Inocentadas de los candidatos presidenciales embusteros
Guillermo Correa
Tras la tradicional cena de Nochebuena que, entre otras reflexiones obliga a no olvidar la gran desigualdad que hay en México y el mundo; de la Navidad que invita a ser siempre y no sólo instantes a la solidaridad; sigue el Día de Los Santos Inocentes, dedicado a engañar para sacar provecho, o burlarse, de los demás. Pequeñas mentiras que quedan en eso. Es un día para reír y así se aprovecha por todos los medios de información. Pero en la política mexicana todos los años contienen 365 días de verdaderos engaños lanzados por los profesionales que gobiernan como verdaderos embusteros, con declaraciones que pareden inocentadas, aunque más bien tienen que ver con la dramática realidad que a diario generan los que gozan con el poder. Tales actitudes se observan con más claridad en los tiempos electorales como los que vivimos y que tendrán conforme se acerca el primero de julio de 2018 su máxima expresión, burlándose de la ciudadanía con promesas que nunca se cumplen y definiciones falsas que arrastran hacia un país de la ilusión que jamás se encontrará.
Lo grave de esas expresiones que parecieran mentiras benévolas es que no lo son. Y que esas inocentadas son verdades padecidas por millones de mexicanos condenados a un futuro sexenal lleno de desgracias, porque casi todo lo que dicen los candidatos presidenciales durante sus campañas políticas son falacias y nada más. Cada ciudadano sabe de esto de acuerdo con su circunstancia. Muchos creen y votan por el más mentiroso según convenga sin reflexionar en las contradicciones, amenazados quizás con los supuestos que aseguran los contrincantes.
Tenemos varios ejemplos. El primero a mencionar es el de José Antonio Meade –se pronuncia Mid, repiten por radio y televisión los promocionales—Kuribreña, el candidato ¿ciudadano? que abandera el PRI y sus partidos cómplices, quien, como es tradicional con el tricolor, inició su campaña –que no prende, coinciden analistas—en una zona ancestral del país, hasta donde llegó a través de un vuelo comercial, acompañado de su esposa y sin guaruras, tratando de ocultar la fuerte infraestructura sobre todo militar que lo sigue desde el momento de la unción. El caso es que el cinco veces secretario de Estado en gobiernos de extrema derecha –PAN y PRI—llegó con los Chamulas a prometer lo que como funcionario siempre ha negado a los indígenas y que con los presupuestos de cada año, en su carácter de Secretario de Hacienda, siempre reducidos, se puede demostrar el gran desprecio que el Partido Revolucionario Institucional tiene a las poblaciones nativas del país, que no son pocas y dónde viven millones de indios en la miseria, discriminación que acentúa el hambre y la represión por la defensa de sus recursos naturales.
Dicen las estadísticas oficiales maquilladas que durante su gestión como secretario de Desarrollo Social (SEDESOL) la cifra de pobres disminuyó y que 2 millones de mexicanos dejaron de serlo, cuando nadie duda que el “gasolinazo” empobreció aún más a la mayoría de la población y que el salario mínimo que él autorizó no alcance para vivir con dignidad. Más adelante, el exdirector de la Financiera Rural, elogió a las mujeres y aseguró que en ellas se encuentra el futuro de la Nación. Quizás por eso será que México ocupa los primeros lugares en feminicidios del orbe y que las féminas nunca han estado en rango superior a los hombres en el país. Para Meade –se pronuncia Mid– pronto los jóvenes y los ancianos serán incluidos como factor de desarrollo nacional, cuando igual han sufrido ignorancia de parte del Estado. El propio ex Canciller acaba de reconocer que como estableció otro candidato presidencial hace 24 años –Luis Donaldo Colosio—el país se encuentra con los mismos retos de hambre y justicia. Pepe Toño pregona que va contra la corrupción e impunidad, ingenua expresión que se desvanece al saber que al comportarse como principalísimo miembro del gabinete ninguna denuncia hizo contra los gobernadores y funcionarios señalados de presuntos culpables de enriquecimiento a costa del pueblo. Ahora se le menciona en la desviación de recursos para hacer ganar al PRI que dirigió Manlio Fabio Beltrones elecciones en varios estados de la República. Autocalificado candidato ciudadano, que no pertenece al PRI aunque lo adora, advierte que si gana habrá continuidad o de lo contrario nos espera el precipicio. Un embuste m´pas en su trayectoria.
Otro que se quiere pasar de santo es Andrés Manuel López Obrador en su tercer intento por lograr la Presidencia de la República con un instituto político cuyas siglas –MORENA— de inmediato hacen pensar en la Virgen de Guadalupe, imagen protectora desde hace siglos de los más pobres y a la que también se encomiendan quienes no lo son. Pues bien, el Peje se ha lanzado desde mucho antes, alrededor de 20 años, con verdades sin discusión con respecto a la realidad nacional. Lástima que en las más recientes fechas le haya entrado mucho eso del misticismo y acuda con mayor frecuencia a mentiras piadosas –se supone—con tal de alcanzar el terco objetivo. Propuestas que a lo mejor si tienen fondo de verdad al grado de que han desatado una creciente critica de rechazo hasta de sus más cercanos colaboradores, sobresalientes muchos dentro del llamado sector intelectual de la izquierda, línea política que el propio tabasqueño se ha empeñado en desconocer. Para empezar está su anunciada alianza con el Partido Encuentro Social (PES), organización que donde se halle será identificada con lo peor: las dictaduras. Por lo pronto el de Macuspana se ha ganado la protesta de su fiel Elena Poniatowska, de Jesusa, luchadora social que trabaja en la cultura, y de la comunidad que tiene que ver con todo lo lésbico gay que sufre ataques sin tregua del instituto político hoy aliado al llamado candidato de la esperanza.
Ojalá sea otra inocentada del Peje eso de hacer secretario de Agricultura, en caso de que triunfe en los comicios, a Víctor Villalobos, un poderoso defensor de los organismos genéticamente modificados mejor conocidos como transgénicos, que son el peor enemigo de los 3.5 millones de campesinos condenados al minifundio, que cultivan maíz para subsistir y dar de comer a millones de mexicanos que adoran el grano básico de la mexicanidad. La otra contradicción, que es la mayor inocentada, es anunciar el perdón, si así lo quieren las víctimas y familiares de los que ya no viven o se encuentran desaparecidos, a la llamada delincuencia organizada, incluida la política. Más lo que se acumule, advierte a Mid que vencerá a la mafia del poder que ha convertido a México en lo que es.
Y cómo no hay que ser excluyente debemos referirnos a Ricardo Anaya del Partido Acción Nacional que doblegó al de la Revolución Democrática (PRD) y cuenta con aliado al Naranja de Dante Delgado. Joven audaz el queretano que está convencido, dice, de que al país le urge un cambio de régimen, del sistema político que lo ha enriquecido escandalosamente. Acierta en la propuesta, consideran politólogos de la talla de Lorenzo Meyer. La gravedad está en quién lo dice y –como los demás—la forma de lograrlo. Basta señalar que un propósito similar fue el que inspiró a la Revolución Mexicana que ha terminado en lo mismo que prevalecía durante el porfiriato, esto es, en el todo para pocos y “para nosotros nada”.
De estas y otras inocentadas se encuentra colmado el México actual. Lo peor es que las creemos para que nuestra vida siga semejante o mucho peor. Y pese a todo: ¡FELIZ AÑO NUEVO! Con la invitación desde ahora al voto razonado.