- Las manchas negras que heredará AMLO a Sheinbaum
- Altos índices de desapariciones forzadas y homicidios
- La 4-T no pudo, no quiso, esclarecer el caso Ayotzinapa
Juan Barrera Barrera
A cuatro días de que Andrés Manuel López Obrador deje el poder, su nivel de aprobación es de 77% de las personas encuestadas, frente a un 23% que desaprueba su gestión, según datos de una encuesta de la empresa Enkoll para el diario El País y W Radio. Mientras que Claudia Sheinbaum, que asumirá la presidencia de la República el próximo 1 de octubre tiene una aprobación de 74%, muy similar a la del mandatario.
Cuestión de días para que el país entre en una nueva etapa. A partir del próximo martes será el momento de la primera mujer presidenta de México, con todos los desafíos que ha impuesto el gobierno de la Cuarta Transformación, un cambio de régimen, cuya primera fase está teniendo un cierre incontenible en el terreno de las reformas constitucionales, la verdadera base de toda transformación.
Los cambios han sido muy radicales en un país en el que los gobiernos en turno, del PRI y del PAN, intentaban toda suerte de cambios o reformas para que todo siguiera igual. Mucho se cuestionaba esas acciones llamadas gatopardistas, porque solamente eran de fachada o únicamente tendían a favorecer a un sector de la población, es decir, a los empresarios, a la cúpula gobernante y a la oligarquía financiera. Todavía siguen siendo beneficiados, para muestra están las ganancias de los banqueros durante este sexenio.
Los desaparecidos mancha negras que heredará AMLO
Pero el nuevo gobierno se pondrá a prueba cuando enfrente directamente los verdaderos problemas que heredará: la inseguridad, la violencia generada por las bandas de criminales de todo tipo, la descapitalización del campo, el problema de la escasez del agua en varias regiones del país, la violación de los derechos humanos, la impunidad y agréguele lo que usted quiera.
A todos esos temas hay otros sociales más sensibles como es el caso de la falta de empatía del gobierno de la 4-T con las madres que buscan incansablemente a sus familiares desparecidos. Datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas, hasta el 30 de agosto había 106 mil 343 registros de desaparición (otros datos, de la Comisión Nacional de Búsqueda, arrojan la cantidad de 114 mil 926 víctimas de esta tragedia), de los cuales 71 mil 591 eran niñas.
La Red por los Derechos de la Infancia (REDIM) destacó en su informe del mes pasado que dos de cada tres personas de entre cero y 17 años desaparecidas son niñas y adolescentes mexicanas. El jueves 19 el Comité de la ONU sobre los Derechos de los Niños informó que cada día desaparecen 14 niños en México, es decir, un menor desaparece cada dos horas. Situación muy estrujante la situación de la infancia en nuestro país.
Es de tal magnitud el fenómeno que el organismo internacional pidió al gobierno de México que asuma como de mayor prioridad el problema y que se tomen medidas inmediatas y efectivas para prevenir, investigar y sancionar las desapariciones de niños, incluidas las desapariciones forzadas, y que haya una búsqueda inmediata y que se elimine el periodo de espera de 72 horas.
Casi 200 mil homicidios en sexenio de 4-T
En diciembre del 2018 se contabilizaban 53 mil 296 personas desaparecidas, lo que significa que durante este sexenio se sumaron otras 53 mil 47 personas desaparecidas, es decir, el problema creció un 50% por lo que el gobierno de López Obrador no logró detener el incremento, cuando había afirmado que el tema de desaparición de personas era una prioridad para su administración. De cualquier forma, el número supera a las 32 mil 885 víctimas registradas en el sexenio de Enrique Peña Nieto. En el gobierno de Felipe Calderón sumaron 16 mil 931.
Realmente las cifras de personas desaparecidas y homicidios ha sido un verdadero dolor de cabeza para la administración de López Obrador. De acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación, el número de personas cuyo paradero no se conoce es de 99 mil 729, ya que se han localizado unas 20 mil 734 personas hasta el 15 de marzo de este año.
