Ciudad de México.- La evolución al alza de los precios se ha convertido en una espiral muy difícil de controlar en las economías. Desde 2021, el tema ha escaldado, hasta convertirse en el asunto económico-financiero de mayor relevancia en la actualidad.
En todos latitudes se sigue hablando de que la inflación es importada, esto es, fuertemente tensionadas por factores externos, como la guerra de Ucrania o la crisis energética, las limitaciones de la cadena de suministro agravadas por las estrictas restricciones del Covid e inmersas en el contexto de una política monetaria que comienza a dejar atrás una larga etapa acomodaticia y afronta por primera vez en una década un horizonte de subida de tasas de interés, en un intento por enfriar el aumento de la inflación.
En los últimos días se han presentado noticias en un sentido y otro que tendrían incidencia en la inflación.
Por un lado, creció la preocupación de un nuevo repunte en los precios debido al reciente incremento en los precios de energéticos a máximos desde marzo. Al mismo tiempo, ayuda a que se relajen estos temores por los anuncios de la reducción de medidas de confinamiento por parte de China y los esfuerzos individuales con medidas internas como la probable reducción de aranceles de EUA al gigante asiático.
En este sentido, para el mundo, los datos de inflación de Estados Unidos del viernes 10 de junio serán críticos. El consenso tiene la esperanza de que los precios estadounidenses hayan alcanzado su techo, y que tanto la tasa general como el rubro subyacente sigan bajando desde los elevados niveles actuales.
La expectativa es que en términos anuales la general baje una décima a 8.2% y la subyacente retroceda tres décimas a 5.90%. Con ello, crecerán las especulaciones de que la inflación podría haber tocado techo.
Sin embargo, si vemos otra lectura este mes que indique que la inflación está disminuyendo más lentamente de lo esperado (o que no esté bajando), podría afectar la confianza, una vez más y generar adicionales episodios de aversión global al riesgo.
Precios al Consumidor en EUA (variación anual, %) Los inversionistas están sopesando que hay una inflación muy alta, que parece que va a durar más iempo de lo previsto, y dependiendo de cómo salgan los datos, la Fed y el resto de bancos centrales pueden actuar más rápido o más despacio. El temor final es si esta constante alza de tasas de interés podría implicar una ralentización en la actividad económica y/o una recesión en el mediano plazo.
El proceso de normalización de tasas de interés podría tener afectaciones negativas en algunos de los componentes de la demanda agregada (consumo e inversión). No obstante, consideramos que los niveles a los que tiene pensado subir la Fed, que son alrededor de 3.0% de aquí al 2023, pudieran no tener un impacto final en la economía tan negativo como se teme.
También se especuló en la semana de que si la política monetaria de la Fed empieza a dar resultados rápidos, en determinado momento del año, sobre todo en el último cuarto, la autoridad estadounidense podría hacer una pausa en su endurecimiento. La realidad es que este escenario es improbable. A lo más, es que las magnitudes de los incrementos podrían ser menores (25pbs en lugar de los 50pbs).
Gran parte del comportamiento del peso mexicano para lo que resta del mes de junio dependerá del resultado de la cifra de inflación estadounidense.
Si el dato de inflación efectivamente muestra que en términos anuales sigue bajando podría ayudar a ponerle un piso a la cotización del peso mexicano (cerca de $19.40) en el corto plazo, aunque el movimiento en el tipo de cambio debería de ser menor a 30 centavos, al menos que el dato sorprenda siendo mucho más alto o más bajo a lo esperado.
Esperamos una reacción volátil para los próximos días del peso mexicano en un rango entre 19.35 – 19.85.
