Entresemana

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Mentirosillo y encabronadillo

Moisés Sánchez Limón

¿Alguien se atreve a usar el alias de “Andrés Manuel”?

Bueno, bueno, sin apellidos cualquiera puede usar ese alias para hacer carrera artística, quizá dedicarse al reguetón, tal vez a la música vernácula, chance y, con todo respeto, hasta hacer fama como comediante.

Y es que…

Por algo, por algo, en tiempos borrascosos de elecciones alerta Su Alteza Serenísima: “Que nadie use mi nombre”.

Lo dijo y, sólo alguien con mucho arrojo y seguramente para hacer negocio en la política usa el nombre del licenciado presidente con todo y apellidos, por supuesto. De otra forma, a menos que quiera cobrar regalías o urda un esquema de victimización –¡que ni le gusta!—el licenciado López Obrador no tocaría el tema en la mañanera.

Y menos cuando le encabrona que le renuncien por mensajería. Como la carta a Eufemia.

¡Recáspita, Drakko!

Porque, mire usted, a Su Alteza Serenísima le encanta la mentira. Y no quiero llamarlo Pinocho porque ofendería al niño de madera que no sabía nada de política ni mentía como respiraba.

Digamos que el licenciado presidente cabe en ese nivel de –para que rime– mentirosillo… desde chiquillo y más cuando anda encabronadillo, acorde con esa su singular forma de adecuar su lenguaje frente al tipo de público que lo escucha. Lo mismo tiene el estribillo de barriada que de esa ironía que descalifica e insulta.

¿A poco no?

Sin duda el hoy precandidato del PT al gobierno de Coahuila, el ex subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana que responde al nombre de Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja, saboreó la hiel que destila el trato que ayer le dio Su Alteza Serenísima desde el púlpito de la mañanera.

Como no queriendo pero sin duda por encargo del escritor, vocero y DJ Chucho Ramírez, una asistente a la homilía hizo la pregunta cómoda al licenciado Andrés Manuel I –respecto de la dimisión de Mejía Berdeja y de su sucesor en el cargo– para que se despachara con la cuchara grande y mintiera con eso de que no se mete en la vida interna de los partidos políticos ni en asuntos electorales. En serio, no se ría.

“Bueno, en los dos casos –respondió Su Alteza Serenísima (SAS). Se fue Ricardo Mejía, ahora sí que no me dio ni el adiós, nada más me mandó un papel”, respondió Su Alteza Serenísima (SAS).

¡Sopas!

Con esa declaración del jefe de jefes ¿usted cree que don Ricardo Sóstenes, con todo y su declaración de fidelidad al Duce, ganará la elección de gobernador el domingo 4 de junio próximo?

Peor, porque cuando la encuesta dio el triunfo a Santiago Armando Guadiana, Mejía Berdeja enmudeció como momia cuando, a su lado, Su Alteza Serenísima consideró que se había disciplinado y seguiría en el cargo de subsecretario.

Así que, negada esa disciplina franciscana, lo único que hará el hoy neo petista, será restar puntos a quien califica casi octogenario y asociado al PRI, el senador con licencia Santiago Armando Guadiana Tijerina, quien busca ganar la gubernatura bajo el amparo de Morena.

Por supuesto, el precandidato de la alianza Va por México, Manolo Jiménez Salinas, está de plácemes por esta ruptura en la cacareada unidad morenista. Dicen quienes saben de estos menesteres que Mejía Berdeja estaba destinado a perder de cualquier manera. Pero…

Lo evidente, Su Alteza Serenísima confía en las encuestas y nunca pierde ni empata.

Para él, todo es ganar, ganar, no importa el método ni deshacer acuerdos y desbarrancar el destino del Corporativo Moreno Inc., como se avista en Coahuila y en el Estado de México, donde sostiene que, en la revancha, la senadora con licencia y ex secretaria de Educación Pública con antecedentes que no se presumen como alcaldesa de Texcoco, Delfina Gómez, triunfará en los comicios.

¡Vaya! Incluso cuando el jueves de la semana pasada supo de la confirmación de la alianza Va por México en los comicios coahuilenses y mexiquense, se pitorreó de ésta, dijo que ya no es nota, es decir, no es información que llame la atención.

Y usted se preguntará, ¿si ya no es nota por qué le da tanta importancia? Sí, el pasado viernes 13 de enero evidenció la molestia que le provocó la reagrupación de PRI, PAN y PRD. ¿A qué le teme SAS?

