Entresemana

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Ellas, ellos y los otros, la tragedia de Ciudad Juárez

Moisés Sánchez Limón

–¡Negro! ¡Negro! ¿Dónde estás? ¡Respóndeme, Negro! ¡Respóndeme!—urge ella angustiada con lágrimas que se han gastado de tanto llorar y la voz que se desgarra en cada grito.

No hay respuesta del otro lado, en el interior de la ambulancia estacionada…

Y ella se agolpa en la lámina de la ambulancia con ganas de fundirse en el metal y atisba en la pequeña ventanilla, indolente espacio que se niega a abrirse y no deja que ella encuentre la mirada, el cuerpo de él, su Negro.

–¡Ay!, mi Negro…

Al lado izquierdo de ella, él, el niño adolescente patea la lámina, impotente en esa urgencia de que él, el Negro responda.

Y el Negro no responde.

Ahí, en ese espacio del eufemísticamente llamado “albergue” del Instituto Nacional de Migración en las goteras de Ciudad Juárez, Chihuahua, cerca de la frontera con Estados Unidos, se ha apilado más de una treintena de cadáveres de ellos, migrantes cuyo delito se llama pobreza y fueron acusados de buscar un mejor status de vida y los detuvieron porque afeaban las calles y pedían limosna y limpiaban parabrisas para tener unos pesos y comprar comida o pagar la extorsión a la migra mexicana.

Porque, sabe usted, ellos vinieron de morar en las miserables casuchas que se desparraman en las laderas de los cerros de Caracas o de los barrios pobres de Tegucigalpa y de esas calles lodosas o polvorientas, según sea la estación, de San Salvador o Ciudad de Guatemala donde no hay ninguna esperanza de vivir con dignidad, siquiera.

Porque ellos, venezolanos, hondureños, salvadoreños que perdieron la vida quemados o asfixiados encerrados como animales por las bestias que se asumen funcionarios públicos que hoy buscan la impunidad y unos cuantos chivos expiatorios irán a prisión acusados de homicidio doloso.

O del delito que usted quiera, pero los jefes de ellos, es decir ellos que son destacados integrantes del gabinete y aspirantes a la Presidencia de la República se reparten culpas y echan bajo la alfombra sus miserias cuando, miserables prefieren andar de gira y sonríen y presumen al volante de un vehículo de tercera generación o que en Coatzacoalcos la vida es más sabrosa.

¡Ah! Miserables que así buscan el voto y demuestran ser peores que los de antes. Ellos y ella, por ejemplo, que a la desgracia en la Línea 12 del Metro le encontró animadversión de los opositores que, dice, tienen miedo porque ella será Presidenta.

Imagínelos a ellos o ella presidentes presidenta electos, frente a ellos y ellas senadoras, senadoras, diputadas y diputados, integrantes del Congreso de la Unión y representantes del Poder Judicial de la Federación reunidos el 1 de Octubre de 2024 en el salón de plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro, con el brazo izquierdo en alto y la palma extendida en el juramento de respetar y hacer respetar a la Constitución General de la República.

Sí, ella y ellos que se dicen feministas y humanistas y besan a niños humildes y abrazan a ancianas que han olvidado que es la misma oferta la que les llevan, la misma de décadas cuando los dueños del poder, ellos preponderantes eran dueños del poder con otras siglas.

Y la imágenes de Ciudad Juárez en la noche y madrugada del lunes 27 de marzo en ese “albergue” del INM en Ciudad Juárez recuerdan que el gatopardismo es etiquete de la casa, lo mismo tricolores que azules y hoy guindas cínicos e impunes que reparten promesas de justicia e ir, ¿le suena?, “hasta las últimas consecuencias y en contra de quien sea”.

Pero, los otros, los dueños del poder y mayoría en el Congreso de la Unión le pierden el respeto al duelo por la muerte de 40 migrantes de Centro y Sudamérica en ese sitio que es prisión y cuyo jefe ordenó mantener cerradas las rejas valiéndole madre la vida de los “albergados”.

Si ellas en la Cámara alta que gritan ¡Mambo!, cuando la oposición les receta la cuenta de los 40 muertos en la prisión dizque albergue de Ciudad Juárez, que los morenos y deudos de los estudiantes de Ayotzinapa pusieron como sello del recuerdo de los 43 desaparecidos.

Vaya, vaya con ellas y ellos que llegaron al Congreso dizque para cambiar al país porque son diferentes y muestran su miseria intelectual y ausencia ideológica porque piensan ser mejores que los opositores de color diverso pero, olvidan que éstos, sumados en bloque de contención amagan con crecer en las urnas y echarlos del poder.

