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Xóchitl Gálvez, la impostura

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Moisés Sánchez Limón

En política no es ofensa decir a un legislador o funcionario público de altos vuelos y vasta experiencia, que sabe engañar con la verdad. Finalmente ésta es una práctica utilizada recurrentemente cuando hay decisiones, como las de cambios en el gabinete o el impulso a un proyecto controvertido y nada popular, que se fundan en la negativa como sustento de la afirmativa.

No hay duda que ésa tiene el calificativo de impostura, porque finalmente es un engaño con apariencia de verdad. Lo malo es que hay políticos que de tanto recurrir a este ejercicio incurren olímpicamente en la ofensa al sentido común del ciudadano y en la comisión de un delito de complicidad, encubrimiento, tráfico de influencias y corrupción.

Cuando conocí a Xóchitl Gálvez me inspiró confianza y consideré que era, amén de una mujer emprendedora y luchadora social, una persona con futuro en el servicio público y hasta como legisladora.

Eran los inicios del sexenio de Vicente Fox. Xóchitl, ingeniera de profesión, llegaba al equipo del guanajuatense en calidad de directora de la Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Dicharachera y de lenguaje florido se llevaba bien con los reporteros que en esos días cubríamos la fuente presidencial.

Bueno. Pasó el tiempo y quiso ser gobernadora del estado de Hidalgo y nuevamente ofreció hasta el maná en su campaña. Lo cierto es que no tenía esa experiencia requerida para gobernar pero, vaya, tenía la chispa de la oferta aparentemente despojada de la demagogia harto conocida en personajes que vienen de provincia y tienen cierta frescura política.

Perdió la elección y luego enfrentó un escándalo familiar que se pensó era su despedida de la actividad política. Pero hete aquí que, de pronto, reapareció con la intención de ser jefa delegacional en Miguel Hidalgo, nominada por el PAN.

Entre sus ofertas de campaña centró la de combatir a la corrupción que había campeado en la gestión de su antecesor, Víctor Hugo Romo Guerra. Ganó la elección, pero en el último tramo de su gestión ha dejado mucho qué desear en eso del cumplimiento de sus ofertas. Y me encuentro con un artículo relacionado con un tema que le traté en este espacio, hace algunos meses, que entraña precisamente un ejemplo público de corrupción y tráfico de influencias.

Comenté, en su momento, que en el predio de Campos Elíseos número 269, Polanco, se edificaba un centro nocturno, en el espacio del que fue un restaurante.

Por esos días, vecinos del lugar documentaron la denuncia y la presentaron a la jefa delegacional Xóchitl Gálvez, quien se comprometió a investigar y evitar que se cometiera una arbitrariedad.

Pero todo indica que no sólo no instruyó realizar la investigación, permitió –quién sabe por qué artes—que se incurriera en arbitrariedades e ilegalidades con la edificación de ese centro nocturno.

Leo un artículo en el portal de la agencia de noticias almomento.mx, en el que se refiere, precisamente lo que le comento, que vecinos de Polanco, representados en la organización la Voz de Polanco recibieron de la delegada la promesa de revisar la documentación mediante la cual se hubiera autorizado, primero, la demolición de una vivienda construida en una superficie menor a 290 metros cuadrados, en la que se pretende construir un antro de casi 700 metros.

Este inmueble en construcción, viola la altura respecto de todas las edificaciones vecinas, e incluso el giro a que se ha dedicado ese lugar, que ha sido durante los últimos 20 años como restaurante con venta de bebidas alcohólicas, pero nunca un centro nocturno o bar.

¿Qué o quiénes han pasado por la oficina de Xóchitl Gálvez para convencerla de que permita la construcción de esta obra construida en Campos Elíseos 269 que ahora pretende convertirse en antro con departamento en la terraza superior?

Por supuesto, Xóchitl tiene el derecho de autorizar obras en la demarcación que gobierna, pero siempre y cuando éstas cumplan con el rigor, ahora mayor, previsto en la ley y, sobre todo, que no afecta a la vida de los ciudadanos ni incurra en prohijar actividades que lindan en la ilegalidad.

Por qué no cumplió con la promesa de investigar y evitar que prosperara esta construcción en la que, hay que referirlo, no se erogaron unos cuantos miles de pesos. El costo del terreno es millonario como millonaria la obra y millonarios los ingresos que se prevé deriven de su funcionamiento como antro.

Recuerda el artículo en comento que “ante la propia delegada los vecinos demandaron que se hagan públicos los permisos de demolición, construcción y operación de un giro que a todas luces es arbitrario e ilegal.

“La delegada, por su parte, se comprometió a NO PERMITIR NINGUN GIRO FUERA DE LA LEY, sin embargo, los vecinos desconfían ya de su oferta, pues han transcurrido varios días sin que haya ocurrido nada. La construcción ilegal, sigue adelante.

Bueno, bueno, Xóchitl se comprometió, incluso, a revisar, a fondo y con la ley en la mano, la edificación a todas luces ilegal que albergará un centro nocturno.

¿Qué ocurrió en la administración de la jefa delegacional en Miguel Hidalgo? ¿Será que su equipo olvidó las ofertas de campaña y hace acopio en el año de Hidalgo? La impostura como praxis política. Digo.

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