Lea usted lo que declaró el licenciado presidente:

“Vamos a seguir luchando pero desde luego ellos se van a seguir agrupando, son gente con mucho dinero que se han beneficiado de la política neoliberal o neoporifista que se impuso durante mucho tiempo y se quedaron más acostumbrados y nosotros lo que decimos es que se vayan a robar lejos (…)

“Son dos proyectos distintos y contrapuestos, ellos quieren regresar por sus fueros, quieren que regrese el régimen de corrupción, injusticias, privilegios; y nosotros queremos que avance la transformación para que el actor, el protagonista principal de la historia de nuestro tiempo sea el pueblo”, dijo contrariado.

Le dolió, le preocupa Va por México. Y, bueno –éramos muchos y parió la abuela– que le renuncia Mejía Berdeja. Y por correo.

¡Recórcholis, Batman!

Conste, conste, la máxima en las ligas mayores rezaba, tiempo pasado, que al Presidente nadie le renuncia. Ni hablar, mujer, trais puñal –Chachita dixit a Pepe el Toro–, ésta es la enésima renuncia y ni chance le dio don Ricardo Sóstenes de montar la escenografía.

Dolido, al licenciado López Obrador no le quedó otra que aguantar el golpe, como cuando alguien se cae en la calle y lejos de sobarse escanea a su alrededor y se levanta como si el madrazo no le hubiese dolido. ¡Qué vergüenza!

Tal vez y sólo tal vez por eso, Andrés Manuel I se quiso presentar como si la madriza no le doliera. Mintió al ritmo de su agitada respiración y engañó a su ronco pecho para decir lo que no sentía. Lea usted:

“Y quiero también aclarar de que yo no me meto en cuestiones partidistas, pero en lo que corresponde al partido del cual yo tengo licencia hay un procedimiento que yo apoyo, porque fui el creador cuando fui dirigente de ese partido, de que eligiera a los candidatos mediante encuestas, que fuese el pueblo el que los eligiera y que quien triunfara fuese el candidato, y se respetara y se apoyara la decisión”.

Palabra del presidente del Corporativo Morena Inc., ¡faltaba más, faltaba menos!

Y hasta presumió que Morena “es el único partido que tiene ese método de elección”.

Aprovechó el viaje para dar el enésimo raspón a Claudio X. González porque, adujo, “seguramente en el bloque conservador pues ahí va a llevar mano, pero acá (en Morena) decide la gente mediante encuestas, se le pregunta a la gente si conocen a los posibles candidatos, qué opinión tienen de ellos, si son honestos, si están cercanos a la gente, y se les pregunta si les gustaría que fuesen los candidatos; y el que sale mejor evaluado, a ese es al que se apoya.

“Entonces –sustanció la advertencia–, esto lo reitero para que nadie use mi nombre. Yo apoyo a quien triunfa de manera democrática mediante el levantamiento de una encuesta”. O sea.

Claro mensaje enderezado al licenciado Ricardo Sóstenes quien quiso aprovechar la cercanía que, hasta la semana pasada, tuvo con el Duce y confesó que le profesa cariño y admiración y lo apoya pero, pero… se pasaba con el socio PT como su candidato al gobierno de Coahuila.

Y luego, como si este papelazo no le hubiese dolido, se lanzó contra los corresponsales extranjeros acreditados en México porque mienten y no publican, por ejemplo, en el New York Times, el Washington Post, el Financial Times, Wall Street Journal, que la gente está contenta y sí “todo en contra, como si fuese el Reforma, como si fuese El Universal, o sea, Loret de Mola, Carmen Aristegui, Ciro, etcétera, etcétera”.

Y que eso lo constataron enviados del diario Los Angeles Times. “Entonces, vienen, hacen el reportaje y se encuentran que la gente aquí está contenta, y que no hay dictadura porque, dicho sea de paso, es la primera vez que hay independencia entre poderes”, dijo el licenciado presidente. Insisto, no se ría, es serio lo que Su Alteza Serenísima declara; serio al grado de que no se notan las mentiras.

Por cierto, el futuro de la prensa mexicana está previsto en la Ley General de Comunicación Social que entró en vigor la semana pasada una vez que, en el corolario del pasado periodo de sesiones del Congreso de la Unión, se coló por la puerta trasera en la aprobación de cinco leyes secundarias cuando no prosperó la reforma electoral, por su carácter constitucional y que Morena y socios no podrían aprobar por carecer de la mayoría calificada.

La reducción en el porcentaje del presupuesto público destinado a publicidad en los medios de comunicación avista asfixia financiera para éstos.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene en sus manos declarar la inconstitucionalidad de esta reforma producto del rencor y la venganza contra la prensa mexicana, a la que Su Alteza Serenísima ha descalificado, insultado y estigmatizado. Pero…

Las leyes son perfectibles y el tiempo se le agota al dueño de Palacio. Digo.

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