Población bajo sobreendeudamiento

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  • Casi 60% de los mexicanos lo padecen
  • Proveedores, histórica fuente de financiamiento

Agustín Vargas *

En reiteradas ocasiones se ha mencionado que para muchos mexicanos la extensión de su salario ha sido, por mucho tiempo, la utilización de sus tarjetas de crédito para solventar su gasto familiar.

A ello, por supuesto, hay que agregar que un buen porcentaje de tarjetahabientes también cuenta con un crédito hipotecario, automotriz o para la adquisición de bienes muebles, o simplemente un crédito personal, que absorbe una parte importante de sus ingresos.

Todo esto, por supuesto, trae en la mayoría de los casos un sobreendeudamiento que en ocasiones resulta bastante oneroso, pues la deuda se vuelva impagable si no se cuenta con los recursos suficientes para su liquidación. Más en estos tiempos de alta inflación, en donde las tasas de interés que cobran los bancos son sumamente elevadas.

De acuerdo con datos del Inegi, casi un 60 por ciento de los hogares mexicanos tienen deudas derivadas de préstamos, ya sea hipotecarios, de tarjetas de crédito, automotrices o por préstamos personales.

Para algunos especialistas, además del sobreendeudamiento de los mexicanos, éstos enfrentan también, además de un poder adquisitivo mermado por la inflación, un problema de escasa cultura financiera, lo que les impide manejar su economía de mejor manera.

Hay evidencias estadísticas a nivel nacional que revelan que por lo menos más del 10 por ciento de los trabajadores formales destina hasta el 75 por ciento o más de su salario pagar deudas.

A esto, por supuesto, hay que agregar la pérdida de capacidad de pago por concepto de intereses moratorios, intereses sobre intereses (el llamado anatocismo) y penalizaciones, entre otros cobros.

El sobreendeudamiento de las familias por supuesto es una llamada de atención para las autoridades bancarias y hacendarias, pues nadie en su sano juicio quisiera ver, sobre todo padecer, una etapa de crisis de pagos como la que se vivió a mediados de la década de los noventas.

Proveedores, histórica fuente de financiamiento

Desde ha ya varias décadas, los proveedores han sido la principal fuente de financiamiento de las empresas mexicanas y su papel es cada vez más importante para el funcionamiento de la planta productiva, sobre todo la de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Cabe citar, como ejemplo, que para finales de 1999, 46.8% de las compañías del sector privado se financiaban con personas o negocios que abastecían sus bienes, productos o materiales necesarios. Para el año 2021, el número aumentó a 65.5%, de acuerdo con datos de Banco de México. Lo anterior significa un crecimiento de 20.6 puntos porcentuales.

En contraparte, la banca comercial pasó de otorgar recursos de 24.8 a 36.1% de las empresas, en el mismo periodo; un alza de apenas 11.3%.

No hay duda de que el interés de obtener recursos o cuidar la liquidez, a través de proveedores, y no de la banca comercial, de desarrollo o de emisión de deuda es multifactorial.

Según la información del Banxico, entre los factores que limitan usar nuevos créditos bancarios destacan: la situación económica general, las tasas de interés del mercado de crédito, los montos exigidos como colateral y las tasas de interés del mercado de crédito.

Otro favor que pesa es la baja penetración de la banca y sus servicios, pues apenas 45% de la población mexicana está bancarizada.

Pero ¿qué hace a los proveedores ser los financiadores por excelencia en el segmento de las pymes?

Por supuesto la confianza, pues tener a los proveedores adecuados, significa una fuente de oportunidades para cualquier empresa, sin importar su tamaño. Más allá del financiamiento y de ayudar a cuidar la liquidez; contar con los aliados correctos, se traduce en mayor calidad de los productos, menos gastos, roces y riesgos, como evitar una parálisis en una línea de producción.

Los proveedores también ganan de una relación comercial sólida. Junto con alzas en ingresos y ser pieza clave en procesos, hacer un buen trabajo les ayudará a crear credibilidad y reputación, intangibles que, si se cuidan y fortalecen, son y han sido importantes cartas de presentación.

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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx