Entresemana

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El hijo obediente de Palacio

Moisés Sánchez Limón

El bien amado le dicen por aquello de las encuestas que presume porque así lo ubican a nivel mundial.

Y, ahí lo tiene usted. Sus ojitos le brillaron y, obediente, acató la petición popular de encabezar una marcha nomás por puritito gusto y, bueno, para celebrar los 4 años de hacer lo que se le ha pegado la gana como dueño del poder en México. ¡Ah!, y dizque rendir su –¡cuarto!– informe.

Su ego se lo demanda.

Y conste, no dolido por la enorme manifestación celebrada el pasado domingo 13, en la capital del país y más de medio centenar de ciudades del interior de la república. ¡Nooo!

No se hizo de rogar y, obediente como es porque, recuerde usted que el pueblo manda, que acepta y, pa’ luego es tarde, convoca a sus huestes.

Porque, ¡demonios, Batman!, al amanecer del lunes apenas pulsaba la revancha.

El lunes el hígado lo llevaba hinchado por la resaca que le provocó esa borrachera de trago tras trago, todos amargos, allá en La Chingada donde a la cadencia del garrido de las guacamayas le acompañaba el informe de lo que ocurría con la marcha de los canijos conservadores.

Ni disfrutó el almuerzo porque por ahí del mediodía, era inocultable que la vanguardia de un chingo de pueblo sin distingos, pueblo mezclado con el grito único de ¡México! ¡México!, o ¡El INE no se toca!, llegaba al Monumento a la Revolución mientras la retaguardia partía del Ángel de la Independencia.

Por eso, por eso, ¿qué cree que ocurrió?

Listo como es, curtido en esto de la industria de la protesta que le ha redituado suficiente recurso fresco para vivir como fifí neoliberal, oculto en el clóset, en la mañanera de media semana compartió lo que su conciencia le dictaba.

“Ayer dije, o antier, que vamos a informar el día 1º, ya lo había yo dicho. Pero ayer mismo empecé a recoger opiniones, y como lo nuestro tiene que ver con el mandar obedeciendo, la gente quiere que marchemos el 27, un domingo, porque me plantearon, porque el Zócalo el jueves es día laboral: ‘Queremos ir muchos’.

“Entonces, va a haber una marcha. Nada más, como no cuentan bien, ahora el Reforma va a tener posibilidad de llamar de nuevo a sus notarios públicos y con alfileres para ver cuántos vamos a ser”.

Sí, señoras y señores, jóvenes y jóvenas, Su Alteza Serenísima va a marchar, nomás porque manda obedeciendo y harta gente le dijo: ¡ándele, licenciado presidente!, marche, no se deje arrebatar la calle por los pinchis neoliberales, los canijos conservadores y conservadoras que añoran la robadera.

Demuéstrele a la prensa chayotera y a los reporteros gráficos manipulados por la oligarquía, que sus imágenes no tienen la menor importancia –Arturo de Córdova dixit—porque son truqueadas. ¡Cómo! ¿De dónde saldría tanto pueblo para colmar Paseo de la Reforma?

Y que atiende a la orden del pueblo bueno y luego, luego convocó desde el púlpito de la mañanera. Gesticuló como le es característico para ilustrar su convocatoria. Pero…

Bueno, bueno, eso de convocar es un decir, porque el gerente del Corporativo Morena, el itamita Mario Delgado entendió que había que instruir a los subgerentes y jefes de departamento de toda la estructura morenista y hasta se fue a grabar un video con la Columna de la Independencia como escenografía, aunque atrás aparece la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, en la grabación de un mensaje en el que refiere cuidará el orden durante la marcha morena.

¡Recórcholis, Kalimán!

Ahí viene la revancha de Su Alteza Serenísima, fiel a su praxis de nunca perder y ni siquiera empatar. ¿A poco no?

La mentira como su Dios.