Y es que, usted ya se habrá percatado, hay mimetismo y sienten que él, su jefe, el oráculo, Su Alteza Serenísima, marcó la pauta cuando, en la mañanera del martes 28 de marzo dijo que esto tuvo que ver con una protesta que ellos, es decir, los migrantes, iniciaron a partir “suponemos de que se enteraron de que iban a ser deportados, movilizados. Y, como protesta, en la puerta del albergue (fue en las rejas) pusieron colchonetas del albergue y las prendieron fuero y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”.

O sea…

Sí, sí, se trataba de salvar el pellejo. Luego, él, el jefe, el Duce repetiría las sacras palabras de la demagogia que galopa rumbo a la impunidad: se hará justicia, no se encubrirá a nadie. ¿A nadie?

Jódanse los vigilantes que obedecieron la orden de no abrir las rejas, porque ni ellos, los altos funcionarios ni el mediano que irá a echar rollo al Senado porque se acordó citarlo, pisará la oficina de la Fiscalía General de la República para responder por delitos inherentes a su alto mando.

Y fuera del “albergue” la otra escena de él, el joven padre que, dolido, se pregunta:

–Y qué le voy a decir a mi niño cuando pregunte por su tío y no sepa decirle que ya se fue, que ya no irá con nosotros a Estados Unidos, pero ya no iremos, ¿para qué?

¡Ay!, éste joven pana que decide volver a su país, con su hijo de cuatro años, a enfrentar la pobreza en alguno de esos barrios miserables desparramados en los cerros de Caracas.

Concluye marzo y se avecina la Semana Mayor y México se apresta a transitar por el asueto y hacia otro ejemplo de impunidad desde el poder y para los dueños del poder.

Mañana, mañana la desgracia del “albergue” del INM en Ciudad Juárez irá rumbo al olvido como ha ocurrido con aquella otra tragedia registrada el jueves 9 de diciembre de 2021 cuando un tráiler que transportaba a migrantes, se volcó y provocó la muerte de 56 de ellos y lesiones en 105.

¿Quién, quiénes han pagado por esa tragedia?, ¿quién, quienes pagarán por este nueva tragedia?

Desde el poder se pretende llenar de explicaciones a quienes preguntan qué sigue, cómo se hará justicia, cuál es el camino de las indagatorias. Y él, el jefe del gabinetazo, informa que habrá conferencia de prensa.

Pero…

–¿A qué hora sería la conferencia?—pregunta una irreverente reportera.

–Ya les van a avisar. Yo sé que ustedes están muy interesados en esto, más que por el dolor que les puede causar, este, por el amarillismo; es lo mismo que tú tienes—respondió él, el dueño del poder que en todos lados encuentra enemigos, los fantasmas que se suman a medida que el tiempo, su tiempo en Palacio se agota.

Y México es el tercer país, el que retiene u persigue y encarcela a migrantes indocumentados para que no lleguen a Estados Unidos.

Por aquellos rumbos del archivo de amnesia selectiva quedó la oferta de dar albergue a migrantes e incluso visas de trabajo porque, presumió él, el candidato presidencial entonces, era diferente y su antecesor había frenado con la fuerza pública y gases lacrimógenos a caravanas de migrantes.

¿México es la casa de todos? Los otros galopan entre la demagogia y la amnesia y la disciplina con los acuerdos con el vecino del norte.

Por eso, por eso.

Ellas y ellos que desde allende el Suchiate y el Atlántico y el Pacífico, incluso, huyen de dictaduras y represiones y de la miseria en busca del sueño americano no cesarán en el intento de cruzar territorio mexicano y enfrentar el riesgo de perder la vida perseguidos por la sui generis mexican border patrol.

¿Quién, quiénes pagarán por esta ausencia de una disciplinada política migratoria que se suple con la fuerza y la corrupción entre los otros que se dicen diferentes?

Ella, ha llorado la ausencia de su Negro. Y un joven lamenta la pérdida del hermano que lo desanimó y ya no quiere ir en pos del sueño americano.

No, no caerán los otros, los machuchones, los de las camionetotas; irán a prisión los pobres que se emplean como vigilantes y carecen de la mínima capacitación aunque caminan en filo de la corrupción, no importa los barran de abajo hacia arriba. Su necesidad es como la de ellas y ellos que saben que pueden morir en el intento pero, ¡caray!, qué futuro tenían en sus países.

¡Bienvenidos a México! Sus puertas están abiertas a las hermanas y los hermanos migrantes, dijo en campaña el repartidor de promesas de un país diferente, justo, democrático, sin pobres, con un sistema de salud como el de Dinamarca. Cómo dijistes que me encontrastes. Digo.

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