Expedientes MX

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¿Cuándo se desorganizó el crimen organizado?

Norberto Vázquez

La plática fue en corto con un alto militar de la época de Juan Arévalo Gardoqui. La charla simplemente fue fascinante. “A los narcotraficantes se les permitía todo, pero los obligábamos a arreglaban la Iglesia, la escuela y la carretera del pueblo”, decía. Solo rutas de trasiego, nada de meterse con la sociedad, ni con las familias de sus enemigos, nos comentaba a un conjunto de reporteros. “Un grupo de pendejos se quisieron pasar de listos en el Triángulo Dorado y les sitiamos su pueblo. Y a punta de chingadazos les dijimos que aquí mandaba el Estado”, narraba el militar sus peripecias. Ese era el narco respetuoso.

El que sólo se dedicaba a traficar droga hacia Estados Unidos. No más. Hoy las nuevas generaciones de lacras, buscan quién es más sanguinario para demostrar su hegemonía. Habrá que preguntárselo a los jóvenes asesinados en Lagos de Moreno.

Por regla general, las redes delictivas organizadas están implicadas en muchos tipos diferentes de actividades delictivas extendidas por varios estados del país. Estas actividades pueden incluir trata de personas, tráfico de drogas, mercancías ilícitas y armas, robo a mano armada, falsificaciones y blanqueo de capitales.

Las organizaciones de tráfico de drogas se centran en el tráfico internacional de substancias, generando miles de millones de dólares en ingresos anualmente, pero ahora migraron a otras numerosas fuentes de ingresos, incluidos el robo de petróleo, la tala ilegal, la trata de personas, el secuestro y la extorsión.

Debido a que los carteles de la droga controlan gran parte del territorio, cooptando al Estado mediante el soborno y la intimidación, los políticos son frecuentemente asesinados o amenazados por mafias que intentan garantizar que los políticos cooperativos con ellos ocupen sus cargos. Una muestra, todo Guerrero.

Para mediados de la década de 1990 comenzó la interacción y complicidad de diversos agentes de los campos político, policiaco y social en un mismo territorio con grupos delictivos.

Comenzaron a fortalecerse complicidades territoriales, que se alejaron cada vez más del control del poder federal, por lo que esta modificación y la vinculación entre las esferas del fenómeno criminal, político y policial trazaron nuevas formas y directrices de operaciones delincuenciales, al proyectar la evolución de un crimen que con el paso del tiempo debilitaría instituciones políticas y de seguridad por cooptación o corrupción, y desarrollaría gobiernos criminales de facto.

Esa es la triste realidad del país: el dúo política-narco. Tan es así, que el crimen organizado ya se convirtió en un problema de política internacional y de seguridad nacional.

En 2006 fecha oficial del inicio de la guerra contra el narcotráfico, las organizaciones criminales suponían un auténtico reto para las autoridades federales, desde 2018 la 4T dijo que haría de México un lugar mucho más seguro y pacífico.

En aquella época operaban a nivel nacional siete grandes organizaciones criminales como el cártel de Sinaloa, el de los Beltrán Leyva, la Familia Michoacana, los cárteles fronterizos de Tijuana y Juárez, el cártel del Golfo y su organización de seguridad Los Zetas, que se independizarían de forma violenta a partir de 2010.

Entre todos ellos controlaban fundamentalmente un mercado criminal homogéneo, el de los narcóticos, que se caracterizaba por el uso de México como país “trampolín” cuyas infraestructuras urbanas de comunicación y transporte se utilizaban para recibir, almacenar y cruzar drogas como marihuana, heroína, metanfetamina y cocaína a través de los casi 3 mil 200 kilómetros que separan al país azteca del mayor consumidor mundial de drogas legales e ilegales como lo es la Unión Americana.

Hoy en cada pueblo o caserío existe un presunto grupo criminal. Los mañosos regentean a productores, ganaderos, comerciantes, líneas de transporte, asaltan en carreteras, extorsionan a pensionados, casas, paleterías, mercados completos…es increíble su capacidad de robo en todos los sectores productivos del país.

Estas estrategias se han caracterizado por un horrendo baño de realidad caracterizado por un incremento no solo de las tasas de violencia, sino por la fragmentación del panorama criminal y por la extensión de unos mercados ilícitos que han adquirido actualmente un alcance eminentemente transnacional, y que las nuevas y cada vez más violentas organizaciones criminales pugnan por monopolizar.

El submundo del crimen organizado en México pesa. La vida fácil de los ignorantes con pistolas ha irrumpido de manera sanguinaria. Una variable que no estaba contemplada, pero que le a quitado ha este país su carisma y su luz. Que no se acostumbre.