Entresemana

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Del verbo mentir

“Tú serás, mi último fracaso, no podré querer a nadie más…” Pedro Infante en El Inocente

Moisés Sánchez Limón

Dice que su pecho no es bodega. Y todos los días miente como respira; el sexenio se le ha ido en mentir.

La demagogia como acto de fe que fanatiza y arrastra en el torrente que se imagina irrumpir en el México Feliz, sin pobres y gobernantes casi santos y santas incorruptibles porque les ha tocado la mano de él, el Duce, prístino y franciscano que ha vivido del cash, aportación obligada para la causa.

¡Ah!, pero el proceder perverso tiene sus bemoles.

Hay quienes le llaman karma, la máxima reza: el que la hace la paga. Y no puede haber impunidad por más que las huestes morenistas y el fundamentalismo que lo arropa pretenda convertirlo en héroe.

Incluso, como propuso la Princesa Caramelo, bautizar con uno de esos nombres que tanto gusta a la feligresía de la 4T, al 1 de julio, fecha del triunfo de Su Alteza Serenísima en las urnas en 2018, como “el día de la revolución de las conciencias”, “el día del triunfo del pueblo” o “el día de la verdadera democracia”.

Sin duda, alguno de esos genios que sabe de Carlos Marx por la solapa de El Capital, pero le encanta injuriar a los oligarcas, sin saber que el principal oligarca del país vive en Palacio Nacional, habría propuesto incorporar al santoral del 1 de julio a “San Andrés Transformador”.

Mire usted.

Hace unos días, en la presentación de un libro oí a un señor declararse enamorado de Andrés Manuel desde que lo escuchó en 2006. Y, a una candidata morenista que en breve asumirá la presidencia municipal de una alcaldía conurbada a la Ciudad de México, referirse al licenciado presidente como casi un Dios. En serio.

Lo cierto es que las malas mañas se pegan y, en el corte de caja, amén de admitir que algunos de sus programas y proyectos no se cumplieron ni se cumplirán, especialmente en el sector salud, Andrés Manuel debe aceptar que el honesto y sibarita Emilio Ricardo Lozoya Austin lo engañó.

¡Ay, Andrés Manuel!

Sí, la colega Lourdes Mendoza, en su columna Sobremesa que publica en el Financiero, reveló que el muchacho chicho de la película gacha, Emilio Ricardo Lozoya Austin, se pitorreó de la dizque mano de hierro justiciera de Andrés Manuel López Obrador.

En escrito enviado a la licenciada Cindy Isabel Padilla Salcedo, agente del Ministerio Público de la Fiscalía de la Ciudad de México, adscrita a la Fiscalía de Investigación Estratégica de Asuntos Especiales, Agencia B. Unidad de Investigación B-2, S/D, Lozoya confiesa que su declaración, en la cual imputó a seis exfuncionarios en actos de corrupción, es nula.

O lo que es lo mismo, sostuvo que salpicó hasta a Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray con 100 millones de pesos, producto de las transas en Pemex en el caso Odebrecht, con el de evitar la prisión mediante el llamado criterio de oportunidad, es decir, un acuerdo con la Fiscalía General de la República, que implica la reparación del daño con la suspensión del proceso en su contra.

¡Recórcholis, abogado Coello!

Por eso el chico transa ex director de la próspera empresa petrolera administrada por el sabio de las finanzas, Octavio Romero Oropeza, se la pasaba chévere en su casa, desde donde seguía el proceso en su contra, beneficio negociado con el fiscal Gertz Manero y Su Alteza Serenísima. ¡Por supuesto!

Pero, pero…

En el gremio decimos que no hay periodista sin suerte y un día Lourdes Mendoza recibió el pitazo de que el honesto Lozoya Austin estaba comiendo pato laqueado en un restaurante fifí del rumbo de las Lomas.

Lourdes se apersonó y hasta le tomó fotos. Eso encabronó, sí, encabronó al licenciado López Obrador e ipso facto, ordenó enchiquerar nuevamente al chavo Emilio, quien luego volvió a negociar lo dejaran seguir el proceso en su casa y le pusieran una pulsera que evitara su fuga.