El gobierno de López Obrador lamentablemente se despedirá con cifras alarmantes en cuanto a la violencia en el país, estadísticas que cuestionan su estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos” pues dejará 196 mil 505 muertos, un promedio de 92 personas asesinadas diariamente. A lo anterior habría que sumar los 5 mil 227 feminicidios. Las cifras superan con creces a las de sus dos antecesores que juntos sumaron 270 mil homicidios dolosos.
Los datos provienen del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) de entre diciembre del 2018 a agosto de 2024. Los esfuerzos por la pacificación del territorio nacional han sido insuficientes. Se fincaron demasiadas esperanzas en la estrategia de combate a la pobreza y la desigualdad como fuentes de origen de la violencia en México.
Claudia Sheinbaum y su equipo de seguridad tendrán que reparar en estos datos y repensar en la estrategia de combate a los responsables de provocar la violencia. Las cosas no pueden seguir como están. La continuidad de un proyecto no significa que todo deba seguir exactamente igual como lo creo su antecesor, hay que observar la realidad, reconocer errores y atreverse a realizar los cambios pertinentes. Ya vimos que con reuniones mañaneras con el Gabinete de Seguridad no se garantiza la paz ni la tranquilidad.
Gobierno incapaz de esclarecer caso Ayotzinapa
Una mancha más que AMLO deja de herencia a su sucesora es el problema no resuelto del caso de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, hace diez años, al que se había comprometido con los padres de los jóvenes a investigar, esclarecer y castigar a los responsables de tan condenables hechos: llegar a la verdad. Los resultados son de frustración para las familias de los estudiantes víctimas de desaparición forzada.
Son diez años sin verdad ni justicia y una verdadera crisis de derechos humanos. A “la verdad histórica” de la administración de Enrique Peña Nieto le ha seguido otra “verdad oficial” de López Obrador que han tenido un común denominador: ninguna es creíble para los familiares y abogados de los familiares de los normalistas.
La investigación que asumió el presidente López Obrador, luego de descalificar la de Alejandro Encinas, quien era el encargado de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa, por las acusaciones en contra de elementos del Ejército y hasta ahí llegaron los avances de la investigación que se tuvieron durante los primeros tres años del gobierno de la 4-T: hasta que se toparon con los militares y López Obrador prácticamente ha exonerado al sector castrense de haber participado en el atroz crimen, reafirmando la estrecha colaboración que han tenido durante el sexenio que termina ante la incertidumbre y la rabia de las familias de los jóvenes desaparecidos, porque el gobierno “incumplió su promesa de llegar a la verdad”.
AMLO ha reconocido, en una carta que envió a las familias de los 43 normalistas, que se avanzó en las indagatorias, pero “no como quisiéramos” y le dejo la papa caliente a la doctora Sheinbaum Pardo, a quien le tocará terminar la tarea que no pudo hacer su mentor político, a menos que termine dando carpetazo al caso como pretendieron hacerlo Peña Nieto y Murillo Karam. Ciertamente hay un entramado de complicidad en varias instituciones que incluyen al Ejército, las Fiscalías y las corporaciones policiacas con el objetivo de evitar llegar a la verdad del caso Ayotzinapa.
El tabasqueño en su justificación de defensa castrense argumenta, utilizando retórica conspiracionista: “hay muchísima desinformación y obviamente intereses políticos de adversarios nuestros, tanto en el país como afuera que intentan desacreditar a una institución como el Ejército para someter a las autoridades mexicanas”.
López Obrador ha dicho que se va satisfecho, contento por lo realizado durante su gobierno. Pero en el caso de las desapariciones forzadas y homicidios no hay lugar para estar contentos. Encinas Rodríguez, en su artículo publicado ayer en periódico El Universal recordó una frase de Bertolt Brecht: “El que no conoce la verdad es un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, es un criminal”.