Zedillo, Yunes y Cirilo Ocampo, cuando gana la traición
Norberto Vázquez
Yunes obligó a Ocampo a firmar una carta poder que ascendían a 500 millones de dólares a Agustín Acosta Azcón quién litiga el caso entre Julio Scherer y Juan Collado, abogado de Florence Cassez y de los mineros que pelearon 55 mdd contra Napoleón Gómez Urrutia.
Dicen que un reportero sin suerte no lo es. Yo sólo iba a una entrevista en la Cámara de Diputados a mediados de 2004, y salí de ese recinto, con un cúmulo de información que se volvería una bola de nieve. Los expedientes y declaratorias ante autoridades mexicanas y estadounidenses que se me proporcionaron, evidenciaban las traiciones por dinero entre el ex presidente Ernesto Zedillo, el eterno funcionario de todas las líneas, Miguel Ángel Yunes y el Rey de las Cajas de Ahorro Popular, Cirilo Ocampo Verdugo.
Publiqué esa información, Ocampo Verdugo se enteró, y me citó en el Reclusorio Sur para una entrevista personal. La charla también se hizo pública y en esa reunión salió a relucir como el colimense Zedillo, habría pedido 2 millones de dólares de aportación a la campaña de Francisco Labastida Ochoa. “Me negué, y ahí valió madres”, me habría dicho Cirilo Ocampo.
La película abarcaba a muchos personajes, incluido el representante de artistas, Jorge Reynoso y a su esposa, la ex Garibaldi, Pilar Montenegro. Reynoso era so socio en una empresa de aviación y de conjuntos departamentales en Miami, Florida. “Jorge Reynoso se quedó con todo”, aseguró Ocampo.
Su desgracio llegó, cuando Silvia Paulette de Rugamma Prado, su presunta ama de llaves, asesorada por Miguel Ángel Yunes quién fungía como coordinador de asesores del entonces Secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco, lo acusó de estar relacionado con los hermanos Amezcua Contreras, identificados en Colima como los reyes del tráfico de metanfetaminas.
Esta mujer era hermana Jorge Reynoso Prado a quien le confió la administración de estas empresas de aviación y de sus bienes en Miami. Bienes que por cierto, fueron su recompensa.
Según la información, Silvia Paulette sigue desaparecida en algún lugar de Europa y su hermano Jorge Reynoso se quedó con sus bienes, depósitos que alcanzaron incluso a Pilar Montenegro, según expedientes radicados ante un juez de Miami.
Por estas acusaciones, le confiscaron el dinero que tenía en todas las cuentas bancarias de las cajas de ahorro que operaba en varios estados del país, con el pretexto, de que “se presumía que era de dinero sucio de los Amescua”.
De inmediato los ahorradores iniciaron plantones y exigieron, con la presentación de documentos de sus depósitos, que les regresaran su dinero. Algunos sí pudieron recuperar algo, pero la inmensa mayoría no recibió ni un peso.
Yunes obligó a Ocampo, a firmar una carta poder para ceder todos sus bienes que ascendían a 500 millones de dólares, a Agustín Acosta Azcón —quién litiga el caso entre Julio Scherer y Juan Collado, abogado de Florence Cassez y de los mineros que pelearon 55 mdd contra Napoleón Gómez Urrutia— contratado precisamente por Gobernación para crear un Fideicomiso en Nacional Financiera, el famoso Ficah, con valor de 50 millones de dólares. Nada se dio a los defraudados, pero si cuando pedí la contabilidad de dicho fideicomiso a través del INAI, simplemente ese dinero ya se lo habían robado.
“Y porqué dice que fue traición”, le pregunté a Ocampo. Fácil, dijo, “llegue a ser homenajeado por el gobernador de Veracruz, Patricio Chirinos y por su Secretario de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, como empresario del año. Ellos le dijeron a Zedillo que aportaría a la campaña de Labastida, y como me negué, me aventaron la maquinaria”.
De todo esto, los que salieron perjudicados fueron miles de inversores en este mecanismo de ahorro popular. Tristemente, no fue el único caso. A pesar de la promulgación de una nueva ley de ahorro popular y del establecimiento de supuestas medidas de control, los fraudes con cajas de ahorro han continuado, lo que habla no sólo de la ineficacia de las autoridades responsables de vigilar el ahorro popular, sino de las corruptelas y la deshonestidad que, penosamente, son parte de nuestra cultura.
El caso está en el tintero. El presidente Andrés Manuel López Obrador habría considerado la posibilidad de indultarlo ya que el propio Ocampo Verdugo hizo la solicitud, argumentando ser un preso político. No lo indultó, pero de una forma u otra ya está libre. Así operaba el viejo régimen.