Banco central surcoreano mantiene congelados los tipos en el 3,5%

La decisión llega después de que el BoK implementara siete incrementos del referencial entre abril de 2022 y enero de este año

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Seúl.- El Banco de Corea (BoK) decidió este jueves mantener congelados los tipos de interés en el 3,5 % por quinta ocasión desde el pasado febrero ante los temores a que un endurecimiento de su política monetaria mine el crecimiento de la cuarta economía de Asia.

La decisión de mantener sin cambios las tasas -esperada por la mayoría de analistas- llega después de que el BoK implementara siete incrementos del referencial entre abril de 2022 y enero de este año.

También llega en un momento en que la presión inflacionaria parece estar aliviándose gracias a la caída del crudo (la subida del IPC se ralentizó por sexto mes consecutivo en julio hasta situarse en el 2,3 %, su mejor dato en 25 meses) y marcado por la debilidad del músculo exportador, principal componente del PIB surcoreano, y las dudas sobre la economía de China, principal socio comercial de Corea del Sur.

Aún así, el BoK mantuvo su perspectiva de crecimiento para todo 2023 en el 1,4 %, tras haber recortado en mayo su pronóstico en dos décimas a raíz del debilitamiento de las exportaciones surcoreanas, afectadas desde finales de 2022 por el endurecimiento monetario en las principales economías del mundo y la caída en la demanda del producto nacional de mayor peso; los semiconductores.

No obstante, el BoK ha anticipado que las subidas de precio pueden volver a producirse, y predice que la inflación podría situarse de nuevo por encima del 3 % -por encima de su meta del 2 %- para final de año.

La decisión de mantener intactos los tipos también se produce en un momento en el que la brecha con respecto al precio del dinero en EE.UU. se sitúa ya en torno al 2 % después de que la Reserva Federal incrementara el referencial recientemente en otro cuarto de punto hasta dejarlo en una horquilla entre el 5,25 % y el 5,5 %.

Esto aumenta el temor a que se incrementen las salidas de capital en Corea del Sur, debilitando al won frente al dólar, lo que encarece las importaciones y eleva a su vez la presión inflacionaria sobre el país asiático.