Washington.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que estaba estudiando imponer aranceles a la importación de cobre por supuestas prácticas comerciales desleales, y que la producción del metal rojo debería volver a Estados Unidos.
Trump firmó una orden ejecutiva en la que insta al secretario de Comercio y al representante de Comercio de Estados Unidos a «estudiar las importaciones de cobre», y a poner fin al «comercio injusto», que según él está robando empleos a los estadounidenses.
«Los aranceles ayudarán a reconstruir nuestra industria americana del cobre, y fortalecerán nuestra defensa nacional. La industria estadounidense depende del cobre, y debe ser MADE IN AMERICA», ha dicho Trump en una publicación en redes sociales.
«Es hora de que el cobre ‘vuelva a casa'», añadía Trump.
El presidente estadounidense señaló en su orden ejecutiva que el país se enfrenta a «importantes vulnerabilidades» en la cadena de suministro de cobre debido a su dependencia de fuentes extranjeras de cobre extraído, fundido y refinado.
Chile, Canadá y México son los mayores proveedores de cobre de Estados Unidos, según datos de la Oficina del Censo. Pero la orden parecía estar dirigida a China, que es el mayor refinador de cobre del mundo.
Según datos del Gobierno, Estados Unidos extrajo 1,1 millones de toneladas métricas de cobre, la mayor parte del cual se utilizó en el país. Freeport-McMoRan y Rio Tinto explotan actualmente las mayores minas de cobre de Estados Unidos.
El país también tiene tres fundiciones en funcionamiento, y sigue siendo un exportador neto de mineral de cobre y concentrado de cobre.
Trump había impuesto ya en febrero aranceles de importación del 25% sobre el acero y el aluminio, alegando que la medida estaba destinada a impulsar la producción nacional de los metales.
El presidente de Estados Unidos también dijo a principios de esta semana que sus aranceles previstos del 25% sobre Canadá y México probablemente entrarían en vigor a partir de la semana que viene.
El aumento de los aranceles comerciales forma parte de la agenda general de Trump de utilizar aranceles para limitar la dependencia de Estados Unidos de las importaciones e impulsar la producción nacional de materias primas clave. Pero todo apunta a que el aumento de los aranceles lastrará el comercio mundial, y también podría provocar medidas de represalia por parte de otras economías importantes.
