Expedientes MX

175

Bosques: incendios, tala y huertas de aguacate

Norberto Vázquez

Tan sólo en Michoacán con la expansión de monocultivo desde 2019 al menos 5 mil 160 hectáreas dejaron de ser bosques para transformarse en huertas aguacateras dice el SIAP

Con eso de que en este país la Cuarta Transformación dejó de invertir en medicinas, estudiantes, investigadores, desastres naturales y todo lo que huela a progreso, imagínese que está ocurriendo con los bosques en México.

Peor, cuando las zonas boscosas nacionales son propiedad comunitaria donde todos opinan sobre ellas, pero nadie hace nada para defenderlas.

México es uno de los países con mayor diversidad, al mismo tiempo es uno de los países más grandes del mundo y por ello cuenta con una cantidad enorme de hectáreas de bosques y selvas. De nada sirve, la poca educación ambiental y las necesidades económicas humanas las devastan.

De acuerdo un informe del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), desgraciadamente ni la sociedad civil ni el gobierno han sido capaces de cuidar los recursos naturales que hay en nuestro país.

Por eso cada año se pierden miles de hectáreas de bosques y selvas.

Según este organismo, México cuenta con más de 138 mil millones de hectáreas, lo cual representa un poco más del 70% de la superficie de nuestro país. Se preguntará ¿qué pasa con el otro 30%?

Al año se talan aproximadamente 170 mil hectáreas, estos recursos muchas veces no se sustituyen y en muchos casos terminan siendo terreno árido.

Estas hectáreas se pierden debido a incendios forestales, fenómenos naturales, creación de ciudades y tanto la tala legal, como la tala clandestina de árboles, y el otro problema justificable: la siembra.

Para diversos expertos, es importante que como ciudadanos exijamos soluciones a nivel nacional a nuestros gobiernos, pero también podemos aportar con pequeñas acciones que reduzcan la necesidad de consumo de madera y otras materias primas provenientes de los árboles.

Unos ejemplos son Jalisco y Michoacán. Los bosques que se encontraban en estos estados han sido tumbados bajo un mismo patrón y para un mismo fin: transformar esos sitios en huertas de aguacate dice el SIAP.

Sus bosques de coníferas localizados en las áreas serranas se han conservado durante décadas, sino es que siglos.

Eso cambió en la última década, cuando a estas tierras llegó la fiebre del aguacate que se ha ido expandiendo por varias regiones boscosas de México y que, en muchos casos, como en esta zona, llega acompañada del control territorial de mafias del crimen organizado que se presentan como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

La fórmula en esas zonas es simple: más huertas de aguacate, menos bosques.

Michoacán es el principal productor de aguacate en México: 70 % de toda la superficie sembrada en el país con árboles de Persea americana (tipo de aguacate) se encuentra en este estado, de acuerdo con estadísticas del SIAP.

En ese mismo sentido, la expansión de ese cultivo hacia el occidente colocó a Jalisco como el segundo productor con el 11% del total de la superficie sembrada en el territorio mexicano.

Los mismos datos oficiales del SIAP permiten observar que, en la última década, la superficie sembrada con árboles de aguacate se ha incrementado en forma considerable en estados como Colima, Chiapas, Nayarit, Guerrero, Estado de México, Michoacán y, en especial, en Jalisco.

En el caso de Jalisco la expansión de las huertas de aguacate es notoria. Si en 2010, en el estado había sembradas poco más de 8 mil 400 hectáreas de aguacate, para 2021 esa superficie se triplicó y alcanzó la cifra de 27 mil 779, según datos del SIAP.

Sin embargo, las autoridades ambientales de Jalisco estiman que el área ocupada por huertas aguacateras es poco más del doble de la reportada.

Los municipios de Jalisco en donde los datos del SIAP muestran un aumento considerable en la superficie sembrada con aguacate durante la última década son, sobre todo, aquellos que se encuentran al sur del estado.

En estos bosques, nadie pone orden: los bosques en territorios comunitarios son la ley de la selva.

Los bosques con un cuidado permanente son aquellos que cuentan con una organización comunitaria a su alrededor o tienen programas de aprovechamiento para la extracción de madera en forma legal.

En esas zonas forestales, los ejidos o comunidades se organizan para hacer reforestación, podas, abrir brechas corta fuego, monitorear la presencia de plagas, realizar saneamiento e, incluso, tener guardias de vigilancia para evitar la tala y caza ilegal.

En México hay 30 mil 057 ejidos y comunidades agrarias. Casi la mitad de ellos, 14 mil 341 cuentan con zonas forestales en donde hay, por lo menos, 200 hectáreas de selva, bosque, manglar o matorral.

Así que en el país, el 60 % de los bosques y selvas —alrededor de 66 millones de hectáreas— se encuentran en territorios comunitarios.

Datos del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), establecen que solo 4 mil ejidos y comunidades en el país realizan manejo forestal maderable y no maderable, de ellos, dos mil 310 cuentan con al menos una autorización para aprovechamiento de madera.

Otro ejemplo está en Yucatán. Su nombre: Nuevo Becal, se trata de un enorme ejido que cuenta con 52 mil hectáreas en la selva maya de Calakmul, Campeche.

La comunidad decidió que tres mil 500 hectáreas fueran Área Destinada Voluntariamente a la Conservación, categoría que es avalada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

En Nuevo Becal, desde hace 40 años, se hace aprovechamiento forestal maderable y no maderable.

Desde su fundación como ejido, en los años setenta, se cuida la selva y hay un manejo integral del territorio. Esto les ha permitido montar empresas comunitarias para el aprovechamiento de madera, chicle, cacao y fauna. Muestra de que si se puede organizar la sociedad.

En este país los temas importantes a nadie le importan. La política inmediata que genera votos es lo que importa a los políticos. Hoy, los bosques deberían de tener especial foco de atención para la sociedad y gobierno. El tiempo se acaba y los bosques se depredan por indiferencia e ignorancia.