Guerra comercial sin sentido
Norberto Vázquez
El problema va para largo según los escenarios. Si México y Canadá recurren a los mecanismos de resolución de disputas establecidos en el Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) podría derivar en sanciones o en la posibilidad de que EU enfrente represalias comerciales.
Sin embargo, la incertidumbre generada podría ser suficiente para que empresas reconsideren sus planes de inversión en la región.
Las mediadas de Donald Trump no tienen sentido: amenazan la estabilidad económica de la región, elevan la incertidumbre en los mercados y plantean riesgos para los consumidores y productores en ambos lados de la frontera. La decisión de Trump de imponer aranceles unilaterales es una violación directa a los principios del acuerdo y pone en riesgo su estabilidad.
Asimismo, diversas empresas con cadenas de producción interconectadas en ambos países enfrentarían un aumento en costos operativos, lo que reduciría su competitividad.
La incertidumbre provocada por estos aranceles también podría desincentivar la inversión extranjera directa (IED) en México, afectando la creación de empleos y la expansión de industrias clave.
Todos se hicieron sordos y tuvo que llegar el problema. Desde hace años se dejó crecer el narcotráfico en México y por supuesto que Washington tendría que alzar la voz. Hace décadas con el problema y ahora si se envían 39 altos peligrosos narcos a que sean juzgados por las leyes de la Unión Americana. En la Operación Frontera, están cayendo detenidos al por mayor. ¿Por qué no se hizo antes?
México es el principal socio comercial de Estados Unidos y depende en gran medida del acceso al mercado estadunidense y la imposición de aranceles significa un encarecimiento inmediato de las exportaciones mexicanas, afectando sectores clave como la industria automotriz, la manufactura, la agricultura y la electrónica.
A nivel agrícola los exportadores estadunidenses también sufrirían represalias de parte de México y otros países afectados: en respuesta a políticas proteccionistas de EU, México ha impuesto aranceles a productos agrícolas estadounidenses, afectando a los productores de maíz, soja y carne.
Por qué no entenderlo, todos en un libre mercado, dependemos de todos. Y en cuestiones agroalimentarias, pues no se diga, por lo cual, la medida trae consigo incertidumbre sobre el futuro de la relación comercial y de servicios de México con sus vecinos del norte.
El 83% de las exportaciones de México son hacia Estados Unidos y 26.7% del Producto Interno Bruto (PIB) depende de estas exportaciones, siendo probable que se observe un desplome de la inversión extranjera directa e incluso de desinversión en los próximos trimestres, y también se podría esperar un mayor deterioro del mercado laboral, lo que afectará directamente al consumo privado.
Por su fuera poco los consumidores estadunidenses y mexicanos experimentarían un incremento en los precios de productos esenciales, desde automóviles hasta alimentos. En ambas economías donde la inflación ya es un problema significativo, estos aranceles podrían generar una presión adicional sobre el poder adquisitivo de la población.
Vamos a ser claros y esperar. En términos generales, los aranceles podrían ser contraproducentes para la economía de toda la región al desincentivar el comercio, reducir la competitividad de las empresas y afectar el bienestar de los millones de consumidores.
La culpa aquí, hay que reconocerlo, es de todos. Y todos a buscar soluciones a las consecuencias. El comercio, el narcotráfico, la venta de armas, los farmacodependientes (de los dos lados de la frontera), los migrantes y la política bilateral, lamentablemente nos unen a México y Estados Unido. Esta guerra comercial no tiene sentido.