Política Global

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  • Gustavo Petro: esperanza renovada para Colombia
  • Asegurar la gobernanza con un gobierno incluyente
  • Proyectos muy ambiciosos; cumplir con lo sustantivo

Juan Barrera Barrera

Por primera vez en su historia Colombia tiene no sólo un presidente de izquierda, sino un personaje que militó en la guerrilla 12 años y que llega al poder como un político antisistema con un amplio proyecto de nación que encarna la justicia social de los olvidados de siempre. Llega de la mano de una luchadora social de ese segmento, la afrocolombiana Francia Márquez, como vicepresidenta.

El nuevo presidente de Encuentro Histórico que este domingo se instaló en el Palacio de Nariño llega con grandes expectativas de un cambio verdadero, dejar atrás la vieja Colombia. Petro ha renovado su discurso y ha pasado de una retórica confrontativa a una más moderada, más tersa, más dialoguista. De todo ello da cuenta la política de alianza que debió tejer con fuerzas políticas disímbolas para garantizar el voto para sus reformas legislativas.

El ex guerrillero tendrá que buscar reconectar con los colombianos para consolidar los acuerdos de paz y buscar la desmovilización con el último movimiento armado de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el sometimiento del Clan del Golfo, el principal cartel de narcotraficantes que opera hoy en Colombia.

Hasta los conservadores caben en el gobierno

Gustavo Petro ha estructurado un gobierno incluyente en donde tiene cabida el sector conservador, aunque en cargos menores, con el objetivo de garantizar la gobernanza. El mandatario que asume el poder con un alto poder de legitimidad o dudó en sentarse a dialogar con el jefe indiscutible de la ultraderecha, Álvaro Uribe, para convencerlo de que primero está Colombia por encima de las intestinas pugnas ideológicas, pero tampoco significa que se cancelan las diferencias.

Petro Urrego asume la presidencia de un país polarizado, desangrado por seis décadas de violencia política, por el narcotráfico y el paramilitarismo. A lo que se agregan oros temas igualmente desgarradores como la desigualdad y la pobreza. Las políticas públicas ahora estarán enfocadas hacia los que menos tienen, hacia esos grandes conglomerados de excluidos de los proyectos del sistema bipartidista dominado por décadas por los partidos Liberal (centro) y Conservador (centro derecha).

Los representativos de ese sistema oligárquico aún se preguntan qué fue lo que les falló. Pecaron de arrogantes y soberbios. No tuvieron recato en llenarse los bolsillos de las ganancias que el capitalismo les puso en bandeja sin voltear siquiera a los lados para mirar cómo la pobreza se extendía a lo largo y ancho de Colombia.

El ex guerrillero del Movimiento 19 de abril (M-19) y la afrodescendiente lograron romper el cerrojo de ese sistema bipartidista creado a mediados del siglo pasado expresamente para que sólo esos dos partidos se alternaran en el poder, acuerdo dizque para preservar la estabilidad política y social. De paso la dupla ganadora de los comicios arrasó con la nueva derecha que lidera el dos veces presidente Álvaro Uribe y su alumno que acaba de dejar el poder, Iván Duque.

Petro obligado a no cometer los errores de Maduro y Ortega

El nuevo presidente que cambió el fusil por las urnas después de que su movimiento armado pactara la paz, en 1991, y se avinieran a la vida política institucional ha abrevado bien en esas aguas que lo han llevado a ser legislador y alcalde de Bogotá. Después de tres intentos por fin ganó las elecciones presidenciales en junio pasado, con más de 11 millones 200 mil votos que lo convierten en el presidente de Colombia más votado en la historia de ese país sudamericano que lo hace acreedor de un alto grado de legitimidad.

Gustavo Petro, de 62 años, pertenece a una renovada corriente de izquierda latinoamericana a la que también pertenece Gabriel Boric de Chile. A pesar de ser un político antisistema no está entre sus planes imponer un cambio radical en el sistema de producción capitalista como algunos pensaban que por su ideología izquierdista vendrían con él una ola de políticas de locura (privatizaciones por ejemplo).

El economista no oculta sus diferencias con Nicolás Maduro ni con Daniel Ortega. Acaso por esa misma razón el venezolano y el nicaragüense no fueron invitados a la toma de posesión de Gustavo Petro, y acaso por esa misma razón tampoco acudió Andrés Manuel López Obrador.

Petro Urrego seguramente tiene en mente los graves errores y excesos que han cometido Maduro y Ortega que los han desvirtuado como líderes ante sus propios connacionales y en el entorno político latinoamericano. La región requiere de nuevos liderazgos de izquierda, con una mayor visión de la nueva realidad y de la nueva época del hemisferio occidental.

Cumplir con los programas sustantivos

La agenda social estará orientada hacia la reivindicación del feminismo, la lucha ambiental (la propuesta decorosa a los acreedores de utilizar el pago de la deuda externa para el combate al cambio climático no ha tenido respuesta), la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la pobreza y la desigualdad, sin olvidar la crisis económica y social que le heredan sus antecesores.

El nuevo gobierno se apresta a hacer realidad una gran reforma fiscal, la cual impondrá mayores impuestos a los que más tienen para financiar los programas sociales. En Estados Unidos los demócratas hicieron lo propio que en la era Trump los republicanos no quisieron tocar las ganancias de los grandes oligarcas.

Todos esos temas serán para el nuevo mandatario oportunidades para hacer profundas reformas políticas, económicas y sociales que permitan ir construyendo una nueva Colombia, pasar de un país violento y desigual a la paz y a la equidad. Petro se propone repensar el combate al narcotráfico y con datos duros asegura que los métodos utilizados hasta ahora han fallado. Ha sido una guerra perdida.

Su promesa es hacer profundas reformas políticas, económicas y sociales que lleven a Colombia de un país dividido, violento y desigual a la equidad y a “la paz total”. Seguramente el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez no podrán cumplir con todas las promesas y proyectos, pero es mejor tenerlos y solventar los prioritarios.

Bienvenida la ruptura con las inercias de las viejas élites colombianas.