Política Global

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  • Ucrania: Rusia abandona el acuerdo antinuclear
  • Rusia no puede perder la guerra; Ucrania no será victoria rusa
  • Las potencias nucleares apuestan a una guerra prolongada

Juan Barrera Barrera

Al cumplirse el primer año de la invasión militar de Rusia a Ucrania, este viernes 24, de refrendó el enfrentamiento geopolítico entre los líderes de las dos potencias militares globales: Estados Unidos, Joe Biden, y de Rusia, Vladimir Putin, en sendos discursos.

A un año de los intensos bombardeos de la artillería y aviación rusos contra la población civil del país invadido, hoy más que nunca la posibilidad real de sentarse a negociar la paz se ve más lejos, pues los dirigentes políticos apuestan por continuar por la opción belicista.

El presidente Biden en una acción desafiante y muy bien planeada, llegó a Kiev en una visita relámpago, un territorio muy peligroso que está bajo asedio de los incesantes ataques por tierra y aire de las fuerzas invasoras rusas. Ante el presidente de la nación ucraniana, Volodimir Zelensky, el mandatario estadounidense reitero el apoyo de EU y demás países integrantes de la OTAN.

Hace un par de semanas gobiernos integrantes de la OTAN, específicamente Alemania, se resistían a apoyar a Kiev con tanques de ataque sofisticados, pero el escollo se superó cuando España, Estados Unidos y Gran Bretaña anunciaron la entrega de las unidades miliares.

La visita histórica de Biden a territorio en guerra dejo perplejos a los críticos rusos publicistas de Moscú que difundían la imagen de un mandatario debilitado. Realmente sorprendió a propios y extraños el arrojo del presidente estadounidense, que cuando caminaba al lado de Zelensky en la capital sonaron las alarmas antiaéreas y no detuvieron su caminata.

Fue una visita que duró diez horas, pero el hecho de haber pisado Joe Biden suelo ucraniano, casi inadvertido por los servicios de inteligencia rusos, fue un golpe directo a la cara de su contrario ruso que hace un año a los pocos días de la invasión militar ya veía a sus tropas rusas desfilando por las calles celebrando la toma de Kiev.

Biden en su salida a una zona de guerra activa deja una alianza occidental fortalecida en torno a la causa ucraniana y pone a Ucrania en la primera línea en la contienda mundial entre democracia y autocracia. La llegada del presidente estadounidense a Kiev se interpreta también como una inyección de ánimo a una población que ha soportado los devastadores ataques rusos.

Desafía Putin a occidente con su salida del START III

Sin embargo, acaso como respuesta a la visita de Biden a Kiev, Vladimir Putin anunció este martes, a unos días del primer aniversario de la invasión militar a Ucrania, ante el parlamento federal ruso la suspensión unilateral del último acuerdo para el control de las armas nucleares con Estados Unidos. Sin embargo, Moscú exige para regresar al acuerdo que sn incluidos Francia y Gran Bretaña.

A unos días del 24 de febrero, inicio de la agresión rusa, el líder de la Federación Rusa envía un mensaje desafiante, en su retórica destructiva contra occidente, ya que el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III), la suspensión no está contemplada en el acuerdo. Pero en un escenario de guerra todo se vale, máxime si quien viola los tratados siente que va perdiendo.

El STRT III obligaba a las dos potencias nucleares a supervisar sus arsenales atómicos hasta el 2026. Sin embargo, el Kremlin lo ha suspendido, no se sabe por cuánto tiempo, pero su objetivo es claro: continuar mejorando sus arsenales nucleares para hacer frente a un escenario que no le es muy favorable a la clase política rusa.

Vladimir Putin ha sido humillado militarmente por un país pacifista que está defendiendo su territorio y su soberanía. Alargar la guerra es su intención, pero con recursos militares mermados y con la OTAN y Estados Unidos dispuesto a no dar un paso atrás en el apoyo bélico al gobierno de Zelensky. Cada acción de Putin tiene el objetivo de causar impacto destructivo en la comunidad internacional.

Ante la iniciativa de los países occidentales (Alemania, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña) de entregar tanques de última generación a Ucrania, da una respuesta más riesgosa para la estabilidad mundial y un golpe para las iniciativas de paz, o es que Putin sacó un as de su manga para negociar con una medida de fuerza.

