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Guerrero, la influencia total del crimen organizado

Norberto Vázquez

Aquí no hay que hacer cálculos políticos, ni manejar variables económicas, mucho menos fórmulas electorales. Aquí es tajante: el crimen organizado está metido hasta la cocina del gobierno de Guerrero, encabezado por la junior, Evelyn Salgado.

Qué más se puede deducir ya que la ola de protestas se dio a unos días de que la alcaldesa de Chilpancingo por Morena, Norma Otilia Hernández fue captada en un restaurante reuniéndose con un presunto narcotraficante, identificado como el líder de Los Ardillos.

Mismo grupo criminal señalado por los manifestantes, por ser generadores de violencia en sus municipios.

El mundo al revés en este país. Los criminales quejándose de la inseguridad y de que meten presos a sus líderes. Las pistas establecen que este lunes 10 de julio cerca de dos mil transportistas y campesinos de varios municipios en Guerrero, presuntamente bajo el control del grupo criminal de Los Ardillos iniciaron una serie de protestas en Chilpancingo para exigir atender los problemas de seguridad.

Los manifestantes también exigen la liberación de dos transportistas que fueron detenidos el viernes pasado por presuntamente estar ligados a Los Ardillos.

Y es que las detenciones que originaron la protesta de pobladores de diversas comunidades de la zona centro comenzaron a ser cuestión de disputas por la jurisdicción ya que eran del orden federal y no estatal.

Sin embargo, debe de haber una coordinación permanente entre las instituciones de procuración de justicia, por lo que es urgente el llamado al diálogo para resolver sus peticiones bajo la vía legal.

Pero esto es sólo una muestra de lo que ocurre esta entidad históricamente gobernada por caciques.

Desde hace años el terror, la violencia e inseguridad campean en Guerrero, bajo la indiferencia de las autoridades estatales y municipales.

En este estado se han dado asesinatos atroces, donde la mayoría de las víctimas han sido ejecutadas a balazos y con rastros de violencia extrema como desmembrados, calcinados, embolsados, decapitados, asfixiados y hallados en fosas clandestinas. Algunos con narcomensajes.

Toda la zona de Acapulco, la Costa Grande y Tierra Caliente al menos 15 grupos delictivos pelean el control del cultivo y trasiego de la amapola y la marihuana.

Como en muchas partes del país, ha ido escalando la violencia a niveles nunca antes vistos que involucra a mujeres, niños y representantes de diversas iglesias, en especial la católica a la que le ya han matado a muchos sacerdotes en años recientes.

Reportes de inteligencia de las secretarias de la Defensa Nacional y de Marina establecen que en la sierra de Guerrero operan diversos cárteles. Los Rojos controlan Chilpancingo y buscan crecer hacia Iguala y Chilapa; Guerreros Unidos opera el corredor Iguala-Cuernavaca y hacia el Estado de México, mientras que Los Ardillos, se ubican en Chilapa y dominan la entrada y salida de La Montaña de Guerrero.

Por si fuera poco, su autogobierno se extiende a otros puntos ya que Los Rojos dominan 18 municipios, mientras que Los Ardillos y La Familia Michoacana 10 municipios cada uno y Guerreros Unidos 6, entre otros grupos delincuenciales que han surgido en la entidad y ganan terreno.

Si ha esto le sumamos la presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y sus alianzas con estas organizaciones, han dado como resultado que se prendan los focos rojos en las áreas de seguridad nacional, por la belicosidad que caracteriza a este cártel de talla internacional.

Estos reportes refieren que el CJNG, aliado con otros grupos criminales, busca eliminar al Cártel Independiente de Acapulco, a fin de hacerse de las aduanas del puerto que sirven como entrada a los precursores químicos, que son la base para la elaboración de drogas sintéticas. Pues como no, si el auge del fentanilo está en su máximo apogeo.

Por lo pronto la organización jalisciense ya controla las terminales de Colima, Nayarit, Jalisco y una parte de Michoacán, apoderarse de Acapulco les permitiría establecer un estratégico corredor marítimo en el Pacífico.

Chilpancingo vive una de sus peores épocas, con una quiebra financiera, ética, moral y psicosocial.

Acapulco, por ejemplo, representa el 80% del Producto Interno Bruto del Estado. Aporta también el 75% de los empleos y financia a 79 de los 81 municipios guerrerenses, donde la pobreza ha crecido por el éxodo de miles de personas que huyen de la violencia y el terror sembrado por los narcotraficantes.

Lo que ocurre en Chilpancingo, en Acapulco, en Guerrero y en varias partes del país es una llamada de alerta. La influencia de los grupos delictivos va en aumento: secuestran, matan, cobran derecho de piso…y ahora organizan movilizaciones sociales. En México hace falta un Nayib Bukele. No hay de otra.