Dice que, de los logros de su gobierno, “yo creo que este es el más importante, el que se esté atendiendo a los marginados como nunca, y eso voy a demostrarlo el día 1º. Se atiende a todos, se escucha a todos, se respeta a todos, pero se les da preferencia a los pobres, y eso me llena de satisfacción”.

En serio, no se ría.

Respeta a todos, dice, ¿será por eso que, a quienes no comulgan con su credo y son sus críticos, los llena de adjetivos, llamándolos rateros, achichincles, conservadores, fifís, golpistas, camajanes, alcahuetes, chayoteros, hipócritas, traidores y etcétera, etcétera?

Y parafrasea a Benito Juárez con aquel pensamiento que califica de enseñanza, “con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”. Por eso manipula consultas y asegura que el pueblo aprueba sus decisiones.

Dice que “una gran enseñanza es que la oligarquía, aunque suene a paradoja, es subversiva. El porfiriato condujo a la Revolución. La opresión, el autoritarismo, produce ingobernabilidad. Esa es una enseñanza”. Sí, en serio, lo dice el gran oligarca Andrés Manuel I. Santiago Creel se lo dijo con todas sus letras.

No entiende e incurre en lo que pregona, como eso de citar una máxima de Abraham Lincoln “Al pueblo se le puede engañar una vez, dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida”, y se la pasa en el engaño, en engatusar a los pobres, una de cuyas franjas recibe pensión y, para no perderla, se ciñe a las órdenes de los operadores de Morena.

Además, el convocante a la marcha del 27 de noviembre porque el pueblo se lo ordena, aprovecha el pasaje de la historia patria para como no queriendo, a los periodistas que no le son afines.

Lea usted.

“Por eso –dice el licenciado presidente– fue famosa la frase que le dedicó Gustavo A. Madero a los periodistas de ese entonces, les dijo: ‘Le muerden la mano al que les quitó el bozal’. Eso nunca se lo perdonaron, por eso es uno de los asesinatos más crueles, el de Gustavo Madero.

¿Los periodistas asesinaron al hermano de Su Alteza Serenísima?

Por eso acusa:

“El papel protagónico en estos tiempos de transformación lo tiene el pueblo, por eso no pueden los oligarcas conservadores con sus medios de información, con sus intelectuales orgánicos. Todavía pueden manipular a una buena cantidad de gente, como se ve en la marcha, pero poco a poco va concientizándose más gente, sobre todo los jóvenes”.

Por eso la marcha del 27, su marcha con los suyos. ¿Acarreados? Nooo, es pueblo bueno al que se le apoya con el transporte. ¿También con la tortas y los frutsis, Andrés Manuel I?

Su Alteza Serenísima en la abierta disputa por la calle. Dolido y rencoroso es un peligro.

“¿Quiénes marchaban en México?”, preguntó en la mañanera de media semana. Y se respondió en esa idea perversa de caricaturizar a sus críticos y opositores.

Le duele hasta el alma la crítica; le dolió la madriza que le recetó ese contingente de cientos de miles de ciudadanos al que su alfil Claudia Sheinbaum y su gerente Mario Delgado y, su círculo de poder, desprecian y restan cantidad.

–¿Cuántos marcharon?—habría preguntado el domingo 13 desde La Chingada.

–Diez o doce mil, señor—imaginaría la respuesta de Martí Batres que se hizo viral como broma de mal gusto.

¡Sopas!

Así, reta y descalifica. “Y por eso los estoy animando a que le sigan, porque tienen que llenar el Zócalo. Ayer dije que apenas equivalía su marcha a la mitad del Zócalo; yo creo que me excedí. Pero hay que ir hacia adelante (…)”.

Está bien, está bien. Su Alteza Serenísima va por la revancha. Sólo que el domingo 13 no hubo acarreados ni matraqueros ni corcholatas. No sorprenderá la movilización del domingo 27 porque se lo ordenó el pueblo bueno. ¡Vaya con el hijo obediente! ¿Y el 2024 apá? Digo.

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