Baby boomers, la delgada línea frente a la crisis

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  • La generación actualmente detenta la mayor parte del poder adquisitivo en el mundo, por lo que las empresas han tenido que adaptarse a sus necesidades
  • La jubilación de los llamados séniors supone un reto a mediano y largo plazo, tanto para las finanzas públicas como para los mercados bursátiles
  • En México su situación es menos favorable, haciendo necesario que los jóvenes financien sus pensiones y, por ende, no tengan una propia a futuro

José M. Gijón Anaya

Habiéndose caracterizado como pieza fundamental para el desarrollo de la economía mundial, los baby boomers, generación de aquellos nacidos entre la década de los 40 y los 60, hoy enfrentan la realidad de la indiferencia en el campo laboral y la entrada en la jubilación, con consecuencias que cada vez se ven más cercanas en todo el globo.

De inicio, las repercusiones demográficas serán considerables. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para 2030 la población de más de 60 años crecerá un 56 por ciento, llegando a rozar los mil 400 millones de personas. Para 2050 el número se habrá duplicado respecto a la actualidad, con más de dos mil millones de personas en este rango de edad.

Aunado a esto, en países como España se ha tenido un crecimiento poblacional negativo, con cifras de fallecimientos que superan los nacimientos y una pérdida de más de 700 mil habitantes en el último lustro. A este ritmo, en el año 2030 la población de dicho país europeo será de menos de 46 millones y para 2065 será apenas de 41 millones.

Este aumento de población en senectud y su consiguiente retiro puede ser un arma de doble filo.

Según André Sapir, economista del think tank Bruegel, la generación de los baby boomers puede representar una ventaja a corto y mediano plazo para las empresas del sector privado, en especial para aquellos trabajadores calificados que operen en los sector que más necesitan de este grupo poblacional.

No obstante, al mismo tiempo esto representará un desafío para las finanzas públicas de las distintas naciones, dado el costo elevado que representa el sistema sanitario. “Tanto el lado positivo como el negativo son ciertos, dependiendo de cada país”, aseveró el economista belga.

Por su parte, Gérard-François Dumont, académico de la Universidad de la Sorbona de París, estimó que la proporción de los consumidores considerables como baby boomers está aumentando, lo cual cambiará la economía de una manera “que nunca habríamos podido imaginar”.

Los también llamados séniors representan a un grupo que es más rico, que goza de más salud que nunca y que pudo experimentar de un empleo durante un tiempo prolongado, lo cual les ha vuelto consumidores prestigiosos mientras que son ahorradores activos.

El consumo per cápita de esta generación supera a la franja de edad de los 25 a 64 años en casi todos los países desarrollados y, dentro de los próximos 20 años, tendrá en sus manos el 60 por ciento de la renta disponible.

Tan solo en 2018 una encuesta del gobierno de los Estados Unidos arrojó que los ingresos de los baby boomers superan en 400 millones de dólares al año a las otras generaciones respecto al valor del consumo. Casos similares son el de Japón (nación que cuenta con la mayor población de ancianos en el mundo) y Suecia.

En el caso de Europa, que para 2060 tendrá un tercio de población con más de 65 años, la capacidad de gasto de los adultos mayores asciende a los tres mil millones de euros.

De acuerdo con la institución financiera BNP Paribas, dentro de un par de años los baby boomers representarán el 40 por ciento del consumo total a nivel mundial, beneficiando a sectores como el del transporte, el inmobiliario, la alimentación, la salud y la seguridad.

“Si bien el aumento del envejecimiento de la sociedad presenta una serie de desafíos (…) es probable que haya oportunidades que permitan a las personas gestionar eficazmente su cuidado a largo plazo y vivir una vida de alta calidad por un periodo sostenido”, afirmó al respecto la International Organization for Standardization (ISO).

Como consecuencia de esta tendencia, las empresas se han tenido que adaptar a las necesidades de este sector. Casos que han destacado son el de Aeon, que ha adaptado sus centros comerciales a gente mayor; Fujitsu, que ha diseñado una línea de smartphones exclusivamente para personas de edad avanzada; o Bank of America, que implementó una división de “gerontólogos financieros”, para ofrecer productos a medida de este colectivo.