El STAR III fue prorrogado el año pasado hasta el 2026, pero en enero Moscú abrió la posibilidad de abandonarlo definitivamente una vez que expire esta ampliación. Ambas potencias suman el 90 por ciento del armamento nuclear, suficiente para destruir cuatro veces al planeta.

La apuesta de las potencias es por una guerra larga

En comparación con la fallida “guerra relámpago” que Moscú se había delineado mentalmente en los primeros días de la invasión militar, la llegada de Biden a la zona de guerra si fue una visita relámpago y unificó a los países miembros de la OTAN que afirmaron su apoyo irrestricto a la causa ucraniana en momentos en que se espera una segunda gran ofensiva bélica rusa, previo al primer aniversario del conflicto, este viernes 24 de febrero.

La llegada inesperada del líder estadounidense a territorio en guerra confirma que la estrategia militar de Vladimir Putin está fracasando porque, en principio, no esperaban una heroica defensa de la población ucraniana de su territorio, de la soberanía de su nación, de sus hijos, de su familia, de la democracia. La población ucraniana vive una suerte de reconcientización, de fortalecimiento identitario en oposición a la versión rusa de que Ucrania ni siquiera es un país.

Las estrategias de los altos mandos militares han fallado, los resultados en el terreno de batalla son más negativos. Ahora se han convencido de apostar por una larga guerra tomando como base su gran territorio, su poderío militar y su población joven, a la que el gobierno de Moscú está reclutando en forma obligatoria, pero que rechazan la guerra, generando con esa medida extrema y desesperada descontento de la población contra Vladimir Putin.

Putin ha cambiado en dos ocasiones de comandante en el campo militar en territorio invadido, debido a que no solo no han tenido triunfos relevantes, sino que han perdido Járkov y Jersón debido una mejor organización de los milicianos ucranianos. Encima de eso, las diferencias entre el grupo de mercenarios Warner y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, han aflorado por la escasez de municiones para sus hombres, según ha denunciado el líder de la empresa, Yevgeny Prigozhin.

Biden y Putin refrendan su conflicto geopolítico

Casi en forma paralela, ambos líderes de las dos potencias, el presidente Joe Biden en Polonia y Vladimir Putin en su discurso anual ante la Asamblea Federal en Moscú, coincidieron en un discurso que apuesta a la continuación de la guerra. Fue una medición de fuerzas a través de la palabra e intercambio de acusaciones. Ninguno de los dos lanzó un guiño para sentarse a discutir una alternativa de paz. Refrendaron, para el mundo, un conflicto geopolítico entre potencias.

Detrás de los discursos se esconde la lucha por la dominación geopolítica en la que Ucrania juega un papel estratégico. El nuevo zar ruso ha dicho contundente que la guerra continuará hasta el final. Dimitri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, en sintonía con su jefe, mencionó que una potencia nuclear no puede perder una guerra. Dicho de otra forma, Rusia no pude ser humillada por Ucrania.

Por primera vez, Putin ha acusado a Estados Unidos de ser el país responsable de haber desatado la guerra con Ucrania, a la que considera parte de su territorio, pues, afirma, que desde antes de la guerra occidente proporcionaba armas a los “terroristas” de la región del Donbás por lo que no le quedó otra salida que invadir Ucrania.

Vladimir Putin, en una suerte de guerra híbrida, intenta vender la versión de que el objetivo de occidente, con Estados Unidos a la cabeza, es acabar con Rusia y apoderarse de su territorio. Y en ese proyecto “anti ruso” está el objetivo “de arrebatarnos estas tierras históricamente rusas”.

Joe Biden, que ya instaló a su país en el centro del conflicto ruso-ucraniano, en Varsovia, luego de reafirmar el apoyo inquebrantable, en ayuda militar y político, de su país a Ucrania, ha hecho explícitamente suya la defensa del territorio invadido. Como respuesta a lo dicho por Putin, el mandatario estadounidense lanzó: “Ucrania nunca será una victoria para Rusia”. Discursos propios de una segunda Guerra Fría, una “guerra de desgaste demoledora” como la ha calificado el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Hasta qué punto Estados Unidos y Rusia seguirán midiendo fuerzas. Tal vez el factor China deba de jugar un rol más activo como mediador.