En fin.

El hecho es que, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, Lourdes obtuvo esta primicia que deja mal parado el justiciero gobierno de la 4T lo mismo en el espacio federal que en el local, es decir, la hoy casi consejera Jurídica en el próximo gobierno de la Princesa Caramelo, la abogada Ernestina Godoy, fue chamaqueada, pero igual el fiscal Alejandro Gertz Manero y, ¡recáspita!, el licenciado presidente.

–¿Qué significa nulo? — preguntó Ciro.

–Que no se le puede achacar nada a él. Se está lavando las manos y le quiere echar la culpa al fiscal de la República. Además, está diciendo que hizo la denuncia porque creía que iba a tener su criterio de oportunidad—explicó Lourdes.

Y refirió que fue modificada la denuncia presentada por Lozoya Austin ante la Fiscalía General de la República en agosto de 2020.

En suma, citó la colega, Lozoya «no tiene pruebas de ninguno de sus dichos, a todos nos difamó. ¿Qué sigue? La Fiscalía pidió que le cambiaran el juez porque parecía más su abogado. A nosotros ya no nos pueden hacer nada porque dijo que sus declaraciones son nulas, pero los 10.5 millones de dólares están en sus cuentas, las cuales están congeladas”.

Puras mentiras.

Y casi 36 millones de ciudadanos mexicanos creen a pie juntillas todo, absolutamente todo lo que declara el Santo Niño Fidencio del Zócalo. Sólo porque él lo dice, porque su palabra es palabra divina.

Así, con ausencia de rubor, en un acto cínico y mentiroso, el licenciado presidente negó haber hecho campaña, en la mañanera, a favor de la doctora Claudia Sheinbaum, e incurrido en violencia política de género contra Xóchitl Gálvez.

La Sala Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación concluyó que el Presidente de la República no puede ser sancionado por infracciones electorales, sólo se declara su responsabilidad que consistió en coaccionar el voto ciudadano y uso indebido de programas sociales en el proceso electoral.

López Obrador, importándole un pito la ley, vulneró los principios de imparcialidad, neutralidad y equidad en la contienda.

De acuerdo con la Sala, “es existente el uso indebido de programas sociales y coacción al voto por parte del titular del Poder Ejecutivo federal, ya que empleó una línea argumentativa tendente a condicionar la vigencia o beneficios de programas sociales a que una determinada opción política obtenga la mayoría calificada en el Congreso de la Unión”.

Conforme con el pleno, esas manifestaciones tuvieron impacto electoral porque López Obrador llamó a votar “en favor de una opción política (Claudia Sheinbaum) y en contra de otra (Xóchitl Gálvez”.

¿Qué respondió ayer el licenciado Andrés Manuel? Lea usted:

“No es que no puedan castigarme por ser un asunto administrativo, es que sencillamente, claramente, están mintiendo, están falseando la realidad, no tienen prueba.

“(…) Bueno, tan es así, que a ustedes les consta y les consta a todos los que ven la mañanera. ¿Qué campaña hice yo a favor de Claudia Sheinbaum, candidata de Morena? ¿Qué hice para ofender a la candidata Xóchitl Gálvez?

“(…) Y por lo general nunca le mencioné. Hagan un estudio de todas las mañaneras, cuántas veces hablé de ella”.

¿Qué le parece este desplante mentiroso del Duce? Y lo peor, insulta:

“Ahora estos magistrados mentirosos, corruptos, sostienen que presionamos, que yo presioné a la gente para que votara en favor de la presidenta electa. ¿En dónde están las pruebas?”

Bueno, bueno, Andrés Manuel, las pruebas están en las versiones estenográficas y los videos de archivo que seguramente Cepropie, por ley, debe reservar. ¿O no? Pero vaya, el karma se te apareció como fiesta patronal. Y habrá más. ¿A poco no, Drakko?

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