- Gasto en ese rubro incrementa desigualdad
- Se eroga más de lo que aprueba la Cámara de Diputados
- Desaceleración que no se quiere ver ni sentir
Agustín Vargas *
Durante los últimos tres sexenios, por lo menos, el gasto que tiene que erogar cada año el Gobierno Federal ha sido una constante en la discusión para aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación. Si bien al final de cada periodo legislativo hay un acuerdo, eso no significa que el tema haya quedado resuelto.
El asunto es más de fondo, es un tema que requiere de un análisis serio, a conciencia, pues el sistema de pensiones en México tiene serias fallas estructurales que amenazan la estabilidad de las finanzas públicas en el mediano plazo, pues las fuentes de financiamiento cada vez son más estrechas.
Lo más curioso del caso es que tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo todo mundo habla del tema, pero nadie se ha atrevido a entrarle de lleno para darle solución y hacer viable el financiamiento de las pensiones de aquellas personas que dejan la vida laboral.
A este respecto, cabe mencionar el reciente estudio que presentó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), el cual detalla que el gasto en pensiones, que estima un presupuesto de 833,207 millones de pesos para 2018, genera desigualdad.
Esto, porque del total de los recursos dirigidos a pensiones contributivas, 9% se destinará a pagar una parte de las aportaciones y cuotas que complementan el ahorro de los trabajadores en cuentas individuales y 91% a las pensiones de beneficio definido, cuyo monto es mayor y se concentra en los cuatro deciles más altos de la distribución del ingreso.
El estudio, a cargo de la investigadora Alejandra Macías, destaca que otro factor que fomenta la desigualdad es la diferencia entre las pensiones; mientras las contributivas tienen un gasto anual aproximado de 121,300 pesos, el gasto anual de la Pensión para Adultos Mayores (PAM) es de 7,200 pesos. Además, el 40% de los pensionados contributivos tienen menos de 65 años (edad de retiro general) y la mayoría son hombres, y el 60% de los beneficiarios de la PAM, son mujeres mayores de 65 años.
El gasto en pensiones es uno de los rubros que presionan las finanzas públicas y de 2014 a 2016 se han gastado, en promedio, 5% más de lo que aprueba la Cámara de Diputados. Aunado a esto, estudios actuariales de la Auditoría Superior de la Federación y la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, estiman que la generación de transición, que recibirá pensiones de beneficio definido, irá en aumento hasta 2035, lo que propiciará también incremento en el gasto a pensiones. De ahí la urgente necesidad de desactivar esta bomba de tiempo para las finanzas públicas.
Lenta inversión
En el último año la economía mexicana ha mantenido un ritmo demasiado lento, con crecimiento mediocre que ha impedido la tan anhelada y veloz generación de empleos. Varios han sido los factores, desde internos hasta externos, a estos últimos se les culpa más del infortunio de no crecer más.
En lo interno, uno de ellos es la desaceleración de las inversiones del sector privado, misma que está a la vista. De acuerdo con reportes del Inegi, la Inversión Fija Bruta, que representa los gastos del sector privado realizados en maquinaria y equipo de origen nacional e importado, así como los de construcción, reportó un incremento real de apenas 1.5% en el octavo mes de este año frente a la del mes inmediato anterior, con cifras desestacionalizadas
Por componentes, los gastos en maquinaria y equipo total avanzaron 1.9%; en tanto que los de construcción descendieron (-) 0.1% en términos reales en agosto de 2017 respecto al mes previo.
En su comparación anual, la Inversión Fija Bruta aumentó 0.1% en términos reales en el mes de referencia. A su interior, los gastos en maquinaria y equipo total crecieron 4%; mientras que los de construcción se redujeron (-)3% con relación a los del octavo mes de 2016.
Desaceleración que no se ve ni se siente
De acuerdo a la estimación oportuna del Producto Interno Bruto del tercer trimestre del año, la economía se expandió a una tasa anual de 1.6% en términos reales. En particular, las actividades primarias se expandieron 0.9%, las terciarias 2.4%, mientras que las secundarias se contrajeron en -0.5%.
Con este dato se confirma que sí hubo afectaciones negativas a la actividad económica del país en el mes de septiembre a raíz de los sismos (1.4% de crecimiento anual en el mes), mostrando afectaciones importantes en la producción y venta de petróleo y gasolina, así como algunos servicios, principalmente los relacionados con el sector educativo.
La desaceleración de la economía, que aún no se quiere ver y menos sentir en el ámbito gubernamental, será palpable cuando se dé a conocer la cifra definitiva del PIB trimestral el próximo 24 de noviembre, donde se tendrá información más desagregada de las causas del bajo crecimiento del trimestre.
A pesar del bajo aumento del trimestre, durante los primeros nueve meses la economía mexicana alcanzó una variación real anual de 2.2%, misma que se estima se mantendrá en lo que resta del año. La pérdida de dinamismo de la actividad económica en septiembre será temporal y se prevé que en octubre retome el crecimiento mostrado en agosto, sobre todo por las actividades de reconstrucción y sustitución de bienes perdidos. Con lo anterior y una mejor confianza del consumidor, 2017 terminaría con una expansión cercana al 2.2%.
Además, la probable mejora en la industria, así como la tendencia del sector servicios, en particular el consumo privado el cual se ha estabilizado en tasas de expansión cercanas al 3.0%, da una estimación de crecimiento incluso mejor para el 2018 (de 2.4%).
Sin embargo, los riesgos por el entorno externo (política fiscal y monetarias en Estados Unidos, así como el desenlace de la renegociación del TLCAN) y político (elecciones presidenciales en México), mantendrán cambiantes las expectativas, como lo fueron este año con la llegada de Donald Trump a la presidencia EU.
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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx