Dime cómo gastas y te diré que México eres
(*) Mario Sandoval Chávez
Estamos ya en el cierre del tercer trimestre del año 2022, el PIB estima un crecimiento del 2%, el INEGI destaca el crecimiento en actividades secundarias (manufacturas, minería, electricidad, petroquímica y construcción) con el 3.3%, las primarias (agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal y pesca) el 1.4% y las terciarias (comercio, servicios, turismo y comunicaciones) el 0.9%. Por lo que si bien modesto y pese al adverso entorno global el PIB mantendrá un crecimiento del orden del 2% al alza.
Es importante no comparar peras con manzanas. La economía mexicana es la doceava en tamaño económico global y la 4ª en tamaño del continente. Por tamaño de economía somos más comparables con Brasil que en este 2022 tiene un crecimiento similar al de México en niveles del 2%.
Para que México tenga un desarrollo social y económico sostenido debe crecer su PIB anualmente a niveles mínimo del 4% promedio anual. Podemos lograrlo, pero tenemos factores internos que lo impiden, que son un poder legislativo centrado en sus intereses de grupo político y no en el bien de la ciudadana, otro factor es el poder judicial, un poder absoluto y encapsulado en su zona de privilegios y sin rendición de cuentas que afectan el estado de derecho con su lento procedimiento procesal en general. Por otra parte, el gabinete actual es similar a gobiernos anteriores en donde más que capacidad y resultados previos probados, se asignan las posiciones clave en base a filiación y cercanía personal y política.
El debate diario mediático es más enfocado a lo político y al escándalo de rumores, filtraciones y lo que les encanta el sensacionalismo de la nota roja, que a buscar soluciones en materia económica, de seguridad y de infraestructura que detone la economía y el desarrollo regional. Los grandes grupos de comunicación nacional han orientado sus noticieros a enfocar su introducción y contenidos no a informar, sino en alertar y alarmar a la población con notas rojas sensacionalistas, que, si bien son importantes, no deben ser el contenido principal, es la línea editorial que vende, la exageración, el drama, la polémica, su objetivo lo disfrazan con supuestos temas de investigación, pero la realidad es que buscan inducir y alterar el ánimo del auditorio.
Ese estilo editorial sensacionalista y de generar filtraciones, son parte de la información política, económica, deportiva, espectáculos, de seguridad y social. Sin embargo, la audiencia se harta de escándalos, gritos, polémicas y exhibicionismo. Hay exceso de crítica hacia afuera, pero nula autocritica o auto regulación a sus contenidos y línea editorial.
Invito al lector a analizar en internet o en canales de cable el tipo de información que se presenta en los principales medios en los USA, Canadá o Brasil, la verdad es que en vez de evolucionar hemos involucionado en los medios de comunicación, el avance tecnológico no ha sido para mejorar la calidad de los contenidos en general. Ello se confirma con la baja de rating de los medios tradicionales, y la orientación al streaming o al internet como medios de información y entretenimiento.
A dos años para que concluya el 30 de septiembre de 2024 el gobierno de AMLO, que sin duda diagnostica muy bien la problemática del país, pero que, a la hora de ejecutar sus programas y objetivos clave, ha sido un tema complejo y con alta rotación de funcionarios, ya sea por diferencias con el presidente o influencias de terceros, que no ha permitido lograr la transformación integral anunciada.
No se puede acabar la corrupción, en tanto el Poder Judicial continúe en su olimpo y retrasando todos los asuntos (civil, mercantil, familiar, administrativa, penal y laboral), la percepción de impunidad y falta de estado de derecho inhiben la economía y la inversión.
El poder legislativo, perdido en el discurso simplón y barato de sus líderes en las cámaras y sus líderes de partido, tenemos 192 senadores en la Cámara y sin embargo la ciudadana identifica solo a los escandalosos y dramáticos y no a los que trabajan y hacen propuesta en favor de sus entidades.
Hay 500 diputados federales, mismo tema, operan en bloque partidos y no en debate de nivel y análisis que sume y no que reste apoyos. La prueba es por ejemplo que las reformas importantes, no caminan por las cámaras sino les da beneficios politicos.
No revisan y corrigen las limitaciones de los códigos de procedimientos civiles y penales, con lo cual los asuntos judiciales tendrían mayor celeridad y expondrían al poder judicial a presentar resultados tangibles para la mayoría y no para las minorías.
El paquete económico para 2023 contempla un gasto total de 8 billones 300 mil millones de pesos, pero los ingresos estimados son de 7 billones 123 mil millones de pesos, por lo que se recurre a deuda pública para cubrir el déficit de 1 billón 177 mil millones de pesos.
El gasto programable se proyecta en 5 billones 958 mil millones de pesos, el 34% es gasto social, 20% es para educación, 20% fortalecimiento energético, 7% en infraestructura y comunicaciones, 6% en salud, el 5% en seguridad, el 3% para organismos autónomos (aquí está el Poder Judicial), 3% para trabajo y fomento económico y 2% para apoyos al campo.
El gasto no programable es de 2 billones 340 mil millones de pesos, este gasto es para cubrir obligaciones de años anteriores por deuda contraída (80%) y los recursos trasferidos a entidades federativas y municipios (20%).
Los ingresos presupuestados provienen de ingresos petroleros por 1.3 billones de pesos, 5.8 billones en ingresos no petroleros (impuestos; IVA, IST IEPS, IETU) y 1.2 billones de préstamos para cubrir el presupuesto.
De esta forma podemos razonar y analizar cómo se aplica el gasto, de donde proviene el ingreso y que factores son necesarios para estimular crecimiento económico. Es claro que hay un importante gasto social que debido a la pandemia y al rezago económico y social de la población marginada e informal, ha sido un elemento fundamental de estabilidad social. Pero en ese gasto está también el favor de pensiones excesivas, que son fuerte presión por el monto que se incrementa año con año y que será fuerte carga presupuestal, sino ampliamos la base de generación productiva y empleos formales con inversión.
El presupuesto depende de la captación de impuestos y es la razón por la que el SAT está enfocada no a quien se la hizo sino quien se la pague, pero no hay atención específica de las autoridades, empresarios y políticos para acotar año con año la informalidad, esa informalidad también inhibe la inversión, ese subempleo es fatal para la economía mexicana. En ese tema el presupuesto no toca nada.
Estamos obligados a analizar el tema presupuestal, quejarse sin razonamientos objetivos y apasionamientos, solo es seguir dando margen al sensacionalismo y la especulación. Hay que exigir resultados, con soporte y en los canales adecuados.
Los tecnicismos económicos, financieros y judiciales, son solo para hacer inentendible lo que es evidente, tenemos déficit y aplicación de gastos mayormente a subsidios y no a productividad, pero como lograr esa productividad sin un estado de derecho que solo es costoso, sin duda la falta de eficiencia de las autoridades ministeriales y judiciales, son factor para la inseguridad e injusticia que preocupa a los mexicanos. Tenemos leyes y códigos que hacen todo el sentido, pero son aplicados de manera particular e irregular por quienes deberían hacerlos valer en beneficio de la sociedad.
Todo está concatenado, lo economía, lo social, lo financiero, la seguridad, lo laboral y lo familiar. Por lo tanto, hay mucho por hacer, las siguientes generaciones esperan lago mejor de nosotros. Crecer a niveles superiores del 4% anual es posible, no depender de subsidios y de seguir endeudando al país, sino de activar las economías regionales y limitar la informalidad para que el ingreso presupuestal de impuestos sea creciente pero bien aplicado y con rendición de cuentas.
(*) CEO FISAN SOFOM ENR
Banquero a nivel Directivo con más de 30 años de experiencia de negocios.
Ex Presidente Nacional AMFE
twitter@MarioSanFisan