Fráncfort.- El Banco Central Europeo mantuvo el jueves los tipos de interés en máximos históricos, pero envió una señal aún más clara de que podría estar preparándose para recortarlos mientras la inflación de la zona euro sigue cayendo.
El banco central de los 20 países que comparten el euro mantuvo su tipo de depósito en el 4,0%, donde ha estado desde septiembre como parte de un esfuerzo de 1 año y medio para frenar los precios.
Pero, con la inflación ya cerca del objetivo del 2% del BCE, los préstamos bancarios estancados y un crecimiento mínimo en la economía, el BCE dejó caer nuevas pistas sobre un posible recorte en su próxima reunión.
«Si la evaluación actualizada por el Consejo de Gobierno de las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la fortaleza de la transmisión de la política monetaria aumentaran aún más su confianza en que la inflación está convergiendo hacia el objetivo de forma sostenida, sería apropiado reducir el actual nivel de restricción de la política monetaria», declaró el BCE.
Los responsables de la política monetaria del BCE, incluidos los que suelen ser partidarios de subir los tipos, se han alineado a favor de una reducción de los tipos en su reunión del 6 de junio, siempre que los indicadores clave, como el crecimiento de los salarios y la inflación subyacente, sigan moderándose.
El BCE afirmó que la información recibida ha confirmado en líneas generales su anterior valoración de la inflación, mientras que el crecimiento salarial se moderaba y las empresas absorbían una mayor parte de los aumentos de los costes laborales a través de sus márgenes de beneficio.
No obstante, las presiones internas sobre los precios son fuertes y mantienen elevada la inflación de los precios de los servicios, señaló el BCE en un comunicado.
La mayor complicación podría surgir si la Reserva Federal de Estados Unidos retrasa la relajación de su política monetaria tras unos datos de inflación más elevados de lo previsto. El mayor banco central del mundo suele marcar el tono de los mercados financieros mundiales.
Sin embargo, esto solo retrasaría, pero no detendría, la actuación del BCE, dada la creciente diferencia de rendimiento entre la economía estadounidense y la de los 20 países de la zona euro, según los economistas.
El bloque monetario se encuentra ahora en su sexto trimestre consecutivo de estancamiento económico y el mercado laboral está empezando a suavizarse. La economía estadounidense, por su parte, sigue creciendo por encima de su tendencia a largo plazo, su mercado laboral sigue falto de mano de obra y la inflación subió más de lo previsto el mes pasado, lo que aumenta el riesgo de que el crecimiento de los precios se estanque.
Los dirigentes del BCE llevan tiempo apuntando a una bajada de tipos en junio, lo que constituye un compromiso previo de facto según los mercados financieros, y dar marcha atrás dañaría la credibilidad del banco central.
Pero es probable que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que intervendrá en una conferencia de prensa a las 12.45 GMT, evite hablar de lo que ocurrirá después de junio, sobre todo porque aún no hay consenso sobre cuánto y con qué rapidez deben bajar los tipos de interés.
Los mercados han descontado 75 puntos básicos de recortes este año, lo que supondría dos bajadas después de junio, que podrían producirse en septiembre y diciembre, cuando el BCE también publique nuevas proyecciones económicas y de inflación.
La inflación de los precios al consumo cayó al 2,4% el mes pasado y podría retroceder hasta el objetivo del 2% fijado por el BCE antes de finales de año, antes de lo previsto por el banco, que contemplaba que esto ocurriera en 2025.
Mientras tanto, el rápido crecimiento salarial, considerado por el BCE como la mayor amenaza para la inflación, se está ralentizando, los mercados laborales se están enfriando, la inversión es débil y los préstamos bancarios están estancados, todo lo cual apunta a una mayor disminución de las presiones sobre los precios.
Este panorama contrasta de manera notable con el de Estados Unidos, donde se han reducido las apuestas sobre los recortes de tipos en las últimas semanas, dados los sólidos datos del mercado laboral y las persistentes presiones sobre los precios.
Los mercados solo prevén 40 puntos básicos de flexibilización de la Reserva Federal este año, y la primera rebaja no está totalmente prevista hasta noviembre, dos días después de las elecciones estadounidenses.
El BCE insiste en que fija su política de forma independiente, pero una divergencia prolongada con la Reserva Federal podría ser contraproducente.
Un recorte más rápido de los tipos del BCE debilitaría el euro e impulsaría al alza los rendimientos al desplazarse capital a EEUU, por lo que los mercados simplemente desharían parte del trabajo del BCE.
En cualquier caso, un eventual recorte de tipos en junio se adelantaría a la Fed, pero el BCE tendrá cuidado de no adelantarse demasiado en las siguientes reuniones, según los economistas.