Frentes abiertos

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  • Banxico dejaría sin cambios su rédito
  • Incierto ambiente de negocios: IP
  • Prevalece falta de transparencia

Agustín Vargas*

Después de un bimestre de intensa volatilidad para el peso mexicano por momentos depreciándose hacia los 19 pesos frente al dólar, el comienzo de agosto parece dibujar que este mes será todavía más difícil para la moneda mexicana, pues en las primeras sesiones llegó a caer hasta los 20 pesos por dólar, lo que ha generado preocupación entre los analistas y operadores del mercado.

De acuerdo con un extenso análisis de CIBanco, son cuatro los temas por los que los operadores del mercado de dinero están sumamente preocupados: La salud de la economía estadounidense, después de una serie de reportes económicos, particularmente del mercado laboral que muestran un enfriamiento mayor a lo esperado; Japón intensificando su proceso de normalización de su política monetaria, con incrementos en la tasa de interés de referencia lo que provoca fuertes reacomodos de portafolios de inversión a nivel global al reducirse un poco el fenómeno financiero conocido como carry-trade.

De igual forma, la amenaza a las grandes empresas tecnológicas, con prohibiciones de ventas a China, así como aranceles a productos chinos (semiconductores o chips) que merman la guía de negocio para los próximos trimestres y; el temor a que escale el conflicto en Medio Oriente con un probable ataque de Irán a Israel en respuesta al asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyah.

En este escenario de alta volatilidad, especulación y múltiples frentes abiertos se llevará a cabo este jueves 8 de agosto la reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México para analizar la política monetaria.

El análisis de CIBanco resalta la diferencia de opinión que existe entre analistas y operadores financieros sobre lo que la autoridad terminaría realizando, de si baja o no su tasa de interés de fondeo, ya que en el último encuentro de política monetaria, Banxico externó su disposición para considerar recortes de tasas en las próximas sesiones, sobre todo porque preveía que el entorno inflacionario permitiría discutir ajustes al costo del dinero. Incluso, en entrevistas posteriores a la reunión, la gobernadora Victoria Rodríguez sugirió dicha posibilidad.

Estos comentarios son los que generan la divergencia sobre lo que podría terminar realizando Banxico esta semana. La inflación ha mostrado una tendencia alcista en lo que llevamos del 2024 y esta trayectoria se ha deteriorado en los dos últimos meses, alcanzando en la primera quincena de julio 5.61%.

Si bien son dos grupos de productos y servicios que explican en mayor medida los recientes incrementos en la tasa anual de inflación (frutas/verduras y energéticos), lo que más interesa es evitar que esto se traduzca en efectos contagio para el precio de otros bienes.

Todavía la expectativa generalizada es que la tasa anual de inflación comience a ceder en las próximas quincenas y cerrar 2024 en alrededor de 4.60% (las expectativas anteriores rondaban el 4.20%). Incluso, las expectativas de mediano plazo permanecen ancladas y para el próximo año la mayoría de los analistas coincide en que se ubicaría por debajo del 4.0% anual.

La inflación subyacente sí ha estado bajando, pero cada vez a un ritmo menor y todavía en un nivel muy por encima del objetivo de Banxico.

Debido a esto, parece ser que el Banco Central tiene pocos argumentos para recortar la tasa de interés en este encuentro, incluso los analistas de CIBanco consideran que a diferencia de anteriores reuniones, donde había ventanas de oportunidad de hacerlo, en esta ocasión permanecen cerradas.

Incierto ambiente de negocios

La existencia de un ambiente de negocios poco atractivo en el que prevalezca la falta de transparencia, una regulación ineficiente, un sector de energía débil, un sector educativo deficiente, sin duda pueden ser causa de un aumento significativo de la incertidumbre, mayor cautela de la inversión, y un menor optimismo sobre la evolución de la actividad económica.

El debilitamiento de la actividad económica como resultado de un entorno como este, en donde se deja a discreción del gobierno cualquier decisión que se pueda relacionar con acciones encaminadas a estimular el crecimiento y bienestar, además de desaprovechar la oportunidad que ofrece el nearshoring, inhibe cualquier otra intención de invertir.

Así lo manifestó el sector empresarial a través del último reporte del Centro de Estudio Económicos del Sector Privado (Ceesp), en donde destaca que los más recientes resultados y pronósticos económicos muestran señales de incertidumbre y preocupación sobre el futuro de la actividad económica.

Mientras que la estimación oportuna del INEGI señala que durante la primera mitad del año el PIB creció 1.5%, el pronóstico promedio de la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado anticipa que para todo el presente año el crecimiento será de solo 1.8% y de 1.6% para el próximo año, avances inferiores a los estimados por el gobierno e igualmente por debajo del crecimiento promedio de los últimos 30 años.

Es claro que el fortalecimiento de un ambiente de negocios idóneo es responsabilidad del gobierno. Para ello requiere de órganos autónomos e independientes que propicien las mejores condiciones de mercado. Llevarlos a ser parte del gobierno, dado su actitud permisiva, sólo genera incertidumbre y malas prácticas.

El gobierno debe tener en cuenta que el sector privado es su mejor aliado, ya que a través de él se reflejan los objetivos oficiales. Si estos son mayor crecimiento y bienestar, la posición oficial deberá actuar en esa dirección. No hay otra opción.

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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx