- Ganará ”Lula” da Silva presidencia de Brasil
- Bolsonaro teme derrota, descalifica sistema democrático
- Como Trump, recurre al discurso de odio
Juan Barrera Barrera
La noche de este jueves los dos principales candidatos a la presidencia de Brasil Jair Bolsonaro y Luiz Inácio “Lula” da Silva escenificaron un segundo debate televisivo, a tres días de los comicios, muy tenso como ha sido el tono de las campañas, en el que repitieron las acusaciones y descalificaciones, olvidándose de temas torales como el desempleo, la inflación, la salud, el fenómeno del hambre.
Este domingo se celebrará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, cargo que se disputarán dos candidatos (aunque se registraron 12 aspirantes) que representan a los dos polos ideológicos opuesto: el actual presidente Bolsonaro de ultraderecha, y el ex presidente Lula” da Silva, representante de la izquierda.
Ganará “Lula” la primera vuelta este domingo
Las elecciones en la democracia más grande de Latinoamérica (tiene un padrón de más de 156 millones de electores) están marcadas por el signo de la polarización política, hecho inédito en la historia de ese país sudamericano, por el discurso de odio que el mandatario carioca ha difundido en sus mítines y en sus redes sociales en contra de su principal contrincante que le lleva ventaja holgada en las encuestas.
Si las encuestas de orientación del voto no varían de aquí al domingo 2 de octubre, el candidato del Partido de los Trabajadores, “Lula” se alzará con la victoria, pues desde un principio ha encabezado todos los sondeos y a tres días de la parada electoral le saca una cómoda ventaja (48%) de 17 puntos al presidente Bolsonaro (31%) del Partido Liberal, quien busca la reelección.
Sin embargo, la ley electoral especifica que se requiere del 50 % más un voto para ganar la presidencia carioca y ninguno de los dos candidatos que puntean la contienda, hasta hoy, no alcanzaría esa meta pero por ser los dos más votados pasarían a una segunda y definitiva vuelta a realizarse el 30 de octubre.
Pero a pesar de que “Lula” Da Silva se ha mantenido a la cabeza de los sondeos, el líder sindical que gobernó su país entre el 2003-2010 no se confía y ha metido el acelerador para ampliar su base electoral entre indecisos y seguidores de otras formaciones ideológicamente afines.
Para ello debe convencer a los indecisos (7% de los electores) y a los simpatizantes de Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista que con un 6% de la votación se ubica en tercer lugar y que a pesar de tener muy bajo porcentaje se niega a declinar en favor de su antiguo jefe y se aferra a la tercera vía.
El discurso de odio y el voto evangélico
La estrategia del PT y su candidato abarca también a los evangélicos, una gran masa de votantes que representa esa Iglesia que sigue creciendo (65 millones de seguidores que representan el 27% del electorado) y sus dirigentes simpatizan con las ideas extremas del bolsonarismo. Se sabe que están convencidos de que la presidencia se perderá, pero tienen fuerte presencia en el Congreso brasileño y cuentan con muchos candidatos a diputados que podrían inclinar la balanza en las negociaciones legislativas.
Los líderes evangélicos también se han instalado en la campaña de odio que ha estado divulgando Jair Bolsonaro en un esfuerzo desesperado por remontar los sondeos en contra. El presidente, que añora los años de la dictadura militar, y sus seguidores han acusado a “Lula” de ladrón y corrupto. Ellos enarbolan los valores conservadores: “Estamos en contra de aborto, de la ideología de género, de la legislación de las drogas y somos defensores de la familia brasileña”, ha repetido Bolsonaro, cuya esposa es evangélica y cuyo esposo de 67años es un conocido misógino.
El discurso de odio ya ha cobrado tres vidas desde que inició la campaña. Las víctimas son simpatizantes de Luiz Inácio da Silva, quienes fueron asesinadas por seguidores del presidente Jair Bolsonaro. De ahí que las autoridades electorales hayan prohibido a los electores portar armas los días previos a la votación, previendo un escenario violento. El mandatario ha sido acusado de incitar a la violencia al utilizar este tipo de frases contra sus rivales: Es bueno, un tiro solo mata a todo el mundo, o una granadita”.
El candidato ultraderechista y sus bases difunden que las elecciones son “una batalla del bien contra el mal”. Sus redes sociales están intestadas de mentiras como que si “Lula” Da Silva llega a Planalto cerrará las iglesias e implantaría un régimen populista al estilo de Daniel Ortega de Nicaragua o de Hugo Chávez de Venezuela.
Conceptos que chocan con las banderas de la izquierda que pugna por una legislación de género, de la legalización del aborto, por la diversidad sexual religiosa, por la ampliación de los derechos civiles, por la conservación ambiental, por una agenda social progresista que está rezagada con respecto a otros países latinoamericanos.
El ex presidente “Lula”, de 76 años, se defiende calificando a su contrincante de mentiroso y de genocida por el pésimo manejo de la pandemia del coronavirus que costó unas 700 mil vidas de brasileños a causa de “la pandilla de la vacuna” (en el 2020 el gobierno brasileño no compró vacunas por el escepticismo oficial del biológico). El dirigente metalúrgico ha dicho que las elecciones serán entre la democracia o el fascismo.
Reconoce derrota Bolsonaro al cuestionar sistema democrático
El tema de las instituciones democráticas es central en estas elecciones. Jair Bolsonaro (ha sido diputado de forma continua desde hace unos treinta años) se ha dedicado a atacar al sistema democrático brasileño. Es tal el nerviosismo del candidato del Partido Liberal y aliados que ha intensificado sus ataques a las urnas electrónicas y a los jueces electorales.
Bolsonaro está siguiendo el guión de su líder ideológico, Donald Trump, de no reconocer la derrota y para ello, mediante las mentiras, adelanta un posible fraude electoral, cuando el sistema de las urnas electrónicas se ha utilizado en Brasil desde hace 25 años. En 2018, cuando ganó la elección el presidente no cuestionó el sistema. Brasil es uno de los pocos países de la región con un sistema electoral muy sólido por lo que nunca ha tenido un conflicto postelectoral.
Sembrar dudas sobre la fiabilidad del sistema democrático de Brasil es el objetivo de Bolsonaro y aliados para dinamitarlo y evitar que “Lula” Da Silva gane los comicios de este domingo y, posteriormente, la segunda vuelta.
Asegura, el presidente, que solo reconocerá los resultados sin son limpios, dicho en otras palabras, solamente si le son favorables.
Bolsonaro copia las estrategias de Trump cuando deslegitima el sistema electoral para revertir el resultado de las elecciones en caso de perderlas. Buscaría una justificación extralegal para cancelarlas como lo hizo el ex presidente estadounidense y luego, sin éxito, alentar a sus bases a tomar el Capitolio. Algo así estará pasando por la mente del “Trump tropical”.
El líder laborista fue encarcelado 19 meses entre 2018 y 2019 por el escándalo de Petrobras (en ciertos círculos se interpretó como una medida para que no se presentará a las elecciones en las que tenía posibilidades de triunfo), pero el Supremo Tribunal Federal brasileño anuló su condena en 2021 por fallas en el proceso.
Ahora, “Lula” está de vuelta ¿tendrá un regreso histórico?