precios de la energía se incrementarán más del 50% en 2022 antes de moderarse en 2023 y 2024, en tanto los precios de los productos no energéticos, incluidos los agrícolas y metales, aumentarán casi un 20% en 2022.

Si la guerra se prolonga, o Rusia recibe más sanciones por su invasión a Ucrania, los precios podrían subir más y mostrar aún más volatilidad, advierte el reporte.

«En conjunto, esto representa la mayor crisis de productos básicos que hemos experimentado desde la década de 1970», dijo Indermit Gill, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del BM, citado en un comunicado.

El informe anticipa que la conmoción por la guerra hará subir el precio promedio del crudo Brent a 100 dólares el barril en 2022, el nivel más alto desde 2013, y un 40% más con respecto a 2021. Para 2023, estima que rondará los 92 dólares el barril.

Por otra parte, para 2022 se espera que los precios del trigo suban más de 40%, y los metales 16 por ciento.

Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial que elabora el informe, destacó la magnitud de la crisis de oferta debido a la guerra en Ucrania.

«El consiguiente aumento de los precios de los alimentos y la energía está generando un alto costo humano y económico, y probablemente frenará los avances en la reducción de la pobreza. La suba de los precios de los productos básicos exacerba las presiones inflacionarias, ya elevadas en todo el mundo», reiteró.

Los expertos del BM instaron a los formuladores de políticas públicas a tratar de minimizar los efectos de esta situación, exhortándolos a diseñar programas de protección social focalizados, como los de transferencias monetarias y de obras públicas, en lugar de fijar subsidios a los alimentos y los combustibles.