Sumado a esto, rubros como los productos farmacéuticos, de alimentación saludable, servicios de asistencia, los seguros, el ocio, los viajes y la educación acaparan el gasto de los séniors.

Por otro lado, estudios de esta franja de la población arrojan que gastan más en productos del hogar, teniendo la tendencia de tener una mayor sensibilidad hacia los productos premium y hábitos de consumo más parecidos a los de la población más joven.

Si bien los cambios en la forma de consumo traerán beneficios para ciertos sectores de la economía, lo cierto es que el retiro de esta generación también implicará serios problemas a mediano y largo plazo.

Durante décadas, uno de los principales indicadores del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido el crecimiento de la población económicamente activa (PEA). Al haber una disminución en este, el gasto cae en un promedio del 37.5 por ciento, lo cual puede resultar en una gran fuerza deflacionista para naciones que dependen fuertemente del consumo como actividad económica, tal como es el caso de Estados Unidos.

Además de esto, dado que el ahorro promedio de un baby boomer estadounidense para su jubilación apenas representa un ingreso de 9 mil dólares (cuando el ideal sería de 36 mil), este se verá obligado a buscar ingresos en otros lugares, lo que provocará un cambio más profundo de tipos de activos que no había desde hace años.

Por si fuera poco, los planes de jubilación representan un problema en el mercado bursátil. De acuerdo con el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) de EE.UU., al cumplir 70 años y seis meses, el jubilado está forzado a retirar cada año al menos un 5 por ciento del valor de su plan.

Lo anterior representa una problemática seria, dado que la mayoría de los baby boomers tienen alrededor del 70 por ciento de sus carteras en acciones. Como resultado de la ola de ventas forzosas, el mercado se llenará de miles de millones en acciones y bonos, lo que empujará los precios a la baja.

Considerando que en 2016 los primeros boomers llegaron a los 70 años, el escenario se tornará complejo a mediano plazo para los inversores, quienes tendrán que buscar alternativas para no poner en riesgo su capital por los millones de jubilados de la próxima década.

Ahora bien, a todos estos efectos en los mercados bursátiles y las finanzas públicas se agrega el hecho de que en México la situación de los séniors no resulta tan alentadora como en otras latitudes.

Actualmente, una de cada cuatro personas empleadas en el país rebasa los 50 años, representando un total de casi 14 millones de trabajadores. De estos, el 63 por ciento (unos 8.8 millones) labora en la informalidad, lo cual hace más precaria su actividad y complica su jubilación.

Por su parte, más de la mitad de los que han llegado a laborar bajo el esquema salarial lo han hecho de forma subordinada y percibiendo ingresos bajos. Se estima que del total (7 millones de trabajadores), el 71.3 por ciento ganan menos de uno a tres salarios mínimos (apenas 6 mil 219 pesos).

Sumado a esto, estos empleados tienden a ser relegados o hasta expulsados de sus empresas al considerarse que ya no son tan productivos, dificultando su reinserción en el campo laboral. Y opciones como emprender un negocio propio con su liquidación tienen posibilidades de éxito muy reducidas, lo cual implica el riesgo de que pierdan el poco capital con el que cuentan para su vejez.

En el caso de los que laboran de manera independiente, que suman 6.5 millones de adultos, generalmente laboran por cuenta propia, por lo que no tienen acceso a las instituciones de salud pese a que estos servicios se van haciendo más necesarios conforme van envejeciendo.

Como consecuencia de estas condiciones laborales, las pensiones y los servicios clínicos de los baby boomers mexicanos deben hallar su sostén en otro grupo poblacional: los jóvenes.

En la actualidad, las generaciones que suceden a los séniors se encuentran financiando estas necesidades, pese a que ellos mismos no podrán aspirar a una jubilación o acceso al sistema de salud.

De acuerdo con David Kaplan, especialista de la división de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mayoría de los jóvenes no se jubilará con una pensión contributiva, además de que la mayoría no llegará a las 750 semanas de cotización para retirarse con atención médica del IMSS.