Entresemana

Córdova y la democracia

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Moisés Sánchez Limón

A la elección federal de 2018 se le ha calificado como la más complicada que ocurrirá en la historia electoral mexicana contemporánea.

Es posible porque, por un lado, está el número de partidos que contenderá con miles de candidatos a cargos de elección popular, que implica erogaciones millonarias que han sido descalificadas, incluso, por los propios beneficiarios de las enormes prerrogativas, es decir, partidos políticos. Aunque las críticas tienen el aroma de actos de contrición y demagogia.

Pero igual y hay una grave complicación con las nominaciones. ¿Quiénes para contender por la Presidencia de la República con suficiente capacidad para garantizar la sacudida democrática que el país requiere?

Porque hablar de nuestra democracia tiene tantas aristas como las ambiciones de quienes una y otra vez han pretendido dinamitarla con buenos deseos y propuestas legislativas que han aterrizado, simplemente, en espacios de retraso para mantener las decisiones cupulares, de los grupos caciquiles combatidos, en el caso del PRI, con admirable tesón, por Carlos Alberto Madrazo en aquellos días del presidencialismo absoluto.

No es nada nuevo, por supuesto, discutir en torno de la democracia y los intentos por impulsarla en los partidos políticos, sobre cuando éstos han crecido en número y amplitud de actuación merced a esa reformas políticas sucedidas a cuenta gotas, aunque al final diríase que es mejor avanzar un poco y a trompicones en esta materia, que quedarse atado al pasado del partido único, o de esa dizque apertura con partidos que se decían de izquierda y cobraban con la derecha.

Sí, se han ampliado los márgenes democráticos en México, aunque la transición no tiene mayoría de edad y, su aplicación, ha sido la promesa de un cambio que no llega en el estricto sentido del concepto y solo ha servido para cambiar de nombres mas no las mañas y pillerías de quienes han llegado al poder para satisfacer apetitos personales y de grupos compactos.

Por eso, vale detenerse en esta reflexión dicha en voz alta por Lorenzo Córdova Vianello, presidente consejero del Instituto Nacional Electoral, por cuanto a que la democracia en América Latina y por supuesto en México, está en problemas por el contexto de pobreza, desigualdad y violencia en el que se recrea.

Pero, refiere, ésta no debe verse como un problema más sino como un espacio privilegiado para que, a través de éste, se pueden plantear soluciones a los principales problemas que enfrentan los países de la región.

El consejero presidente inauguró este miércoles los trabajos el VIII Foro de la Democracia Latinoamericana, Desafíos de las Elecciones en Tiempos de Cambio: un Panorama Latinoamericano. Ni más ni menos.

Y, en su mensaje, aludió a un factor que ha sido de recurrente discusión, descalificación y crítica, pero soslayado como tabú, el del acceso desigual al dinero, la deficitaria cultura cívica de los países latinoamericanos, México entre ellos, faltaba más, y la baja confianza en los partidos e instituciones públicas.

Bueno, Córdova descubrió el agua tibia con su referencia de que, ésos, son factores que dañan la calidad de las democracias en el continente, y con ello la gobernabilidad en estos países.

¿Qué hacer en el caso de México? Bueno, el consejero presidente salió con la misma declaración de los tiempos electorales, de que el INE no permitirá las trampas en el próximo proceso electoral y para ello cuenta con las reglas y herramientas para evitar que se realicen actos ilegales. ¿En serio?

Lo cierto es que la democracia mexicana ha sido tratada con especial ligereza y negociación en los espacios del Instituto Nacional Electoral y con alguna recurrencia en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Ejemplo de ello es el caso de Coahuila, cuya elección de gobernador fue de suyo manoseada en forma tal que la anulación es apenas la solución a un problema que no puede mantenerse en estiras y aflojas de los cotos de poder de la oposición y el PRI con sus aliados.

¿Es garantía de democracia el Frente integrado por el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano cuando hay evidencias de negociación de candidaturas, por encima de la opinión de su militancia?

En fin, una prueba más para esta democracia mexicana está en la puerta. Y, por cierto, que nadie se haga bolas en el PRI, el candidato será José Antonio Meade Kuribreña. Conste.

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