Juan Barrera Barrera
La lucha encarnizada por el control del PAN y por la candidatura a la presidencia de la República, monopolizada por dos bandos, tiene sumido al principal partido de derecha en una crisis que si no profunda por lo menos tiende a convertirse en un conflicto inmanejable, incontrolable, de prevalecer la pugna y la intolerancia en la cúpula del partido.
Es una crisis que han creado los propios panistas por mantener el control de la postulación del candidato presidencial. Por un lado está el grupo del presidente de dicho instituto político, Ricardo Anaya Cortés, y por el otro está la corriente calderonista que encabezaba Margarita Zavala, quien renunció al PAN el viernes 6 después de 33 años de militancia.
En un mensaje en redes sociales cuestionó que “los órganos de deliberación del PAN dejaron de serlo, que ningún ciudadano ha sido admitido como militante en los últimos años y debido a los problemas que presenta el padrón de miembros, se cancelaron las elecciones internas. Las decisiones que se toman están condicionadas a lo que diga la dirigencia”, subrayó al destacar que en el PAN se impusieron las condiciones antidemocráticas que tanto se criticó de otros partidos.
Nunca en la historia del PAN se había registrado una pelea tan fiera en el interior de la derecha mexicana por la nominación al máximo cargo de elección popular. Acción Nacional ha pasado por varias crisis, como la mayoría de los partidos políticos en México (la que experimenta el PRD todavía no termina).
La división que vivió el blanquiazul a mediados de los años setenta desembocó en la no postulación de candidato presidencial en 1976. A principios de la década de los noventa sufrió otra crisis que derivó en la salida de varios militantes tradicionales agrupados en el Foro Doctrinario y Democrático (FDD), algunos de ellos poco después ingresaron a las filas de la izquierda. Estos desencuentros se debieron a problemas ideológicos y doctrinarios con la dirigencia del partido en su momento.
Crisis panista por la nominación presidencial
El conflicto interno que tiene actualmente asoleado al PAN es básicamente por la candidatura presidencial, un conflicto que se ha circunscrito a un pleito eminentemente personal, por deseos y ambiciones exclusivamente personales, más allá de los principios e intereses del partido, de la militancia y mucho menos por el interés nacional y de la ciudadanía, como argumentan Margarita y Ricardo.
Ambos protagonistas, que tienen aspiraciones políticas personales muy válidas, se han exhibido constantemente como sujetos políticos simuladores. El ex presidente Felipe Calderón Hinojosa asegura, en su cuenta de Twitter, que su esposa “no pidió que le dieran la candidatura, pedía una contienda democrática, que nunca se abordó en Comisión Permanente”.
Pero el objetivo de Zavala Calderón siempre estuvo centrado en ser la abanderada del PAN (misma obsesión de Ricardo Anaya) y presionó y urgió a su dirigencia para que definiera lo más pronto posible la candidatura cuando López Obrador empezó a subir en las encuestas. Dijo que ella era la única que podría enfrentar y ganarle al tabasqueño. Durante varios meses ambos políticos estuvieron punteando las encuestas.
El pleito entre los grupos calderonistas y anayistas era abierto, es abierto. Anaya Cortés le cerró las puertas a la ahora ex panista para ser candidata a un cargo de elección popular o para obtener un cargo en la estructura del partido, más no así a otros afines a Felipe y a Margarita que están atrincherados en el Senado, haciendo alianza con el PRI.
La crisis de la derecha blanquiazul es culpa de estos dos bandos y no del PRI o del gobierno federal, como asegura la dirigencia nacional panista. En un tuit, Margarita Zavala y en respuesta al llamado de Ricardo Anaya a dialogar, a reconsiderar su salida y mantener la unidad, respondió que “Llevo dos años buscando diálogo. La división del PAN es tu responsabilidad, eres el presidente del partido. Ya hablaremos”.
Margarita y Ricardo, obcecados por el poder
La salida de Zavala del PAN es un duro golpe al panismo, pero está lejos de anunciar una desbandada. Seguramente vendrán otras renuncias como la de su cuñada, Luisa María Calderón y su esposo ya dijo que se queda, cuando meses antes había deslizado la posibilidad de dejar a su partido. Los senadores, llamados rebeldes (Ernesto Cordero, Salvador Vega, Roberto Gil, Javier Lozano y Jorge Luis Lavalle, todos cercanos a Felipe Calderón), también se quedan, pero no para tender puentes de entendimiento y de diálogo, sino para continuar la pelea y no dejarle el camino abierto a Ricardo Anaya.
Argumentan que la dirigencia panista le ha hecho un daño irreversible al PAN. Sin embargo, el daño ya viene de tiempo atrás. Es un partido que se empezó a desfigurar ideológicamente desde la llegada de Carlos Salinas de Gortari al poder, con quien cogobernó durante su sexenio. La crisis interna se extendió con los dos gobiernos panistas (2000-20012), cuyos gobernantes se comportaron como priístas manipulando decisiones internas del partido e imponiendo a los dirigentes partidistas.
El pleito entre la cúpula de la derecha mexicana refleja la degradación de la política que priva en los partidos políticos. En el PAN lo que ha faltado es oficio político, hacer política para dirimir las controversias, para conjuntar no para dividir. En el partido que gobierna al 40% de la población nacional la discusión política se ha rebajado a los ataques, a los insultos ¿hacia dónde quieren llegar?
Qué el PRI y Enrique Peña Nieto salen ganando con la división panista, sin duda alguna, lo mismo que Andrés Manuel López Obrador y Morena. El golpe será para el PAN y de rebote para el recién creado Frente Ciudadano por México integrado por el Acción Nacional, Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, que buscan formar un gobierno de coalición.
El principio del fin de la carrera política de Margarita
El día de hoy Margarita se registrará como candidata independiente a la presidencia de la República (hasta ayer se habían registrado 36 candidatos independientes, más los que se acumulen, de los cuales sólo cuatro o cinco lograrán cubrir los requisitos).
La encuesta del fin de semana de Buendía & Laredo levantada este fin de semana después de la renuncia de Margarita Zavala, muestra que el Frente sigue siendo competitivo pues tiene una preferencia electoral de 24% muy cercana al 25% de la alianza Morena-PT.
La expanista representa algo así como el 7% u 8% de las preferencias. Es decir, fuera del PAN Zavala Calderón no tiene posibilidades reales del triunfar. Su nueva realidad la dimensionará en su justa dimensión. La elección del próximo año podría ser el acabose de su carrera política, tal vez por esa razón Felipe Calderón no renunciará al partido.
Ricardo Anaya ha sido un dirigente muy hábil. Llegó a la dirigencia del PAN realmente con escasos méritos propios, pero ganó con un alto porcentaje de sufragios (80%). Ha sabido sortear (hasta ahora) los ataques y las acusaciones de corrupción que pesan sobre sus hombros, pero se ha desgastado políticamente. Se ha echado encima muchos enemigos, de adentro y fuera de su partido.
Con tantos negativos acumulados el joven queretano le resulta tóxico al desarrollo y maduración del Frente Ciudadano. Ricardo Anaya, que ha sido un gran operador político y los resultados electores del PAN lo avalan, no ha dicho que quiere ser el candidato de su partido ni de la coalición, pero ni falta hace. Sin embargo, tiene ante sí una gran oportunidad de salvar parte de su reputación: hacerse un lado y pensar en una opción con mejor imagen.